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Los dilemas de Andrés

Aunque parezca increíible, la unión conservadora puede no resultarle del todo favorable a Andrés Pastrana.

5 de julio de 1993

HASTA HACE POCO, CUANdo apenas se iniciaba la campaña electoral, resultaba claro que el Partido Liberal estaba caminando sólidamente hacia la unión, y que el Partido Conservador iba inexorablemente hacia la división. Sin embargo, en los últimos días estas tendencias se han invertido.
Entre los liberales, el principal síntoma de división -más no el único- es la actitud de Carlos Lemos, quien cada vez asume más la postura de candidato disidente, dispuesto a no someterse a la consulta popular. E incluso entre los liberales que siguen fieles al principio de la consulta, no existe al respecto un acuerdo en cuanto a la fecha en que debería realizarse. A pesar de los esfuerzos del ex presidente Julio César Turbay, lo cierto es que ese partido, a menos de un año de la elección presidencial, todavía no sabe a ciencia cierta cómo va a escoger a su candidato.
Otros son los vientos que soplan del lado conservador. Aunque tampoco se han logrado definir las reglas para señalar al candidato, la tendencia cada vez más clara de las toldas azules es la de reunirse bajo un mismo cielo. Como lo expresó a SEMANA Jaime Arias, "la unión es la única posibilidad de que el conservatismo se convierta en una verdadera opción electoral". A esta "unión de coroneles" -como el mismo Arias la describe por haberse realizado al margen de los jefes naturales- han contribuído fundamentalmente dos circunstancias. La primera de ellas es el armisticio que pactaron los dos directorios que se disputaban la legitimidad política y la personería jurídica de la colectividad, y que se expresó por medio de la carta que le enviaron al Consejo Electoral, con la solicitud de que aplazara la decisión sobre cuál de los dos se quedaba con la personería azul.
El segundo elemento de unión es la inmensa ventaja que el candidato Andrés Pastrana le lleva en las encuestas a todos los demás aspirantes a la nominación de su partido. Esas mismas encuestas revelan que Pastrana es el primer conservador desde los tiempos de Belisario Betancur que parece estar en capacidad de derrotar a los liberales, cualquiera que sea el candidato de estos.
Un observador desprevenido podría pensar entonces que, con todo lo anterior, el camino de Andrés Pastrana está despejado: ganar todas las encuestas y estar a punto de unir al Partido alrededor de su nombre, debería considerarse como el escenario perfecto para preparar el ascenso al poder.
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. Las mismas encuestas que lo colocan en punta, revelan que lo que a sus seguidores les gusta de Andrés es mucho más su figura independiente y suprapartidista, que su condición de conservador. Y el problema es precisamente que la unión del conservatismo en torno a él debilita lo primero y afianza lo segundo.
Pastrana y sus asesores son conscientes de que para ganarle al liberalismo se necesita ser algo mas que un buen candidato conservador. Recientes sondeos demuestran que mientras el 46 por ciento de la opinión se declara francamente liberal, tan sólo el 17 por ciento se considera conservadora. De esto se deduce que para ser presidente, Andrés neeesita muchos votos de la franja, e incluso muchos liberales.
Y nada parece atentar mas contra este objetivo que el calendario que se ha trazado la unión conservadora. Si la convención se realiza en noviembre y en ella es aclamado como candidato único, entonces Andrés se habrá convertido en candidato conservador con tanta anticipación frente a las elecciones presidenciales, que le sera difícil mantener, de ahí en adelante, su perfil suprapartidista. Sin ernbargo, y como lo senaló a SEMANA Jaime Arias, "tácticamente puede que hubiera sido mejor unirse en abril del 94 que en noviembre próximo, pero la unión no es algo que se pueda postergar".
En las huestes de Andrés estos riesgos ya se analizan. Un muy cercano asesor del ex alcalde le dijo a SEMANA que la idea no es tanto que Pastrana se convierta en noviembre en el candidato oficial del Partido Conservador, sino que el partido adhiera a su candidatura, lo cual sumaría el más importante, pero no el único, de los apoyos. Ese objetivo no es fácil de lograr, pues una estrategia semejante puede herir susceptibilidades entre los dirigentes azules. "Una cosa es que Andrés se someta a las reglas del partido para ser su candidato, y otra muy distinta es que tengamos que ir a pedirle de rodillas que acepte nuestro apoyo", le dijo a SEMANA uno de los congresistas conservadores consultados. Está claro, pues, que Pastrana tendrá que jugar con mucha habilidad y mucha diplomacia para evitar que su aspiración se vista de azul demasiado pronto, y con ello se pierda la sólida ventaja que hoy lleva.