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Medio siglo de inteligencia

Cumple 50 años el Departamento Administrativo de Seguridad en medio de retos cada vez más apremiantes.

27 de octubre de 2003

Hace 50 años los 10 detectives civiles del servicio de inteligencia del país le tenían que rendir cuentas directamente al presidente, el general Gustavo Rojas Pinilla. Estaban empeñados en capturar a dos ladrones de aparatos eléctricos que tenían azotada a la capital de la República.

Después de medio siglo los ladrones de radios y televisores ya no son noticia y son 13.000 los hombres que se han formado como detectives del DAS para enfrentarse a una delincuencia cada día más violenta y a una corrupción cada vez más sofisticada.

El archivo histórico del DAS es una buena muestra, no sólo de la evolución del delito sino también de la modernización y el fortalecimiento de la inteligencia y la investigación criminal.

Hace medio siglo, por ejemplo, se utilizaba un solo microscopio para analizar los proyectiles mientras que hoy ese servicio es computarizado. Existían apenas un carro blindado y cinco vehículos para los 10 detectives. Hoy el DAS tiene 2.000 automotores y 4.000 detectives. La sede de su antecesor, el Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC), estaba ubicada en el centro de Bogotá, en donde trabajaban inicialmente unas 50 personas. Hoy la planta de personal está conformada por 7.191 funcionarios que laboran en el moderno edificio de Paloquemao.

La mayoría sobrevivió el 6 de diciembre de 1989 a la arremetida de la mafia, que pretendió desaparecer las instalaciones con 500 kilos de dinamita. Ese día perdieron la vida 100 personas y 350 quedaron heridas.

Una de ellas es 'Rosario' -que prefiere que no se conozca su verdadera identidad-, una hermosa mujer con más de 20 años de trabajo en la institución, que sufrió heridas tremendas en el atentado. Jamás había querido recordar este triste episodio en su vida; sin embargo aceptó hablar con SEMANA convencida de que su relato puede dejar una enseñanza de vida para quienes no han sentido de cerca las heridas de la violencia.

"Yo tenía fama en el DAS de ser muy bonita y creo que sigo siendo muy bonita a pesar de que mi rostro no ha sido reconstruido del todo", dice Rosario, que ha sido ejemplo de coraje y de valentía. No permite que se le tome una fotografía de frente. Su rostro quedó con múltiples cicatrices. Recibió el impacto de la onda explosiva que destruyó una buena parte de la sede del DAS. Al momento del estallido ella estaba en el primer piso del costado oriental de la sede, a escasos 40 metros de la carga explosiva. Los vidrios penetraron en su cara y en su cuerpo y, por fortuna, no le causaron daño al bebé que llevaba en su vientre desde hacía cinco meses.

Desde entonces se ha sometido con una inmensa fe a 26 cirugías para volver a ser físicamente tan hermosa como era antes del atentado. En una de las cirugías le reconstruyeron su boca aunque perdió la mayor parte de su dentadura. En otra le practicaron dos injertos en el ojo derecho, a pesar de que sufrió un daño irreversible del nervio óptico y solo puede ver con dificultad por su ojo izquierdo. Al tocarle su cara aún conserva vidrios por debajo de sus mejillas, que han permanecido ahí 14 años y que no se pueden remover para evitar una parálisis facial. Siempre luce una pañoleta, que le ayuda a ocultar una profunda cicatriz que le dejó el vidrio más grande que penetró en su cuerpo y que en los primeros años de su recuperación no le permitió mover la cabeza. Lo más sorprendente es verla ahora, llena de vida y optimismo. "Yo aprendí a valorar muchas cosas que ustedes no valoran. Por ejemplo, estar hablando con ustedes me hace feliz y también poder contarle a mi hija, que ahora tiene 13 años, que para mí darle la vida era un reto".

Otros, como Yeison Jair Sandova, no estaban en Paloquemao el día del atentado, no obstante una explosión diferente lo dejó ciego de por vida y con múltiples cicatrices en todo su cuerpo. Tenía 24 años y vivía con su esposa y sus dos pequeños niños en La Guajira. Había ingresado a la institución al área de seguridad y protección y ese 29 de noviembre del 98 trató de desactivar un paquete que había llegado sospechosamente a una ferretería en Riohacha. "La explosión acabó con el local, mató al vendedor y 13 personas quedaron heridas. Yo me quemé todo el cuerpo y las esquirlas me dañaron mis ojos". En esa época Yeison sólo pensaba en que iba a perder su trabajo por haber quedado ciego. Sin embargo no fue así. Actualmente realiza todo tipo de labores de comunicación en el área de inteligencia y culminó sus estudios de ingeniería de sistemas e inglés. Combina su inmensa vocación de servicio con un excelente humor y una capacidad infinita para hacer reír a sus compañeros. "Este es mi mejor sitio de rehabilitación. Jamás me han dejado de tratar como a un ser humano que sirvo desinteresadamente a la institución que quiero mucho".

Rosario y Yeison son apenas algunos de los valientes del DAS. Gente que es admirada por sus jefes y compañeros por su actitud positiva frente a las adversidades y que son un ejemplo de vida. Como ellos hay igualmente un sinnúmero de detectives, que son el alma de la institución y cuyo trabajo este gobierno está empeñado en fortalecer. Se escogieron los mejores 240 hombres para conformar un grupo de operaciones especiales de inteligencia, entrenados para tomar instalaciones, penetrar inmuebles y adelantar capturas y rescates exitosos.

Para una mayor efectividad el DAS hará una inversión en armas y equipos de inteligencia de 8,5 millones de dólares y destinará 15.000 millones de pesos en informática. En el primer trimestre del año entrante se comprarán 1.000 fusiles, 300 subametralladoras, 3.500 pistolas, 600.000 cartuchos, granadas, chalecos y escudos antibalas, radios de comunicación, visores nocturnos para fusil y 36 camionetas.

"Hace 25 años, cuando ingresé al DAS, no contábamos con ese armamento ni con sistemas de comunicación tan modernos", recuerda con nostalgia el detective Jairo Enrique Martínez Guzmán, quien será condecorado esta semana por el propio presidente de la República Alvaro Uribe como uno de los mejores de la institución. Martínez fue el hombre que logró que un carpintero, contratista del Congreso, le ayudara a destapar el foco de corrupción que permitió la captura y posterior condena del presidente de la Cámara de Representantes, Armando Pomárico, por celebración de contratos fraudulentos.

Martínez fue el responsable de la investigación que produjo la captura de 36 personas de la administración pública de Arauca hace algunos días por supuestos vínculos con la guerrilla (ver artículo).

Esa es la institución que sigue en la lucha constante y diaria tras haber cumplido medio siglo de labores. La misma que se apresta a iniciar otros 50 años con el mismo compromiso.