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Los secretos de Camaleón

SEMANA revela las fotos inéditas y detalles sorprendentes de la operación que permitió el rescate del general Luis Mendieta, dos coroneles y un sargento secuestrados durante 12 años por las Farc.

3 de julio de 2010

Poco antes de la una de la tarde del pasado 13 de junio, el país vio cómo el presidente Álvaro Uribe interrumpió el consejo comunitario que desarrollaba en Quibdó (Chocó) para contar en vivo y en directo que acaba de ser informado de que el Ejército había rescatado unos minutos antes al general de la Policía Luis Mendieta y al coronel Enrique Murillo, secuestrados durante casi 12 años por las Farc. En ese momento se conoció que en las selvas del Guaviare los militares continuaban en plena operación para encontrar a otros dos secuestrados, el coronel William Donato y el sargento Arbey Delgado. Unas 24 horas después del anuncio de Uribe, los cuatro uniformados estaban en el aeropuerto militar de Catam reunidos con sus familias celebrando el fin de una pesadilla de más de una década. Durante los días siguientes a la liberación, el comandante de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla de León, y el comandante del Ejército, general Óscar González, dieron varias entrevistas y ruedas de prensa en las que contaron algunos detalles sobre la exitosa operación militar.

Se supo que gracias a una ardua labor de inteligencia, que incluyó ayuda tecnológica de última generación e importantes datos suministrados por tres guerrilleros desmovilizados, se logró determinar el lugar aproximado en donde las Farc tenían a los secuestrados. También que 300 hombres habían participado en la acción militar, planeada desde marzo. La alegría por el regreso a la libertad y la prudencia hicieron que a diferencia de lo que ocurrió con la Operación Jaque, efectuada hace dos años, de Camaleón fueran pocos los detalles que se dieron a conocer sobre la forma como ocurrió esa operación. SEMANA habló con algunos de los comandos que participaron y tuvo acceso a más de 50 fotografías inéditas sobre los primeros momentos de la acción militar, en las que hay pequeñas diferencias con las versiones oficiales hasta ahora conocidas, pero que por ello no hacen menos meritorio el éxito de la operación.

Si bien es cierto que existió un cerco de 300 hombres del Ejército alrededor del campamento, la realidad es que solo fue un puñado de 20 hombres quienes ejecutaron la liberación. "La información sobre la localización del campamento era muy precisa. Tanto que sabíamos por cuál flanco del campamento debíamos entrar -dijo a SEMANA uno de los comandos que participaron-. "El mayor problema consistía en que para llegar hasta el campamento había que pasar por zonas selváticas en donde existía la posibilidad de que por medio de un campanero alertaran a los guerrilleros que íbamos hacia allá. Podíamos estar perfectamente camuflados pero nos podían detectar y alertarlos. Fue entonces cuando en la planeación de la operación se decidió dividir el grupo que iba a ingresar al campamento en dos. Los primeros iríamos disfrazados perfectamente como guerrilla; de ahí sale el verdadero nombre de la operación, pues como el camaleón, cambiaríamos de color el uniforme", afirma el comando.

En las horas previas a tomarse el campamento guerrillero, diez de los comandos vestidos como guerrilleros comenzaron su aproximación al sitio. Un par de kilómetros atrás de ellos venían sus compañeros de las Fuerzas Especiales. Tal como lo habían sospechado durante el desplazamiento, los militares disfrazados se dieron cuenta de que había varios puntos en donde guerrilleros con radios de dos metros estaban dispuestos para avisar cualquier incursión.

"Llegamos sobre el mediodía hasta el perímetro del campamento. Ahí comenzamos a acercarnos en arrastre para ubicar a los objetivos. En el lugar había ocho guerrilleros. Nosotros éramos diez y debíamos esperar a que llegaran los otros diez compañeros nuestros que venían uniformados, para efectuar el ataque. Desde donde estábamos yo veía a mi general Mendieta a menos de tres metros. También vimos a mi coronel Murillo amarrado con las cadenas sobre el hueco. Mientras esperábamos a los nuestros nos pusimos unos distintivos rojos sobre los brazos. Eso se hace para que si había combate nuestros compañeros supieran cuáles eran los guerrilleros y quiénes éramos los que estábamos disfrazados de guerrilleros. Mientras esperábamos hubo un problema. Uno de los guerrilleros vio a uno de nosotros y se asustó. Ahí ya no había tiempo de nada. Tomamos la decisión de ingresar disparando por todos los lados. Por fortuna, a los pocos minutos nuestros compañeros también llegaron al lugar y copamos rápidamente el sitio. Lo primero que se hizo fue prácticamente tirárnosle encima a mi general Mendieta para protegerlo, porque no sabíamos qué iban a hacer los guerrilleros. Por suerte ellos, que eran solo ocho, pensaron que nosotros éramos muchos más de los que realmente éramos. Tres de nosotros corrieron hasta donde estaba Murillo, que estaba amarrado con cadenas y atado a una piedra que habían arrojado a un hueco de más de un metro de profundidad, lo que le impedía moverse. Cuando copamos el sitio ni Donato ni Delgado aparecían. Comenzamos a llamarlos y a lanzar granadas de humo color amarillo para que supieran que éramos Ejército. Mientras los buscábamos a ellos, uniformamos a Murillo y a Mendieta y les pusimos arneses. La prioridad era sacarlos. Como el helicóptero no podía aterrizar, la idea era sacarlos por cables, pero no se pudo por el clima y tocó abortar esa opción. Muchas horas después encontramos a Delgado y Donato y pudimos sacarlos con el resultado que el país conoce", concluye el uniformado.

La Operación Camaleón fue un triunfo de la inteligencia, y las imágenes de lo que ocurrió en esas primeras horas hablan por sí solas de uno de los mayores éxitos militares en la historia reciente.