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Maestro del plan

Esta semana el alcalde Garzón expedirá 14 planes maestros que buscan reordenar y marcar el rumbo de Bogotá hasta 2019. El más polémico: el de transporte.

12 de agosto de 2006

El alcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón, tiene el futuro de la ciudad en sus manos. Y no porque sea su gobernante hasta diciembre de 2007, sino porque tiene facultades legales para decidir líneas de acción cruciales en varios temas, que se extenderán más allá de su alcaldía.

Esta semana, Garzón firmará 14 de los 17 planes maestros que había contemplado el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y que se convertirán en la brújula para reorganizar y desarrollar el uso del suelo en la ciudad. Esto, porque cada plan no sólo ordena el transporte masivo, el espacio público, los servicios públicos domiciliarios, la seguridad, la educación y la salud, entre otros, sino que fija políticas, metas y proyectos que se deben realizar entre 2006 y 2019.

Ninguna ciudad de Colombia, y probablemente de Latinoamérica, ha definido un esquema de ordenamiento y desarrollo como el que plantean los planes maestros. Incluso tocan servicios que generalmente han estado fuera del foco de las prioridades públicas, como el manejo y los requerimientos que deben tener los lugares de culto religioso, los cementerios, o la forma como se debe hacer el abastecimiento de la ciudad.

Si los planes quedan bien hechos, dice Carmenza Saldías, ex directora de Planeación Distrital, marcarán la ruta de las grandes inversiones en infraestructura, equipamiento urbano, servicios públicos y obras sociales que se deben hacer en la ciudad. Esto pondrá fin a la improvisación.

De todos los planes maestros, el más importante y el que ya genera mayores controversias será el de movilidad, por la magnitud de los cambios que plantea y porque busca acabar con la guerra del centavo. El plan toma a TransMilenio como eje articulador del sistema, pero le reconoce un papel importante al transporte tradicional. Por eso, busca que en un futuro los dos sistemas se integren y se complementen, con el fin de que los pasajeros, especialmente los más pobres, no tengan que pagar dos o tres pasajes para llegar a su destino. Además, contempla la unificación del recaudo, el cambio de las empresas y la salida de al menos 8.000 buses, busetas y colectivos de las calles capitalinas (ver recuadro).

En la medida en que Garzón y los próximos alcaldes lleven los planes del papel a la realidad, tendrán un impacto transformador. Por ejemplo, se encontró que en la ciudad hacen falta unos 130 colegios con capacidad para 3.000 alumnos. Pero también que hay una enorme carencia en espacios culturales, deportivos y recreativos.

Los planes establecen que en vista de la escasez de suelo urbano, los nuevos colegios deben cumplir una función social las 24 horas al día, en los que aulas, bibliotecas, salones y espacios puedan ser usados por la comunidad.

Esta y muchas otras propuestas que traen los planes maestros, dice el ex alcalde Paul Bromberg, son muy interesantes y novedosas, pero hay otras "delirantes" que buscan convertir acciones del Alcalde, como los comedores comunitarios o la distribución de alimentos, en una política permanente de la ciudad.

Sin embargo Catalina Velasco, directora de Planeación Distrital, dijo a SEMANA que "es claro que los planes tienen el espíritu que el alcalde Garzón le ha querido dar a su administración, que es crear una ciudad moderna, humana y con sentido social, pero eso no significa que obedezcan a caprichos personales. Son planes técnicos que permitirán orientar las inversiones pública y privada en Bogotá".

Algunos concejales, especialmente de la bancada peñalosista, advirtieron que los planes se hicieron sin la discusión pública que amerita crear una política de casi 20 años en la ciudad. Algo que puede ser parcialmente cierto, ya que fueron discutidos a fondo por cada sector, pero con poca presencia de la ciudadanía.

María Clara Vejarano, profesora de urbanismo de la Universidad Nacional, quien coordinó la articulación de los planes, reconoció que sería una estupidez si el próximo Alcalde llegara a rechazarlos, ya que fijan una ruta elaborada para hacer una acción política y pública eficaz.

Los planes mostraron por primera vez a las entidades del Distrito qué es lo que tienen y qué les hace falta, y demostraron una vez más que la zonas más deprimidas de la ciudad son las que necesitan un mayor acceso a colegios, parques, lugares de cultura y bienestar social.

Algunos expertos consultados por SEMANA consideran que para los próximos mandatarios no será tan fácil modificar los planes, salvo para hacer algunos ajustes o priorizar obras. Más aun en la medida en que los bogotanos se familiaricen con las obras que se van a realizar.

María Emma Mejía, ex candidata a la Alcaldía, reconoció que confía en que los próximos alcaldes deben seguir los planes, pues tienen una mirada de a dónde se quiere llegar y cómo se debe hacer. "Estos se salen de un esquema político de derecha o izquierda. Son una valiosa herencia para gobernar".

Que los planes sean ejecutados depende de la fuerza que Garzón y los próximos alcaldes les den para sacarlos del papel y convertirlos en obras. Por ahora, todo parece indicar que la administración Garzón será recordada no sólo por los programas sociales y la revolución educativa que está haciendo, sino por los planes maestros.