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Los dilemas del Polo

Samuel Moreno obtuvo un gran triunfo, pero en el partido soplan malos <br><br> vientos que podrían afectar su candidatura frente a Enrique Peñalosa.

14 de julio de 2007

Samuel Moreno estaba muy feliz al final de la consulta interna del Polo Democrático Alternativo (PDI) del 8 de julio para escoger al candidato a la alcaldía de Bogotá. Había duplicado la votación de María Emma Mejía, a quien una encuesta de Datexco días antes había anticipado como holgada ganadora. Moreno ganó con menos votos, pero con mayor ventaja de lo que se imaginaba.

La felicidad no fue, sin embargo, colectiva. No se presentó la euforia del triunfo de Carlos Gaviria sobre Antonio Navarro en marzo del año pasado, en la consulta por el candidato presidencial. Varios factores aguaron la fiesta: la baja votación, la sensación de que la consulta cerrada impidió que mucha gente votara por María Emma, y la interpretación de que salió victoriosa la corriente más radical. Todo lo cual, sumado, abre interrogantes sobre la capacidad de Moreno para derrotar a un contradictor tan sólido como Enrique Peñalosa. La Alcaldía de Bogotá, el éxito electoral más grande de la izquierda en su historia, está en peligro. No faltó quien dijera que Peñalosa, desde sus vacaciones, fue el vencedor. O que en la consulta interna ganó Samuel, pero perdió el Polo.

La elección fue cerrada (sólo para los miembros del Polo o para quienes se inscribieran como tales en el momento de votar) porque así lo establecen los estatutos del partido. La propia María Emma lo sabía, hasta el punto de que se empeñó en lograr el apoyo de Antonio Navarro y Gustavo Petro. La foto de estos dos emblemáticos líderes polistas a sus dos costados -y los tres con la camiseta amarilla- fue su jugaba clave para erosionar el fuerte apoyo que Samuel Moreno había construido en las bases del partido durante meses y meses. El impacto de este gesto en el partido, sumado a los votos independientes que se acercarían a las urnas, le habrían alcanzado a Mejía para ganar la consulta. Esa era su apuesta.

La estrategia, sin embargo, no funcionó. Los seguidores de Moreno dentro del Polo no se conmovieron con la foto. Y como los electores de otros partidos se quedaron en sus casas, la elección terminó siendo puramente interna, que era lo que le convenía a Samuel, aunque no necesariamente era el mejor escenario para el partido.

La situación del Polo es compleja. Además de la confusión que se generó sobre la interpretación sobre las reglas de juego de la consulta, hay tres temas que generan división entre sus filas: la ideología, entre moderados y radicales; la estrategia política, entre los que quieren una izquierda 'pura' y los que abogan por una coalición de centro, y la forma de hacer política, entre un sector tradicional y otro moderno.

Las diferencias ideológicas salieron a flote a raíz de la masacre de los diputados del Valle por parte de las Farc. El senador Gustavo Petro, desde Suiza, envió una dura carta para cuestionar al Polo por no haber condenado a la guerrilla con suficiente contundencia. "Para la opinión pública no es suficientemente clara nuestra posición respecto a las Farc", decía. El presidente del Polo, Carlos Gaviria, se quejó porque la misiva se había dado a conocer antes de que se hubiera realizado un debate en las instancias internas, y dijo que su declaración inicial, redactada en forma colectiva, sí cuestionaba a la guerrilla por sus actos.

Pero la controversia fue profunda y les dio pie a los rivales del Polo para afirmar que el partido está en manos del sector más radical. Una visión que se reforzó con la manera como participó un grupo de polistas en las marchas del 12 de junio: no fue a la Plaza de Bolívar de Bogotá para no juntarse con los uribistas y para evitar que su mensaje se confundiera con el del gobierno. ¿No era un momento para jugarle a la unidad nacional contra la violencia y en protesta por la barbarie de las Farc? ¿Ha perdido el Polo sintonía con la opinión pública, que no quería que se politizaran las manifestaciones?

Hay una segunda fuente de división: la estrategia política. existen dos tendencias. Una, 'purista', que prefiere un Polo limitado a miembros con trayectoria exclusiva en la izquierda. Y otra 'pragmática', dispuesta a moverse al centro para captar apoyos en sectores independientes. El pulso entre Samuel Moreno y María Emma Mejía reflejó esa división, pero hay más ejemplos: en el Valle, los 'puristas' le cerraron las puertas a Jorge Iván Ospina, hijo del ex guerrillero del M-19 Iván Marino Ospina, porque lo ven muy cercano al uribismo. Desde su esquina, los 'puristas' piensan que los del otro lado quieren una izquierda que no es izquierda. En la otra, los 'pragmáticos' critican a sus rivales por ortodoxos, tradicionales y apegados a las fracasadas ideas y formas de los sindicatos, del Moir y del Partido Comunista.

Y hay un tercer motivo de discrepancias: la forma de hacer política. Profundas diferencias sobre el tipo de relaciones que debe tener la bancada del partido con los gobernantes de su misma colectividad. Unos creen que el ejercicio de cargos, como la Alcaldía de Bogotá, por parte de un miembro como Lucho Garzón, debe beneficiar más al partido. Se quejan de que no ha habido suficiente participación de polistas en el gobierno de la capital y le reclaman al Alcalde más cuotas y beneficios. Pero hay otros que consideran que una de las banderas del PDI es la renovación de las costumbres políticas. Y que si no gobiernan con prácticas menos clientelistas, pierden autoridad para criticar a los partidos tradicionales y para buscar el apoyo de los electores más jóvenes. El núcleo del primer grupo está constituido por las organizaciones más tradicionales que forman parte del Polo: los sindicatos y los viejos partidos de la izquierda.

Finalmente, en el partido hay inquietud por el papel que han jugado sus dos figuras con mayor poder político: Luis Eduardo Garzón, alcalde de Bogotá, y Angelino Garzón, gobernador del Valle. A este último se le han visto más ganas de trabajar con el gobierno de Álvaro Uribe en propuestas para buscar el intercambio humanitario, o una negociación de paz con la guerrilla, que de asumir un liderazgo a favor del Polo. Y a Lucho también lo critican porque ha sido ambiguo en su compromiso con la camiseta amarilla. Hay polistas que tratan al Alcalde de Bogotá como si no formara parte de sus filas.

El Alcalde de Bogotá tiene en sus manos muchos de los hilos que determinarán si el Polo supera su momento difícil. A Lucho le ha ido bien, y en la última encuesta de Invamer-Gallup mejoró su imagen favorable a un significativo 61 por ciento. Lo cual demuestra que a Garzón le ha funcionado su hábil manejo político, que a su vez ha tenido como pieza fundamental abrir espacios frente a su partido: ni siquiera votó en las elecciones internas, con un argumento -mantener la neutralidad entre Samuel Moreno y María Emma Mejía- que sonó más a excusa que a razón. ¿Se jugará Lucho por el Polo en las elecciones de octubre? ¿Lo hará después? ¿Preferiría más bien convocar una coalición de centro para su campaña presidencial?

Desde las presidenciales de 2002, el PDI ha ido mejorando en cada elección. Pero ahora su posición frente a los próximos comicios de octubre, de alcaldes y gobernadores, es débil. Sólo en Nariño, con la candidatura de Antonio Navarro a la Gobernación, tiene una ficha claramente ganadora. Si no hay un cambio en las tendencias actuales, va a perder terrenos que ganó en plazas tan importantes como Valle, Atlántico y Bogotá, y no las va a compensar en otros lugares del país.

¿Se viene una debacle? Para los optimistas, es demasiado temprano para asegurar que sí. Para los pesimistas, ya es muy tarde para evitarla. Y en esa materia, la del ánimo interior, el Polo también está dividido. n