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Los mártires inocentes

Quien mide el verdadero costo de la vida a largo plazo de esta guerra absurda en Colombia no son realmente los muertos de hoy sino las víctimas síquicas y socioafectivas en vida: los niños.

1 de marzo de 2002

Cada día con más frecuencia los niños colombianos son la pantalla que recibe los golpes que genera la violencia en Colombia. "Entran y matan a la gente, los masacran, roban, queman las casas, se ríen y están disparando, matan la gente delante de uno y dicen que es por sapo, le quitaron las uñas y lo pican como si fuera pescado. La violencia es muy fea", exclamaba aterrada una niña de apenas 9 años que vio cómo actores armados asesinaban a un joven de su localidad. Con un testimonio como el suyo, que es vivencia de muchos niños colombianos, salta a flote un grave problema del que vienen advirtiendo sistemáticamente sicólogos y siquiatras que han profundizado sobre la incidencia del trauma postraumático de la guerra en las mentes infantiles.

Los especialistas en varias ocasiones han hecho ver que la falta de tratamiento sicológico y siquiátrico de los niños que han estado expuestos a visiones de extrema crueldad y a duelos entrañables sin resolver, serán posiblemente el caldo de cultivo de una próxima guerra en el país. Simplemente como víctimas inocentes de la fragilidad de las políticas estatales y gubernamentales para atender una situación de salud mental adecuadamente y romper el círculo violento.

Así lo indica el médico especialista en niños con énfasis en clínica cognitiva comportamental y neurosicología, doctor Francisco Ocampo Duque: "Quien mide el verdadero costo de la vida a largo plazo de esta insensata guerra no son realmente los muertos de hoy, sino las víctimas síquicas y socioafectivas en vida. Los niños de hoy, los adultos de mañana, quizá 10 años después de que los cañones se silencien, la naturaleza social seguirá siendo probabilística, la información y las cifras serán siempre insuficientes, los resultados limitados y las decisiones inevitables, porque si no actuamos a tiempo aún seguirán retumbando en los laberintos cerebrales el sonido de las armas, las imágenes del terror y la crueldad, es decir, todavía estarán operando muchos gatillos mentales".

Los niños de oriente

El oriente del departamento de Antioquia, constituido por 23 municipios ha sido una de las zonas más prósperas de la región por la presencia de las grandes hidroeléctricas colombianas, pero además es también una de las más golpeadas por los factores de violencia que azotan el país. Es así como ha ido convirtiéndose en un campo de guerra de todos los grupos armados del país, altamente peligroso especialmente para la población infantil y juvenil. Al tanto de esta situación la Mesa Subregional de Infancia del Oriente Antioqueño, un organismo integrado por los comités de infancia de todos los municipios, en conjunción con Conciudadanía, (ONG que trabaja con los niños de la zona desde hace más de 10 años), se propuso el año pasado establecer la situación real de la infancia en esta área y mostrar algunas cifras que preparen a los alcaldes y funcionarios de los municipios sobre la exigencia de hacer algo y pronto en materia de salud mental en relación con ellos. Es así como 300 maestros, líderes y funcionarios municipales se aplicaron en recaudar la información para el año 2000 al 2001, que luego consolidaron para obtener así la visión del problema. Sólo 16 de estos municipios quisieron revelar la verdadera cara de su situación. Los otros, bien por miedo o por temor a la estigmatización de la que a veces son víctimas, no participaron.

Según las cifras 103 niños no combatientes de la zona perdieron su vida el año pasado en 16 de los municipios encuestados, la mayoría en asesinatos selectivos por ser considerados presuntos colaboradores de uno y otro bando. Paralelamente otros 125 niños y niñas fueron heridos con armas de fuego, granadas o bombas, 78 de los cuales eran niños adolescentes.

Pero allí no termina el balance. Según éste otra de las armas de los violentos consiste en someter a estos infantes a la humillación y profundo trauma de ser violados. Es así como 42 niños y niñas fueron reportados como víctimas de violación exclusivamente por actores de guerra, no se habla de la violencia intrafamiliar. Esta cifra a la luz de los investigadores puede ser mucho mayor pero la declaración del hecho compromete mucho y lo usual es que no lo declaren.

La encuesta además resalta que 958 niños y niñas han quedado huérfanos. La mayor parte, 40 de cada 100, son menores de 12 años encontrándose casos en los que quedaron totalmente desprotegidos y a su propia suerte. Los mayores dramas se produjeron en San Carlos, Peñol, Marinilla, San Luis, Alejandría y Concepción.

"Otros son huérfanos de uno de los padres, generalmente de padre, lo que deja un resultado de mujeres cabezas de hogar que deben afrontar un cambio radical en sus funciones y muchas veces deben abandonar su lugar de residencia", según el estudio.

Por otro lado los investigadores han registrado otro caso que sobrecoge. Hay 386 niños que han sido separados de sus padres porque éstos desaparecieron, fueron retenidos o secuestrados.

El tema del desplazamiento no permite tregua en la zona, el registro de más de 2.000 niños desplazados, la gran mayoría menores de 12 años, da cuenta de los graves efectos de este problema. Muchos son desarraigados de sus casas, escuelas y amigos, por lo cual acaban con depresión y con efectos de inestabilidad emocional. Esto tiene otro efecto y es que los campos están quedando poblados por gente mayor.

Los niños afectados por trauma sicológico en ese año están estimados en 2.545, el 60 por ciento de los cuales son menores de 12 años. Muchos de ellos, un poco más de 450, presenciaron actos de barbarie, visiones que los perseguirán y desestabilizarán por toda su vida si no reciben la ayuda que necesitan.

Soluciones

La guerra en el oriente, aunque no es nueva, sigue sin generar las soluciones que la población requiere y por lo pronto la problemática excede las acciones que toman las autoridades responsables para sortear la situación. Existe una tendencia repetida a diagnosticar una y otra vez sobre los mismos problemas, proceso en el que muchas veces se va el presupuesto que debería destinarse a la asistencia de los mismos. Con el caso de la salud mental ocurre esto. Las acciones son tan débiles que al final no producen los cambios que deberían. A esto se suma que en estos municipios tradicionalmente la plata de la salud se destina a la salud pública dejando de lado la salud mental. Tal es el caso de muchos municipios que no tienen aún sicólogo.

Semana.com estuvo indagando qué están haciendo los distintos frentes en favor de este problema y esto fue lo que encontró:

La Dirección Seccional de Salud del Departamento se encuentra diseñando una directriz para ser facilitadores "de las interacciones sicosociales", según explica la sicóloga María Cristina Franco Valencia, pero aclara que su trabajo ha estado más enfocado a favorecer el programa de desplazados. Su equipo forma parte de los comités de atención integral a esta población y en materia sicosocial su participación es la de buscar interacciones a través de los agentes que tienen que ver con el "antes, el durante y el después" de la situación de emergencia y desplazamiento. "Le jalamos más a la prevención y promoción, más que aldiagnóstico terapéutico", aclara ella.

Conciudadanía es una corporación para la participación ciudadana privada. Con la infancia promueve Pactos por la Infancia, entre la comunidad y las dependencias de los municipios con el fin de que los niños estén en el foco de sus programas de inversión y además sean protegidos de los efectos del conflicto armado. Han estado muy activos en incentivar los gobiernos escolares para desarrollar el protagonismo de los niños y jóvenes buscando mejorar la calidad de la educación, la democratización de la escuela y la resolución de conflictos sin acudir a la violencia. Ellos fueron un pilar del diagnóstico de los efectos de la Guerra en los Niños de Oriente. Sus programas han sido financiados por la agencia AGRO, Acción Alemana, Dividendo por Colombia y la Gobernación de Antioquia.

La dirección de Equidad y Género, creada por el gobernador Guillermo Gaviria, es otra instancia asesora, "ayudamos a sensibilizar a los alcaldes con el tema de la mujer y con ella se entiende a la niñez y a los ancianos". Sin embargo en este momento están gestionando recursos para poder acometer sus programas de apoyo a la mujer. "Nosotros somos asesores y apoyamos si hay forma con recursos económicos. Por lo general damos el aval a las ONG para sus proyectos de cooperación", indica la socióloga Luz Mosquera.

Los alcaldes del Oriente Antioqueño tuvieron la oportunidad de conocer sobre el problema de los niños en la 8ª Asamblea Provincial de Oriente, realizada en diciembre de 2001 en la Ceja. Con lo que la esperanza es que se adopten políticas públicas que deriven en planes de acción reales y humanitarios con estas poblaciones. Algunos ya han hecho trabajos en ese sentido, es el caso de las alcaldías de El Peñol, Guatapé y San Rafael, cuyos funcionarios participaron de un taller llamado Apoyo al Apoyo dictado por el programa Convergencia y Desarrollo de la Universidad de Eafit. De ahí salió la inquietud de una asesoría para la planeación y elaboración de un proyecto de los tres municipios en el área de salud mental.

En el municipio de San Luis realizaron el Proyecto de intervención sicosocial a la población afectada por situaciones críticas. Este trabajo fue realizado por Cempas–CES en 2000, e involucró a los niños de la región mediante el empleo de una metodología practicada por la Unicef en Bangladesh y en Honduras. "Básicamente consiste en reconocer los niños más afectados del grupo a través de unas estaciones de juego. De su interacción y disposición se deduce cómo ha sido influido por un hecho traumático. Una vez reconocido hay que darle una atención más personalizada", explica el sicoanalista Raúl Salamanca, quien participó en los talleres.

Para el alcalde de Sonsón, William Ospina Naranjo, los acercamientos humanitarios que están adelantando con los actores armados que operan en la zona han sido fundamentales. "Para los alcaldes municipales del Oriente es urgente continuar con los acercamientos humanitarios precisamente porque consideramos que a los niños y niñas tenemos que sacarlos del conflicto. Les hemos solicitado que no los incorporen a sus filas y no los abusen sexualmente. Los alcaldes nos comprometemos a ir logrando plena escolarización y a realizar procesos sociales donde los niños adquieran la importancia que tienen y su derecho en el desarrollo social". En su municipio, por ejemplo, hace un año creó la Consejería Municipal de la Juventud, se han creado 30 grupos juveniles y conformó el gabinete infantil, con lo que los niños son escuchados y sus proyectos tenidos en cuenta. Adicionalmente creó la comisaría de familia con la finalidad de proteger a los menores en riesgo en convenio con el Icbf.

Un ejemplo de gestión en este campo es el que han logrado las mujeres de la zona integrándose en grupos como Amor (Asociación Regional de Mujeres de Oriente), Las Mujeres de Negro y las de la Ruta Pacífica. Unidas han puesto sobre el tapete los problemas que las aquejan buscando llamar la atención sobre temas como éstos, los del impacto de la violencia en el núcleo familiar.

Aunque se han hecho aproximaciones al tema y es indudable que la problemática cada día es más reconocida, todavía falta que muchos municipios se involucren en las soluciones que requiere su población infantil para lograr que sus niños sean portadores de un futuro mejor para su localidad.

"Si no actuamos a tiempo el fantasma de la violencia seguirá latente en otros actores que ya dejaron de ser niños, al menos físicamente, frágiles y vulnerables, las víctimas de hoy serán los agresores del mañana", concluye el doctor Francisco Ocampo Duque. Por eso es imperativo empezar a prestarles atención a los niños desde ya.