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LOS GRINGOS RESPONDES

La semana pasada Carlos Castaño envió una carta al embajador Curtis Kamman con la oferta de <BR>entegarse a las autoridades estadounidenses. SEMANA conoció en exclusiva la respuesta norteamericana.

7 de junio de 1999


EL PASADO 28 DE ABRIL Carlos Castaño, comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC),
envió una carta a los medios de comunicación. A ella iban anexas otras dos misivas. Una de ellas dirigida a
los demás comandantes de las Autodefensas, encabezados por Ramón Isaza, y una segunda dirigida
simultáneamente al presidente Andrés Pastrana y al embajador de Estados Unidos, Curtis Kamman. En la
primera Castaño dice a los demás comandantes: "Pongo mi cargo a disposición de ustede, para que
determinen mi permanencia o relevo de él; mientras demuestro la infame calumnia de la que estoy siendo
objeto ".
En la segunda carta dirigida a Pastrana y Kamman, Castaño afirma que "me dirijo a ustedes a propósito de un
artículo publicado en la revista SEMANA del 26 de abril, en el cual se menciona una información que, firmada
por el señor Barry Zuloff, funcionario de la DEA, me relaciona con la actividad del narcotráfico". Y agrega:
"Durante toda mi vida he sido un acérrimo enemigo del narcotráfico y su poder corruptor. La autoridad moral
demiconducta, ajena a esta actividad delictiva, me ha permitido controlar, depurar, denunciar públicamente y
exigir castigo para cualquier miembro de las Autodefensas o de las comunidades sobre las cuales tenemos
ascendencia, cuando se han descubierto involucrados en actividad relacionadas con narcotráfico".
Mas adelante Castaño afirma "Sí llegasen a tener alguna prueba seria, solicito quelo digan públicamente. Si
así fuese, estaría dispuesto a renunciara la jefatura de las AUC". Y solicita "que no se le dé ningún tipo de
tratamiento político o concesiones jurídicas, durante el proceso de paz, a quienes siendo miembros de las
Autodefensas, se les comprueben cargos por narcotráfico" .
No obstante lo anterior, fue el cierre de la misiva lo que logró titulares en los principales periódicos del país la
semana pasada. Castaño dijo: "Estoy dispuesto, si el gobierno de Estados Unidos garantiza que no seré
detenido por mis delitos políticos derivados de mi lucha antisubversiva, a presentarme ante una autoridad
competente de ese país para responder por esta aleve calumnia ". Y no era para menos. Uno de los hombres
más buscados de Colombia estaba ofreciendo entregarse a las autoridades norteamericanas para ser juzgado
en un tribunal de Estados Unidos por cualquier acusación en su contra por narcotráfico.
Todo ello con la condición de no ser procesado por sus delitos asociados al paramilitarismo.
Inmediatamente comenzaron las cábalas en Colombia sobre la posible reacción de Estados Unidos. Lo que
hizo Castaño, de alguna manera, fue lo que coloquialmente se conoce como mandar la pelota al otro campo.
¿Estarán los norteamericanos dispuestos a aceptar la oferta? ¿Es jurídicamente posible lo que propone
Castaño? ¿Qué sucederá si no hay respuesta? ¿Significaría eso que la DEA en realidad no tiene pruebas
contundentes contra Castaño? ¿Sería esa una especie de 'absolución por omisión'?
La respuesa a estos interrogantes ya empezó a aclararse. Un alto funcionario del Departamento de Estado le
ha respondido a esta revista el desafío planteado por el jefe de las Autodefensas. El texto de la respuesta es
el siguiente. "Carlos Castaño es un fugitivo de la justicia colombiana, como producto de sus actividades
paramilitares. Si le interesa tanto limpiar su nombre, que se presente ante la justicia de su propio país".
Con respecto a la indignación mostrada por Castaño por aparecer asociado al narcotráfico en un informe de la
DEA el Departamento de Estado respondió: "Nos llama mucho la atención que el señor Castaño haya
admitido públicamente en el pasado que una buena parte de los fondos de su organización, las Autodefensas
Unidas de Colombia, AUC, viene de actividades del narcotráfico".
A lo que se refiere el gobierno norteamericano es a una entrevista concedida por Castaño a la periodista María
Cristina Caballero para la revista Cambio 16 en diciembre de 1997. En ella Castaño dijo: "Me reuní con 40 ó 45
grandes jerarcas de los cultivos de coca. Les dije que si me daban la mitad de lo que le pagaban a la guerrilla
yo les respondía... Una manguala se combate con otra manguala. Las reacciones fueron muy variadas, pero
finalmente aceptaron. Yo tengo que combatir al enemigo por el lado financiero y f nanciar mi organización". Al
ser interrogado sobre cuánto le aportaban al mes los cocaleros Castaño respondió: "Noventa millones de
pesos".

¿QUE SIGNIFICA?
La respuesta norteamericana, como casi todo lo que hacen los estadounidenses, hay que analizarla entre
líneas. Por un lado, es evidente que las sindicaciones contra Castaño no son simplemente una acusación de
la DEA sino que empiezan a tomar la forma de una política integrada de toda la administra ción, cuya punta
de lanza es el Departamento de Estado. Eso parecería indicar que los gringos tienen más que simples indicios
en contra de Castaño. El gobierno norteamericano, como lo demostró con el manejo de la crisis de Ernesto
Samper, nunca muestra todas sus cartas en un comienzo, pero cuando empieza a usar un tono agresivo se
sabe que por detrás hay, por lo general, una fundamentación sólida.
Sin embargo, si Estados Unidos tuviera las pruebas que Castaño exige se hagan públicas, ¿por qué no aceptar
la propuesta del jefe paramilitar de entregarse a sus autoridades? Para ello hay varias respuestas posibles. La
primera es que jurídicamente, sería muy complicado para Estados Unidos juzgar a Castaño exclusivamente
por temas de narcotrafico y no hacerlo por sus delitos contra los derechos humanos. Si bien puede no estar
sindicado ante una corte norteamericana por dichos delitos si hay un tratado de extradición vigente con
Colombia. Si Castaño se entregara a la justicia estadounidense la Fiscalia en Colombia no tendría opción
distinta a solicitar su extradición al país. Si bien los norteamericanos podrían no extraditarlo, ya que hacerlo
es facultativo del Presidente, no tendria ninguna presentación el que no lo hicieran.
La segunda es que si bien los noteamericanos pueden tener pruebas contra Castaño por actividades de
narcotrafico, como afirma la DEA, la judicialización de las mismas para convertirlas en orden de captura y
posteriormente de extradición no se hace de la noche a la mañana. Esto explicaría porqué la respuesta gringa
tiene un tono dilatorio, como queriendo no devolver el balón todavía.
Por ahora lo único claro es que tanto Castaño como el Departamento de Estado parecen estar jugando más en
la cancha de la opinión que en la de la justicia. Castaño parece empeñado en convencer a todo el mundo de
su inocencia mientras que Estados Unidos parece estarlo en ponerla en duda. Solo el tiempo dirá cuál tiene la
razón.