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Luis Eduardo Garzón (izq.) es otro de los funcionarios de la administración Santos que entra a terciar en esta confrontación. | Foto: SEMANA

POLÍTICA

Los sablazos de Lucho Garzón a Petro y a Ordóñez

Dice que lograron lo impensable: “radicalizar a la izquierda alrededor del primero, y a la casa “ubérrima” alrededor del segundo”.

17 de diciembre de 2013

Lucho Garzón también saltó al debate por la inhabilidad y sanción impuesta al alcalde Mayor de Bogotá: “Entre Petro y el Procurador lograron lo impensable: radicalizar a la izquierda alrededor del primero, y a la casa “ubérrima” alrededor del segundo”, sentenció.

Lucho es otro de los funcionarios de la administración Santos que entra a terciar en esta confrontación. Paradójicamente ostenta el cargo de Ministro Consejero para el Diálogo Social y la Movilización Ciudadana pero tiene un blog, Lucho Libre, desde sienta sus posiciones.

En su última entrada le suelta varios sablazos tanto al alcalde Gustavo Petro como al Procurador Alejandro Ordóñez. La opinión de Lucho tiene un valor agregado: conoce las dificultades para gobernar a Bogotá pues fue alcalde de la ciudad, es amigo de Petro y está en un ministerio por lo que está obligado a acatar las normas. Por considerarlo de interés, Semana.com reproduce su blog:

‘El extremo centro, la verdadera tercería’

“Ni comparto ni acato que —mientras el presidente Santos está promoviendo apoyos internacionales, como la visita a Obama, para sacarnos de la olla de la guerra—, funcionarios públicos viajen al exterior para socavar la confianza del proceso de paz. Hay quienes —por ejemplo— no se “Hayan” y buscan escenarios internacionales para graduarnos de aliados del terrorismo a todos los que queremos que esta guerra termine. Me niego a aceptar, además, que los derechos de las víctimas estén representados por ciertas instituciones que, llámense como se llamen, extralimitan sus competencias. Solo las víctimas están llamadas a señalar los mínimos de verdad, justicia y reparación que están dispuestas a recibir (que no es lo mismo que impunidad) para alcanzar la paz y la reconciliación.

Igualmente, es difícil entender que quienes interpretan la ley de garantías —esos que dicen controlarnos— condenan a los funcionarios públicos a ser eunucos políticos, pero no dudan en intervenir en política electoral promoviendo fotos de expresidentes en el tarjetón. Son los mismos que no entienden que desde la heterosexualidad podemos defender los derechos de la población LGBTI, sin que eso afecte los intereses políticos de “Tradición, Familia y Propiedad”.

Tampoco comparto ni acato que, por justas o injustas que nos parezcan las decisiones de las autoridades, se fomenten movilizaciones en donde la polarización y el lenguaje provocador conlleven a la desobediencia ciudadana. Afirmar que se trata de un fallo del imperialismo no deja de ser risible cuando el propio embajador gringo lo cuestionó (y luego el Departamento de Estado respaldó las declaraciones de su diplomático). Además, resulta insensato calificarlo como un golpe de la oligarquía o de la burguesía mediática (dizque una lucha de clases), cuando no se ha escatimado esfuerzo alguno en difundir todo tipo de información al respecto y los periodistas que viven en Rosales salen en defensa del burgomaestre.

Como si fuera poco, sugieren que el Estado no es imparcial, un contrasentido si se tiene en cuenta que el Jefe del mismo ha asumido un arbitraje intachable, que el Fiscal General ha ordenado audiencias e investigaciones exprés y que el Presidente del Congreso considera exagerada la medida. Menos es razonable advertir que estamos reviviendo el pasado del presidente Salvador Allende (en Chile), porque aquí las Fuerzas Armadas, lejos de siquiera imaginar un bombardeo al Palacio de Liévano, velan por el cuidado del gobernante. Tanto así que la decoración navideña de la Plaza de Bolívar ha sido remplazada por un campamento del M-19 —algo impensable hace 25 años—.

Eso sí: comparto y respeto el carácter alegre, creativo y pacífico de estas movilizaciones. Los jóvenes nos están enviando un mensaje de desacato a quienes ya no cumplimos años sino que conmemoramos. Esas expresiones joviales e irreverentes nos ordenan darle paso a sus ideas y a sus expectativas, y también nos indican que las redes sociales se hicieron para empoderar a una nueva generación en la que nadie traga entero. Los jóvenes de hoy no están pensando en el umbral parlamentario, sino en construir un espacio propio de participación para hacer realidad sus imaginarios colectivos de organización. Existe en ellos una sana rebeldía cuyo sentir mayoritario rechaza la violencia.

Comparto también que la “P” que prevalece esta semana es la impulsada por la verdadera tercería: la PAZ liderada por el Presidente Santos. Y no me refiero a los diálogos en La Habana, sino a la capacidad del Primer Mandatario de desechar el lenguaje Pugnaz, Pendenciero, Pirómano, Peyorativo y Provocador. Entre Petro y el Procurador lograron lo impensable: radicalizar a la izquierda alrededor del primero, y a la casa “ubérrima” alrededor del segundo. En medio de ese fuego cruzado, se destaca el extremo centro de Juan Manuel Santos, la verdadera tercería.”.