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PROCESO DE PAZ

“No creo que los problemas con la JEP vayan a acabar con el acuerdo”

El próximo 24 de noviembre se cumple un año de la firma de los acuerdos de paz en el Teatro Colón. Para evaluarlos SEMANA habló con Marco Romero, profesor de Ciencias Políticas y Derecho Público de la Universidad Nacional.

20 de noviembre de 2017

SEMANA: ¿Cuál es el balance del proceso de paz, luego de la firma de la segunda versión en el Teatro Colón?

Marco Romero: Hay aspectos positivos. Ocurrió la desmovilización y desarme de las Farc y se creó un blindaje internacional del acuerdo. Hecho importante porque el Estado colombiano se sometió a una observación rigurosa por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no solo para el desarme, sino para la protección de los miembros de las Farc que se reincorporen a la sociedad.

En términos de la implementación legislativa se han dado avances, pero en las materias más sustantivas del acuerdo tenemos el rezago mayor. El referendo y la corrección de los acuerdos que se ratificaron en el Teatro Colón generaron una tendencia en la que algunos sectores de la política colombiana creen que todo se puede renegociar. Esto tiene empantanado cuestiones como la JEP. Lo malo de este año es el asesinato de líderes sociales, que no tiene una solución a la vista.

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SEMANA: ¿Por qué ha sido tan difícil que el Congreso apruebe la JEP?

M.R.: Miremos qué es lo que está en juego con la JEP. Esta figura es la más transparente que se ha creado en Colombia. Es la primera vez que en el país se pacta un modelo en donde los responsables de los crímenes ocurridos durante el conflicto deben concurrir. En La Habana se pactó que los guerrilleros recibirán penas alternativas y reducción de penas si contribuyen con la verdad, la reparación, y la no repetición. Pero no solo las Farc, también tendrán que comparecer miembros de la fuerza pública que se hayan visto involucrados en crímenes, y los empresarios que financiaron activamente grupos ilegales para cometer crímenes. Esta ampliación del espectro de los que tendrían que presentarse voluntariamente a la JEP, es lo que no le gusta a una parte de los congresistas.

SEMANA: Lo que podríamos entender es que a unas partes de la sociedad colombiana no les gusta la JEP porque estarían obligados a decir la verdad…

M.R.: Esa es una probabilidad porque la JEP exige verdad, reparación, y repetición. Pero creo que a muchos sectores les beneficia más este tribunal que tener que presentarse a la justicia ordinaria. La JEP no ha comenzado a funcionar y ya hay muchas solicitudes para someterse a ella. Un sector interesado en que la JEP funcione son los militares. Este sistema de justicia transaccional le permitiría salir de un problema muy grande que tiene en la actualidad la fuerza pública que es haber participado en violaciones a los derechos humanos, claro está si se comprometen con la verdad.

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SEMANA: Los últimos acontecimientos muestran que todavía no es seguro que la JEP resulte aprobada en el Congreso antes del 30 de noviembre y, si el Gobierno logra aprobarla, lo más seguro es que la JEP que salga del legislativo no sea la misma que se pactó en los acuerdos. ¿Esto què implica para la implementación de los acuerdos de paz?

M.R.: Si no hay no se aprueba la JEP en el Congreso, el presidente puede buscar otra fórmula jurídica. En términos generales soy optimista, no creo que los problemas con la JEP vayan a acabar con el acuerdo, porque este ya ha pasado por varias crisis como el triunfo del No en el plebiscito y discusiones complejas en el Congreso y aun así se ha mantenido. Lo que me preocupa a mediano plazo es que haya un incumplimiento generalizado de los acuerdos, en donde otros sectores se entusiasmen a levantar otro tipo de guerra.

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SEMANA: ¿No teme que en las próximas elecciones llegue a la Presidencia un candidato que “haga trizas los acuerdos de paz”?

M.R.: Si triunfa una corriente adversa al acuerdo no hay duda de que tratará de reducir al máximo los desarrollos y los alcances del acuerdo, pero eso no es fácil de hacer. Echar reversa le traería costos muy grandes al nuevo gobierno en términos de credibilidad internacional, orden público. Hablar de acabar con los acuerdos es fácil, pero ponerlo en práctica muy difícil. Y si el nuevo presidente intenta renegociarlos tampoco va a ser fácil. Hay que tener en cuenta que, de acuerdo al plebiscito, también hay un gran sector de los colombianos que apoyan lo pactado con las Farc, que se movilizarán para evitar la renegociación.