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CONFLICTO

Los perros de la guerra

Unos 450 canes acompañan a la vanguardia del Ejército en la lucha contra la colocación de minas antipersonales en el país.

13 de octubre de 2002

Ya era de noche en la vereda El Chuscal, cerca del municipio antioqueño de Guatapé, cuando los 35 soldados de contraguerrilla del batallón No. 54, de la Brigada Móvil Número 3, encontraron un claro que parecía seguro para acampar. En todos los hombres se evidenciaba el cansancio. Llevaban varias semanas realizando operativos y cuidando las torres de energía del sector. En ese duro día habían efectuado un largo recorrido y desactivado ocho campos minados. Sin embargo, antes de comenzar a instalar los cambuches, el comandante siguió el protocolo de seguridad y solicitó una última revisión del lugar en donde se instalarían.

El soldado profesional José de Jesús Restrepo le señaló el sitio a su perro, 'El negro', un labrador de 3 años de edad. El animal salió hacia el lugar, seguido de cerca por su amo, mientras los demás esperaban a prudente distancia. Poco antes de llegar al claro 'El negro' se quedó quieto y señaló un lugar en el suelo. Para Restrepo esa era la señal clara que indicaba que el perro había detectado un explosivo. Alertó a sus compañeros sobre el peligro y llamó a su fiel compañero para que regresara.

El animal obedeció pero al retroceder pisó otra mina y la hizo estallar. Aunque el resto de la tropa salió ilesa, Restrepo y 'El negro' quedaron malheridos. Media hora después el soldado y su perro fueron evacuados en un helicóptero hacia un hospital en Rionegro. Al primero una de las esquirlas le perforó el estómago pero los médicos lograron sacarla sin mayores complicaciones. Al animal, en cambio, no le fue tan bien. 'El negro' perdió el ojo y el oído izquierdos y todo el cuerpo le quedó lleno de esquirlas imposibles de remover.

Después de haber salvado la vida de los 35 soldados en Guatapé y ante la gravedad de sus lesiones, 'El negro' tuvo que ser dado de baja del servicio militar. Su última acción heroica, sumada al registro de 80 campos minados detectados durante los últimos dos años, fueron argumentos suficientes para que en diciembre del año pasado este labrador se convirtiera en el primer perro en la historia del Ejército colombiano en recibir una medalla por servicios prestados a la patria. La ceremonia, en la que también fue condecorado su amo, se celebró en la base militar de Tolemaida. Como reconocimiento a su proeza el soldado fue enviado al Batallón Colombia en el Sinaí, mientras que 'El negro' fue retirado del servicio activo y ahora pasa sus días como 'veterano de guerra' en la guarnición militar en Melgar.

Se las huelen todas

La historia de 'El negro' no es un caso aislado en la guerra colombiana. En los últimos cuatro años los perros se han transformado en una extraordinaria ayuda para el Ejército en la detección de campos minados. Las minas son enemigos silenciosos que no discriminan entre combatientes y civiles. En la actualidad hay 100.000 minas enterradas en 411 municipios de 30 de los 32 departamentos. Las cifras son aterradoras. En los primeros nueve meses de este año 459 personas han sido víctimas de las minas antipersonales en el país, es decir dos víctimas diarias. De ésta el 25 por ciento, unas 115, fueron niños que perdieron sus piernas. Estos datos fueron revelados la semana pasada durante el foro 'Promoción para el desminado humanitario', efectuado en Bogotá, el cual contó con la participación de expertos de la Organización de Estados Americanos (OEA), el Comando Sur de Estados Unidos, las Fuerzas Militares de Colombia y varias organizaciones no gubernamentales nacionales y extranjeras especializadas.

Esta realidad es la que ha hecho que cobre mayor importancia la labor de los perros entrenados. Las cifras hablan por sí solas. En lo que va corrido de este año gracias a su olfato han sido descubiertos cerca de 480 campos minados, lo que permitió la destrucción de cerca de 5.000 minas. Este impresionante registro es resultado de un programa que inició el Ejército en 1998 con la creación de la Escuela de Adiestramiento Canino. "Comenzamos adiestrando 17, los cuales fueron distribuidos a varios batallones contraguerrilla en las zonas más críticas y los resultados fueron muy buenos", dijo a SEMANA el sargento Ernesto Urbano, quien ha estado vinculado al programa desde sus inicios.

En la actualidad el Ejército cuenta con un pie de fuerza canino de 450 perros, la mayoría de los cuales están destinados a unidades contraguerrilla. El empleo de los canes no fue una decisión tomada al azar. Scott Getter, experto del Comando Sur de Estados Unidos, afirmó en el foro que "la mejor tecnología para encontrar las minas es un perro con entrenamiento". Esta opinión es compartida por el sargento Jesús Humberto Santiago, técnico antiexplosivos del grupo Marte del Ejército: "La guerrilla empezó a utilizar minas de plástico o materiales que no eran captados por los detectores de metales. El olfato de los perros, con el entrenamiento adecuado, identifica todos los olores sin importar que la mina sea química o de plástico".

Esa eficacia para detectar campos minados terminó por convertir a los perros en objetivo militar de los guerrilleros. "Dejan comida o señuelos cerca de los campos minados para que el perro corra hacia ella y lleve al guía y los demás soldados hacia la trampa. También impregnan las minas con Acpm o ajos para tratar de engañarlo", explica Santiago. Aunque los perros son entrenados para recibir comida sólo de la mano de su guía algunos han caído en la tentación. Ese fue el caso de 'Max', al que en abril un pedazo de carne lo distrajo de sus tareas en un camino en San Carlos, Antioquia. A los pocos segundos una mina acabó con este labrador dorado y con la vida de su guía, un técnico antiexplosivos del Ejército. Pero por fortuna no es muy frecuente que los perros caigan.