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LOS LUNARES DEL FISCAL

Para la opinión pública el hombre del año es un héroe, pero algunos penalistas creen que tiene muchas fallas.

8 de enero de 1996

SEGUN TODAS LAS ENCUEStas, Alfonso Valdivieso es el hombre más popular del país. La opinión pública lo considera el símbolo de la lucha contra la corrupción y obviamente mejor imagen no se puede tener en un país como Colombia. A nivel de opinión calificada, sin embargo, la gestión del Fiscal ha tenido algunos lunares. Tenía que ser así pues ni Valdivieso ni nadie en este mundo es perfecto. Por esto, aunque son minoritarias las voces disidentes, sería incompleto e injusto dedicarle un número especial como homenaje al Fiscal ignorando estos puntos de vista.
La crítica más escuchada hasta la fecha es la de las filtraciones de información. Desde cuando se inició el proceso 8.000, la reserva del sumario ha sido letra muerta. Los medios compiten entre sí por obtener chivas que forman parte de esta reserva y prácticamente no ha habido una semana en que no se haya filtrado algo que debería ser información confidencial del proceso. Como era de esperarse, todos los afectados por esta violación sumarial responsabilizan a la Fiscalía.
Esta crítica no es totalmente injustificada. Aunque en las últimas semanas la Fiscalía parece obsesionada por controlar filtraciones, no era este el caso en las etapas iniciales del proceso. Como la cascada de descubrimientos que iban apareciendo sobre nexos entre la política y el narcotráfico era tan escandalosa, existe la posibilidad de que la Fiscalía haya decidido familiarizar a la opinión pública con lo que estaba sucediendo para ambientar políticamente cualquier fallo. No de otra forma se puede interpretar el hecho de que los colombianos, hoy por hoy, conozcan todos los detalles de lo que sucedió en la campaña cuando en teoría sólo las autoridades judiciales deberían tener acceso a esta información.
Políticamente estas filtraciones tienen sentido. El juicio a un presidente de la República no puede ser secreto. Sería un imposible que durante un año de investigaciones el país no recibiera información de ninguna clase sobre asuntos tan delicados como la legitimidad de la elección presidencial. El juicio a un presidente tiene que ser público y aunque una investigación técnicamente no es un juicio, en el caso de un presidente es lo mismo. Sin embargo estas son consideraciones políticas y no jurídicas. Los medios de comunicación tienen la obligación de informar. Los partidos políticos tienen la obligación de debatir. Pero la Fiscalía no tenía por qué sumarse a este juego y sin embargo se sumó.
Obviamente no todas las filtraciones tuvieron su origen en la Fiscalía . Pero no hay duda de que de esa entidad salieron muchas. Alfonso Valdivieso es un hombre discreto y no existen hasta ahora pruebas contundentes de él como responsable directo de estos hechos. Pero aunque estos hayan sido protagonizados por sus subalternos y nadie puede garantizar la discreción de docenas de funcionarios, la responsabilidad final es de él como cabeza de la pirámide.
Otro lunar que algunos le han visto a la Fiscalía es que ha politizado el proceso y muchas veces en público. El espectáculo de subalternos de Valdivieso enfrentándose por los medios de comunicación contra los otros poderes públicos es tan lamentable como antijurídico. El proceso 8.000 tiene características muy especiales. Se trata del escándalo político más grande de la historia contemporánea en Colombia. Pero no todo lo escandaloso es delito ni todo lo inmoral es ilegal. Y el meollo del proceso 8.000 es el delito de enriquecimiento ilícito, sobre cuya aplicación no existen mucha claridad ni muchos antecedentes. En este campo se está abriendo trocha. El derecho penal es de aplicación restrictiva precisamente para evitar atropellos y darle al acusado el beneficio de la duda hasta que se demuestre su culpabilidad. Este es un principio universal que tiende a debilitarse cuando se politiza la justicia. Y nadie en Colombia puede negar que el proceso 8.000 es ante todo un proceso político. Esto se está traduciendo en condenas públicas antes de sentencias jurídicas.
Otra crítica que se le hace a la Fiscalía es que así como funciona demasiado para el proceso 8.000 funciona demasiado poco para el resto de los expedientes. El denominado Medinagate, que se ha convertido en una obsesión nacional, no cubre a más de 30 personas. Horas infinitas han sido dedicadas al estudio de este caso mientras que el millón 200.000 expedientes restantes que reposan en la Fiscalía están casi todos dormidos. Hoy por hoy, tal vez la única forma de que a una persona le definan su caso rápidamente es ingresar al proceso 8.000. Pero la justicia eficaz no puede ser un beneficio para los famosos, tiene que ser un derecho para todos los ciudadanos y eso no está sucediendo.
Por último, existen reservas sobre las ambiciones políticas del Fiscal. Ser candidato a la Presidencia es un derecho de cualquier ciudadano, pero cuando éste se desempeña como Fiscal, sus decisiones pueden estar inspiradas por motivaciones políticas. Por cuenta del proceso 8.000 Alfonso Valdivieso es en la actualidad el liberal con más posibilidades de llegar a la Presidencia en 1998. Esto es bueno para el Partido Liberal pero malo para la administración de justicia. El prestigio del Fiscal se deriva principalmente de su imagen como el cruzado contra la corrupción. Esta imagen puede halagar la vanidad de cualquiera y llevarlo a montarse en el potro de una candidatura presidencial. Esto no sería recomendable. La política requiere golpes de opinión y la justicia decisiones basadas en los códigos. Colombia necesita más fiscales como Valdivieso que candidatos como él. Y desde el momento en que un fiscal tiene consideraciones de popularidad, sus decisiones pueden estar cargadas. El Fiscal ha manifestado hasta ahora que una candidatura presidencial no es su preocupación por el momento. Esto en el fondo es una respuesta de candidato. Su credibilidad como Fiscal sería mayor si renunciara en forma categórica y definitiva a una aspiración presidencial en 1998.