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| Foto: Montaje Semana.com

JUSTICIA

El indignante robo de Marlon Marín a una escuela de Garzón

El sobrino de Iván Márquez partió rumbo a Estados Unidos para convertirse en testigo en contra de Santrich y el grupo que pretendía enviar 10 toneladas de cocaína al cartel de Sinaloa. Dejó cuentas pendientes en Colombia, incluyendo un caso de poca relevancia nacional.

18 de abril de 2018

A pesar de no aparecer en las listas de integrantes Farc, Marlon Marín era reconocido por los exintegrantes de la organización como Pirulo. No estuvo en las filas de la exguerrilla, sin embargo, comenzó a presentarse desde hace varios años como el sobrino de Iván Márquez, que colaboraba en el proceso de paz; ofrecía cargos y proyectos. Se posó a la sombra de las negociaciones en La Habana y, según sus allegados, despachaba desde Venezuela.

Este fin de semana Marín llegó a un acuerdo de colaboración con Estados Unidos y se comprometió con la DEA a entregar toda la información que tiene contra Jesús Santrich, el exjefe y negociador de las Farc. Le levantaron la circular roja de Interpol, la justicia estadounidense se abstuvo de formalizar el pedido de extradición y una vez en libertad salió rumbo al aeropuerto El Dorado de la mano del Departamento de Justicia.

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El dossier delincuencial de Marín se hizo relativamente público en los últimos días: es acusado por Estados Unidos como un enlace con la mafia mexicana y en Colombia enfrenta señalamientos como el líder de un cartel de contratos que buscaba sacar provecho con la plata de la paz. Lo que pocos saben es que en el avión que partió el lunes rumbo a Estados Unidos también se fue la esperanza de un colegio rural de Garzón, Huila, de recuperar los equipos del salón multimedia, los cuales fueron robados por quien es hoy el protagonista del peor escándalo del proceso de paz.

Marlon Marín llegó a la Institución Educativa El Recreo a hacer un reemplazo el 29 de marzo del 2009 como profesor de matemáticas. Sus días como maestro eran contados, sin embargo, en corto tiempo se ganó la confianza de las directivas. Todo por cuenta de que ayudó a estructurar y sacar adelante un proyecto educativo. Pero la armonía duró poco y días antes de que se diera inicio a las fiestas de San Pedro, desapareció llevándose consigo el video beam, el televisor y el computador portátil del colegio.  

En el año 2011, el rector de la institución comenzó un proceso fiscal por el detrimento que le ocasionó a la escuela. Mientras avanzaba el caso en su ausencia y con un abogado de oficio, las directivas de la institución veían en las redes sociales la agitada rutina de viajes por Venezuela y Panamá que Marín documentó en fotos. Para el año del 2013, la Contraloría lo sancionó a pagar $7.630.000 a la institución. Ahora, está demandado penalmente por robo y abuso de confianza.

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S
iguiendo los pasos de Marín, las autoridades se toparon con dos escándalos. El primero quedó en manos de Estados Unidos y es el relacionado con el verdadero papel de este hombre de 39 años, sobrino de Márquez, que intentaba venderle 10 toneladas de droga a uno de los hombres más buscados por la DEA, por quien ofrecen una recomenpensa de 20 millones de dólares.

Al mismo tiempo que Marín viajaba a Estados Unidos, Santrich concedió una sorpresiva entrevista en La W radio en donde explicó que tenía una relación de trabajo con el sobrino de Iván Márquez, ya que era un apoyo que venía manejando información sobre proyectos productivos en diferentes zonas del país. Y que estas iniciativas -dijo- las venía planeando con un funcionario de Ministerio del Posconflicto.

Sin embargo, el aparte de la declaración que encendió las alertas fue cuando afirmó que a él se acercaron varias personalidades interesadas en impulsar una reforma rural en Colombia, incluyendo allí a Rafael Caro Quintero, considerado ‘el gran capo‘ del cartel de Sinaloa. No se sabe qué escenario es peor, la versión de la Fiscalía y la DEA sobre que quisieran venderle 10 toneladas de droga al cartel de Sinaloa o la versión de Santrich en donde admite que "el capo de capos" se abría camino con su ayuda en Colombia para impulsar proyectos productivos con los excombatientes y financiados por el gobierno. 

El segundo, lo tiene la justicia colombiana. Y tiene que ver con las interceptaciones telefónicas a Marín en donde se revela que estaba feriando los contratos de proyectos productivos para el posconflicto, a cambio de porcentajes de entre un 20 y 30 por ciento; un solo contrato le podría dejar hasta $2.000 millones, según se revela una de sus conversaciones. Marín se comprometió con fiscales que lo interrogaron antes de su partida a ratificar por videoconferencia lo que ya le dijo a las autoridades colombianas sobre intermediarios, contratistas, alcaldes. 

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Sin embargo, sobre de la escuela no se habla. El hombre que se codeó en los últimos años con los jefes de las Farc tiene una deuda que lleva años en cobro coactivo y genera indignación, porque como profesor de matemáticas les quitó los alumnos de una zona rural del país la posibilidad de ganarle la carrera a la tecnología.