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Los dos hombres clave

El escándalo de un posible soborno de Bavaria en Perú tiene dos protagonistas: el peruano Jaime Carbajal y el colombiano Víctor Machado. ¿Quiénes son?

11 de diciembre de 1980

El caso del soborno de dos millones de dólares que presuntamente pagó Bavaria a las autoridades peruanas para obtener carta blanca en la compra de la cervecería Backus, siguió en el corazón del debate público de ese país la semana pasada. El escandaloso asunto tiene en vilo al presidente Alejandro Toledo, salpicado por las acusaciones de dos testigos, y enredada a la cervecera colombiana. Mientras la tensión crece, dos cartas siguen tapadas en este juego de alto poder. Son dos personajes centrales de la historia cuyos testimonios serán claves en el proceso.

El primero, contratado por Bavaria para asesorar al Grupo en su entrada al Perú, es el 'consultor' de ese país James Jaime Carbajal. El segundo, el vicepresidente jurídico de Bavaria, Víctor Machado. Según las investigaciones del diario peruano El Comercio fue Carbajal quien el 22 de diciembre de 2002 fue encontrado por las autoridades del aeropuerto Albrook sacando de Panamá, rumbo a Lima, una maleta con 1,7 millones de dólares en efectivo que, según declaró, eran comisiones de Bavaria. Así quedó registrado en una página de una bitácora que El Comercio publicó, junto con testimonios del hecho, como pruebas del incidente. Los abogados de Bavaria alegan que esa bitácora es falsa.

Además, según las declaraciones ante la prensa y ante las autoridades de Hugo Durán, el conductor cuyas denuncias produjeron el escándalo, Carbajal fue el intermediario que Bavaria habría utilizado para pagar casi dos millones de dólares en sobornos a César Almeyda, hombre de confianza del presidente Alejandro Toledo.

Almeyda no era miembro de la Conasev, órgano de supervisión de valores del Perú, la cual tenía la responsabilidad de autorizar o negar la compra por Bavaria de Backus, la principal cervecería del Perú. Sin embargo, durante el proceso el Presidente de la República lo nombró y su participación fue clave en la aprobación del negocio.

Durante sus días de gloria Almeyda tenía una mano derecha cuyo nombre era Alberto Farfán, y fue precisamente el conductor de éste quien reveló a las autoridades que había escuchado conversaciones de sus jefes sobre sobornos de Bavaria por dos millones de dólares, uno de los cuales sería para el presidente Toledo. El chofer describió en detalle cómo en la casa de Carbajal, el consultor contratado por Bavaria, ayudó a contar y a empaquetar el dinero en una tula, en diciembre de 2002. Explicó que una vez organizado el dinero, éste se llevó a la casa de su jefe Farfán, donde dos días después lo recogió Almeyda, que hoy está en la cárcel acusado de otros delitos.

Días después otro influyente diario limeño, La República, dio más puntadas de la historia, al hacer públicos los registros de inmigración del Perú que constataban que, en efecto, habían entrado a Lima en un avión particular los ciudadanos peruanos Carbajal y su asistente Percy Uriarte, junto con el colombiano Ricardo Vergara Carbó, que venía procedente de Ecuador. Vergara Carbó era por ese entonces jefe de seguridad de Bavaria. SEMANA intentó hablar con Vergara, que salió de Bavaria hace unos meses, pero este no respondió las llamadas.

Carbajal no ha declarado ante los investigadores de ese país que lo citaron. Tampoco le ha dado su testimonio a la prensa y el único comentario suyo que se conoce fue en un correo electrónico que envió a varios amigos el 10 de julio pasado, en su cumpleaños, en el que dice que ha permanecido en silencio por "disposiciones del CEO de Bavaria". Afirma que se siente orgulloso de haber asesorado a Bavaria desde julio de 2002 y agrega: "No acabaremos, tanto el grupo Bavaria, la familia Santo Domingo y yo, de destapar cuáles son las verdaderas razones y quiénes están detrás de esta patraña".

El otro personaje, Víctor Machado, un joven abogado a quien todos los que han trabajado con él describen como inteligente pero calculador, ha hecho una carrera meteórica dentro del Grupo Santo Domingo. De ahí que le encargaran ser el director de orquesta de este complejo negocio de la compra de Backus. No era cualquier operación. Significaba quedarse con el control del mercado de cerveza peruano, con ventas de 1.450 millones de dólares al año que les representarían un aumento del 50 por ciento en sus ventas. Si bien Bavaria contrató los servicios de dos prestigiosas firmas legales peruanas, la veterana Raúl Ferrero & Asociados, que les abrió las puertas del alto gobierno, y la dinámica Payet, Rey, Cauvi & Asociados, expertos en mercado de valores, como dijo una fuente cercana, "no se movía un papel sin la aprobación de Machado".

Según el denunciante, el chofer Durán, este funcionario de Bavaria se reunió con Almeyda en varias ocasiones en octubre de 2002 en el Suissötel en Lima. Machado es nombrado en un e-mail que envía Marina Rospigliosi, secretaria de Alberto Farfán, a su jefe confirmándole una cita cuando este se encontraba en Panamá. El texto del mensaje dice: "Acabamos de hablar con Flor (secretaria de Almeyda) y nos reconfirmó la reunión, es con el Dr. Machado a las 5 p.m.". Dicha reunión habría tenido lugar el 8 de noviembre. Según las declaraciones del chofer, esta tenía el propósito de recoger 200.000 dólares como anticipo del presunto soborno. En declaraciones la semana pasada ante la Comisión de Fiscalización del Congreso Peruano, la secretaria admitió que ella participó en los preparativos de esta reunión. Los abogados de Machado le hicieron llegar a SEMANA una fotocopia de su pasaporte en la cual consta que el día que tuvo lugar la reunión en Panamá a las 5 de la tarde, él ingresó a Colombia a las 12:29 del día.

Todas estas acusaciones han sido tajantemente negadas por Bavaria. Según los voceros de la empresa colombiana, el testimonio del chofer Durán es incoherente puesto que a El Comercio le dijo una cosa y a la Comisión de Fiscalización del Congreso que investiga el tema le ha dicho otra.

Apenas salió a flote el episodio de Panamá, el abogado penalista Jaime Lombana, contratado por Bavaria para defenderla en el caso, alegó que todo era falso e hizo público un certificado de la aeronaútica panameña en que dice que el contenido de la bitácora publicado por El Comercio no correspondía a la bitácora oficial.

Sobre esta bitácora el subdirector de la aeronáutica de Panamá Humberto Echavarría le dijo a SEMANA que toda la documentación sobre lo sucedido con Carbajal el 22 de diciembre de 2002 en el aeropuerto de Albrook fue remitida al Ministerio de Gobierno de ese país.

El viernes pasado, voceros de Bavaria le mostraron a SEMANA fotocopias de una bitácora que según ellos es la verdadera, así como un certificado de un fiscal que atestigua constarle que estas copias son parte de la bitácora oficial de la aeronáutica civil del aeropuerto en cuestión. De acuerdo con la bitácora publicada en el diario El Comercio del Perú, a la 1:11 de la tarde Carbajal fue detenido en el aeropuerto con 1,7 millones de dólares. Según la bitácora que presentó Bavaria, ese mismo día y a esa misma hora se presentó un incidente por un avión que arribó de urgencia con un pasajero atragantado con una espina de pescado. Los voceros de Bavaria dijeron que no podían dejar copia de estas pruebas pues las iban a entregar a la justicia peruana.

En toda esta novela la verdad se ha vuelto más esquiva debido al silencio de las dos personas que según los testimonios existentes hasta la fecha se han convertido en los dos protagonistas de este episodio: Jaime Carvajal, el peruano que habría llevado el dinero y en cuya casa se habría empacado, y Víctor Machado, el vicepresidente jurídico de Bavaria, que ha sido mencionado como el contacto colombiano del presunto soborno. Por eso vale la pena saber quiénes son estos hombres.



La historia de Carbajal

Paradójicamente, Jaime Carbajal, economista de la Universidad Católica del Perú y con una exitosa carrera en las relaciones públicas y las asesorías empresariales y financieras, fue activista de izquierda en sus años mozos. Militó en el Partido Socialista Revolucionario (PSR), que surgió entre los seguidores del régimen militar de Juan Velasco Alvarado, y como tal trabajó como asesor de congresistas de ese partido en los 80. Según el diario La República, que publicó en días pasados un completo perfil de Carbajal, cuando uno de estos congresistas fue nombrado ministro de Alberto Fujimori lo contrató su asesor. Entonces salieron del PSR por su cercanía al gobierno de derecha.

Más adelante siguió cultivando relaciones políticas estrechas con los amigos de Fujimori. La República asegura que, por ejemplo, fue muy amigo de Óscar Dufour Cattaneo, hoy prófugo de la justicia por haber aparecido en uno de los 'vladivideos' que lo señalaban de haber participado en sobornos de congresistas. Otra fuente, citada por el mismo diario, aclara sin embargo que Carbajal terminó su amistad con Dufour luego de hacerse público el episodio del 'vladivideo'.

Jimmy, como le dicen sus amigos, continuó su carrera como asesor de empresas en materias financieras con gran dinamismo. Su amigo Juan Carlos Valdivia le contó al diario peruano que había empezado desde abajo, y que "no le debe nada a nadie por haber llegado hasta donde se encuentra".

No obstante, ha sido polémico por su doble papel de periodista, pues ha sido editor de la revista Business, dedicada a los temas económicos y empresariales, y de consultor de empresas. Sobre todo porque ha asesorado a algunas firmas en momentos muy difíciles, como cuando manejó la imagen del BBVA, luego de que un ex funcionario acusó a este banco de haberle pagado sobornos a Vladimiro Montesinos, o la de la multinacional belga Tractebel, cuando un fiscal de ese país dijo que había pagado a Fujimori un soborno de 10 millones de dólares supuestamente para facilitar su entrada al mercado de energía eléctrica al Perú.

Quienes lo conocen dicen que Carbajal es amable, tiene don de gentes y es muy eficaz en su trabajo. Como ha tenido un buen desempeño empresarial, hoy es un hombre rico con varias propiedades inmuebles, un Mercedes-Benz F-430 y dos finos caballos de carreras, Misty y Sky Business.

Según una fuente cercana a la negociación, a Carvajal lo contrató Bavaria por recomendación de otras firmas prestigiosas, cuando el pulso con la cervecera venezolana Polar por adquirir Backus, la principal cervecería del Perú, estaba en su momento más candente. "Necesitaban alguien que se moviera con facilidad en los medios y que pudiera asegurar que las noticias que salían en la prensa incluyeran el punto de vista de Bavaria", dijo a SEMANA la fuente.

Para Bavaria, hasta el estallido del escándalo Carbajal había cumplido con la tarea encomendada. El 15 de junio, con la publicación de El Comercio de las declaraciones del chofer Hugo Durán, Carbajal se fue del Perú y hasta ahora no se ha presentado ante las autoridades. Se sabe que la semana pasada estaba en Colombia en contacto con los abogados del Grupo Santo Domingo.

Santo de ninguna devoción

La otra figura clave de este escándalo, Víctor Machado, es hijo único de un llanero mayor que murió cuando él era niño y fue criado por su madre Blanquita Pérez. Es bachiller del colegio Cervantes y abogado javeriano que no brilló demasiado como estudiante. Recién graduado de la carrera, su tío segundo y primo de su mamá, Jaime Pérez Norsagaray, médico de Bavaria, se lo recomendó para un trabajo en la Nacional Fiduciaria al entonces vicepresidente jurídico de Bavaria, Gabriel Jaime Arango, a quien terminó reemplazando años después. Luego ascendió a jefe jurídico de Finca, una fábrica de alimentos para animales del mismo Grupo. Allí se conoció con Gustavo Alberto Lenis y se volvieron grandes amigos. Tanto es así que Lenis le presentó a la hermana de su esposa, con quien luego Machado se casó. Lenis se llevó a Machado para SAM, y después, cuando fue presidente de Avianca, lo nombró secretario general de esta aerolínea. Hoy no sobreviven ni la amistad con Lenis ni el matrimonio con la cuñada.

A lo largo de su vertiginosa carrera, Machado ha mostrado tener un carácter bien particular. Se ha distinguido por ser un buen abogado, no por estudiar en profundidad los casos, sino por su facilidad para absorber como esponja los argumentos jurídicos que le presentan sus asesores. Así mismo le reconocen una habilidad para captar lo importante de un caso, y cierta audacia para ingeniarse estrategias originales para ganar un pleito o alcanzar lo que se propone.

La revista Latin Finance catalogó el departamento jurídico de Bavaria como el segundo mejor de la región después del de Cemex en México.

Mientras Machado trabajaba en Avianca, según tres testimonios distintos, aprovechó la crisis que atravesaba la empresa para desprestigiar a otros funcionarios, e incluso dicen que a su jefe, amigo y concuñado Gustavo Alberto Lenis, ante la familia Santo Domingo. A pesar de que entre sus conocidos hay pocos que digan apreciarlo, ha sabido posicionarse bien antes los dueños de la empresa.

Algunos de sus críticos aseguran que ha abusado de esa cercanía para descabezar a sus adversarios. Le atribuyen un papel importante en las salidas de Lenis, de Bernardo Quintero y de Andrés Obregón Santo Domingo, entre otros. También produjo controversia la forma descortés como trató a don Jorge Ferro Mancera, el patriarca tributario del Grupo Santo Domingo.

Fue a este funcionario a quien Bavaria le encomendó la difícil misión de liderar la compra de Backus en Perú, tarea en la que quedó enredado en el escándalo que hoy se ventila en los medios.

El proceso sigue

Mientras no se conozcan las versiones de Machado y de Carbajal, quedan todavía muchos interrogantes para resolver. Para empezar, las autoridades tendrán que dilucidar la incógnita de la prueba reina: cuál de las dos bitácoras es la auténtica. Si la publicada por El Comercio según la cual el 22 de diciembre a la 1:10 de la tarde un peruano paralizó el aeropuerto por llevar 1,7 millones de dólares en efectivo. O la que muestra Bavaria como prueba del montaje: que lo único que se registró ese mismo día a la misma hora fue que un señor llegó al aeropuerto Albrook con una espina en la garganta.

Mientras el periódico El Comercio se sostiene en sus versiones, directivos y funcionarios de Bavaria aseguran que la ofensiva contra ellos hace parte de una estrategia de los dueños de ese periódico para matar dos pájaros de un tiro. Primero, que El Comercio quiere tumbar a Toledo y en ese objetivo los ha arrastrado a ellos también. Segundo, que como El Comercio es socio de la familia Santo Domingo en un canal de televisión peruano, todo este escándalo les facilitará sacar a su socio y comprarlo. Agregan que los intereses cerveceros brasileños están detrás de todo esto, puesto que quieren debilitar a Bavaria para quedarse con el mercado peruano.

¿Para qué el supuesto soborno?

¿Por qué habría Bavaria tenido la necesidad de pagar sobornos en Perú cuando lo que estaba haciendo representaría una inversión total de más de 1.500 millones de dólares y un pago millonario de impuestos? Primero hubo una larga -y bastante agria- batalla con la cervecería Polar del venezolano Lorenzo Mendoza, que había impugnado la compra por Bavaria de un porcentaje de Backus en junio de 2002, y luego otra del grupo Cisneros, también venezolano, en la que alegaba que las movidas no eran más que una estrategia acordada de antemano entre Cisneros y Santo Domingo para una toma hostil de la cervecera peruana. Ante las acusaciones, la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores de Perú (Conasev) tuvo que investigar el caso para determinar si Santo Domingo y Cisneros actuaban en llave o era una coincidencia su interés simultáneo en comprar. Para hacer el negocio, Bavaria dependía de lo que finalmente dictaminara este despacho y el supuesto soborno se habría pagado para obtener su visto bueno. (Ver la cronología del negocio).

Precisamente la semana pasada surgió un nuevo debate sobre la actuación de esta entidad. El ex gerente general de la Conasev, Carlos Puga Pomareda, atestiguó ante la Comisión Fiscalizadora del Congreso que su salida de la entidad se debió a presiones del alto gobierno por la investigación del caso Bavaria. Aseguró Puga que si Almeyda pudo haber ejercido alguna presión, lo hizo no sobre el directorio de la Conasev, sino sobre los técnicos. De ahí que el informe técnico que debía valorar si hubo o no una concertación previa entre Cisneros y Bavaria para la toma de Backus se haya convertido en un documento ambiguo que no se terminó. Además, Puga hizo pública una carta que había enviado a los miembros del directorio poco antes de que se le pidiera su renuncia en la que advertía de la gravedad de que se violara la autonomía de la entidad, "más aún en una coyuntura como la actual en la que se está investigando el caso más importante desde que se creó la institución".

Esta Comisión deberá rendir su informe final esta semana, y de él está pendiente medio Perú. Es importante que este tema se aclare definitivamente porque de ello depende el buen nombre de Bavaria, una empresa colombiana que ha logrado una importante internacionalización y es una de las instituciones más antiguas y respetadas del país.