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ENTREVISTA

"Lo de Pinzón no es relevante; el manejo de las fuerzas es impecable"

En diálogo con María Jimena Duzán, el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, expuso en ‘Semana En Vivo’ su visión sobre el futuro luego del histórico desarme de las FARC-EP.

8 de julio de 2017

MARÍA JIMENA DUZÁN: Persisten dudas alrededor de la entrega de armas y una de ellas es qué pasará con las caletas. En casos como El Salvador y Guatemala esas armas terminaron avivando las guerras de pandillas ¿Cómo harán para conseguir armas y explosivos que tienen registrados?

SERGIO JARAMILLO: El proceso de desarme, creo yo, ha funcionado supremamente bien. Teníamos una información muy precisa, gracias a la cantidad gente que ha salido de las filas de las FARC en los últimos 15 años y a toda la información que hemos encontrado en operaciones sobre el armamento que tenían las FARC en sus frentes. Eso nos daba una cifra de 7.300 armas, incluyendo las armas pesadas, los morteros y otros. Jean Arnault anunció en Mesetas que las Naciones Unidas tenían 7.132 armas que habían entregado individualmente los miembros de las FARC. De manera que, lo que nos entregaron era lo que esperábamos que nos entregaran y esto se hizo de manera muy organizada, con una misión de las Naciones Unidas bajo el Consejo de Seguridad. Me contaban que una funcionaria de la Gobernación de Antioquia invitada a presenciar el desarme en la zona de Dabeiba decía: “Esto es increíble. A diferencia del desorden que vimos cuando las Autodefensas entregaron sus armas, aquí hay una cosa organizada”.

Luego está el tema de las caletas. Todas las guerrillas tienen caletas y las FARC tenían muchas porque así era su forma de operar. Aunque en ninguna parte del mundo Naciones Unidas se encarga de las caletas, lo que se acordó el 29 de mayo es: un programa detallado acordado ente las FARC y Naciones Unidas para sacar todas las caletas en los próximos tres meses con su ubicación y con la posibilidad de pedir apoyo a la Policía y a las Fuerzas Militares en materia de seguridad y logística, y eso es lo que se está haciendo. Jean Arnault hablaba que hasta el momento se habían destruido 77 caletas, un número nada despreciable para un país tan difícil como Colombia.

M.J.D: Hay un grado de confianza entre las Fuerzas Militares y las FARC o ha habido animadversión...

S.J: Eso ocurrió hace tres semanas en Tumaco, donde sacaron una serie de caletas con armamento muy pesado en el sitio más inhóspito que uno se puede imaginar. Los soldados tenían que cargar eso a lomo limpio porque no llegaban helicópteros. Yo lo que he visto es una disposición muy grande de todo el mundo que está dispuesto a ayudar, entendiendo que esto hay que hacerlo entre todos porque a todos nos conviene que esto salga bien.

M.J.D: ¿Qué va a pasar con las armas el día que salgan los contenedores de las zonas veredales?

S.J: Lo que se acordó es que a más tardar el 31 de julio, Naciones Unidas debe extraer los contenedores de las zonas. Esta es una labor enorme porque en su mayoría son zonas casi inaccesibles. Toca sacar los contenedores y trasladarlas a un punto central y el acuerdo dice que con esas armas o una parte, se realizaran tres monumentos: uno en Colombia, uno en Naciones Unidas en Nueva York y otro en La Habana.

M.J.D: ¿Quién va a construir los monumentos?

S.J: Aún no sabemos quién va a construir esos monumentos. Esa es de las decisiones que aún están pendientes en lo acordado del desarme.

En video:Sergio Jaramillo en ‘Semana en Vivo‘

M.J.D: Después de que salgan los contendores y empiece el trabajo de convertir a las FARC en partido político ¿qué va a suceder en términos de verificación?

S.J: El 1 de agosto termina el régimen de las zonas veredales. Lo que hemos hablado con las FARC y que el Gobierno piensa que es sensato hacer es aprovechar esa infraestructura para que en esos lugares empiece la capacitación de los hombres y mujeres de las FARC para su reincorporación. Pero también para que las comunidades puedan aprovechar esos sitios para formarse por parte del SENA, tengan un servicio de salud, un apoyo psicosocial para las víctimas. Es decir, que se conviertan en plataformas de provisión de servicios no solo para las FARC, sino también para las comunidades. Lo que hemos llamado una reincorporación comunitaria como una forma de promover la convivencia y la reconciliación.

M.J.D: ¿Qué les dice a los opositores del proceso de paz, muchos de ellos uribistas, que piensan que le están entregando esas zonas a las FARC?

S.J: Las zonas dejan de existir y desde ese momento rige una plena normalidad institucional. El ejército y la policía pueden pasar donde quieran. Queda el campamento, pero eso no se le va a entregar a las FARC. Las instituciones entran en esas zonas para que se pongan en marcha, entre otras cosas, los planes de desarrollo con enfoque territorial pensados para los municipios más golpeados del conflicto y a donde no ha llegado la institucionalidad en 50 años.

M.J.D: Hay una larga cantidad de planes a largo plazo ¿qué pasaría si llega un presidente que decide no ejecutar esas políticas?

S.J: He dicho varias veces: hay que ‘desfarquizar’ la paz. Creemos que más allá de las FARC, Colombia tiene que interesarse por la situación de los habitantes del campo, en un esquema que tiene que incluirlos a todos pero que en términos de los acuerdos está enfocándose en la población más vulnerables, que son los pequeños cultivadores. El ejemplo más cercano es en Brasil, que puso en marcha una política de ‘agricultura familiar’ con una institucionalidad dedicada a apoyar el desarrollo rural y social de los pequeños cultivadores, sin perjuicio de los grandes proyectos agroindustriales y se desarrolle el campo de diferentes maneras.

M.J.D: ¿Usted piensa que si el próximo presidente cambia la espina dorsal de este Acuerdo tal como lo dicen los uribistas, se acaba el proceso de paz?

S.J: El gobierno que venga no puede cambiar los términos del acuerdo, tiene unas garantías importantes de carácter jurídico y de carácter fiscal, con un marco que presupuesta todos los compromisos del Acuerdo durante 15 años y que nos va a poner a responderle a todos los colombianos. Si un gobierno no quiere hacer las cosas tiene los medios para ponerle ‘freno de mano’ al carro de la paz. Creo que, si avanzamos en los próximos 12 meses en la implementación, los ciudadanos lo van a reconocer.

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M.J.D: La gente no entiende porqué queda libres guerrilleros que han cometido delitos de lesa humanidad sin que el sistema de justicia transicional haya iniciado. ¿Qué está pasando?

S.J: Ya está aprobado el marco jurídico con dos pilares. El primero, es la Ley de Amnistía que prevé un perdón por el delito básico de rebelión política y en el caso de los que han cometido delitos graves, la posibilidad de someterse a la JEP. Por eso están saliendo: no es que vayan a pasar el resto de sus días a sus casas, sino que se comprometen a someterse a esa nueva jurisdicción. El segundo pilar y el principal es la reforma constitucional que crea el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición. Lo que falta es acelerar y montar físicamente el sistema y aprobar la ley estatutaria que precisa temas que no son claras en el Acto Legislativo. Quiero invitar a toda la gente en Colombia para que se postulen como miembros del nuevo sistema de justicia transicional, necesitamos a la mejor gente posible para ese tema sensible.

M.J.D: Ingrid Betancourt, que fue víctima de un secuestro, a pesar de estar a favor del proceso sintió algo complicado cuando vio que ‘Gafas’ (su carcelero) quedó libre ¿Es lo que se acordó o hay un desfase que está siendo muy doloroso para las víctimas?

S.J: Es razonable la preocupación, pero lo que hay es un desfase en el tiempo. Lo que está haciendo esa persona es firmando un acta de compromiso de someterse a esa jurisdicción y sale en unas condiciones de libertad condicional, pero se le va a exigir que cuente toda la verdad sobre lo que ocurrió. La mayoría de víctimas están de acuerdo en que si estas personas cuentan toda la verdad, se someten a la jurisdicción. Y allí se presenten a los diferentes elementos del sistema: hacen las acciones de reparación, van a la Comisión de la Verdad, contribuyen con la búsqueda de desaparecidos; que todo eso responda profundamente a lo que piden las víctimas.

M.J.D: ¿Cómo evitar esa duda de que la plata que tienen las FARC se vaya a usar para que ellos hagan política? ¿Qué verificación se va a hacer?

S.J: Las FARC deben entregar un inventario de sus bienes antes del 31 de julio. Esos bienes pasan a un fondo administrado por el Gobierno Nacional, el cual será utilizado para que se repare a las víctimas y para apoyar los programas de reincorporación. Jamás estuvo sobre la mesa la posibilidad de que las FARC pudieran hacer política con su propio dinero.

M.J.D: En el acuerdo dice que la institucionalidad que nace debe tener participación igualitaria entre hombres y mujeres. No obstante, tenemos que las mujeres aparecen en minorías: en total 6 mujeres hacen parte de las 40 personas que componen las instituciones de la transición a la paz…

S.J: No puedo estar más a favor de la participación de las mujeres en la construcción de paz. Está demostrado que las mujeres y sus organizaciones son muy importantes, por su capacidad de movilización y porque padecieron el conflicto. En La Habana creamos la famosa subcomisión de género, en donde mientras se realizaban los acuerdos se iban revisando para que estuvieran de acuerdo con un enfoque de género, lo que asegura una adecuada participación de la mujer. Lo que usted me lee son unos organismos de verificación y son las personas que tenían las FARC y el Gobierno. Yo le aseguro que en los proyectos que vienen, como la JEP o en los Proyectos de Desarrollo con Enfoque Territorial, entre otros, va a haber un gran campo para las mujeres. Mi oficina por ejemplo está llena de mujeres.

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M.J.D: Siendo Juan Carlos Pinzón muy cercano a las Fuerzas Militares, ¿sus reparos al proceso de paz responden a una visión dentro del Ejército o es sólo Juan Carlos Pinzón?

S.J: Lo de Pinzón no es relevante. La verdad es que el comportamiento del Ejército y de las Fuerzas Militares ha sido impecable. Lo dijo Jean Arnault: no ha habido ningún incidente preocupante durante el cese al Fuego bilateral. Uno se reúne con los militares que protegen las zonas y garantizan el cese y afirman: “Es un honor que en mi carrera militar esté viviendo eso”. Un soldado español que está en la zona de Pondores me decía: “Yo no puedo imaginarme un comportamiento más profesional”. La historia le va a dar una alta calificación a nuestro Ejército como ha manejado este proceso y hay que hacer un reconocimiento al general Mejía por su comportamiento impecable. Además, hay que darle un reconocimiento a los militares que estuvieron con nosotros en La Habana.

M.J.D: Analistas coinciden en que el día más importante, que era el desarme de las FARC, no se vivió con júbilo ¿Por qué cree que el país no vivió eso con alegría? 

S.J: Hay que preguntarse quién es realmente el país: los analistas que escriben en los medios o las personas que llevan 30 años viviendo en veredas, preocupados porque a sus hijos los podían reclutar, pisar una mina o podrían no regresar a sus casas. Lo que vimos con la entrada de las FARC a las zonas era realmente un carnaval de la gente y esta escena del desarme no se lo imaginaban. Yo no creo que haya esa indiferencia: mucha gente se me ha acercado para agradecerme. Hay una emoción contenida y lo que hay que hacer ahora es seguir mostrando resultados del proceso, el trabajo que sigue es duro.

M.J.D: Finalmente ¿algún día se va a lanzar a la política?

S.J: No. Yo estoy cumpliendo en la medida de mis capacidades la misión que me encomendó el Presidente de la República.