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Menos doctores, más empleos

Un proyecto de ‘Community Colleges’ puede ser la solución para miles de desempleados en Bogotá.

20 de agosto de 2001

En un pais que sufre de ‘doctoritis’, donde todo el mundo quiere tener un grado superior universitario, las historias de economistas manejando taxis ya no asombran a nadie. Pero no deja de ser paradójico que mientras el desempleo alcanza el 18 por ciento haya vacantes para puestos que no se pueden llenar porque no hay colombianos calificados para ocuparlos.

Mientras la tendencia internacional muestra que por cada ingeniero existen 2,5 tecnólogos y tres técnicos, en Colombia por cada ingeniero existen 0,45 tecnológos y 0,14 técnicos profesionales. Un desbalance que la Alcaldía de Bogotá quiere corregir con la creación de Politécnicos Comunitarios en varias localidades de la ciudad.

La idea de los Politécnicos está inspirada en los Community Colleges que surgieron en Estados Unidos a principios del siglo XX para lograr la readaptación laboral de los soldados que regresaban de la guerra y de los inmigrantes que llegaban de otros Estados.

Igual que en los países industrializados, los Politécnicos bogotanos capacitarían a jóvenes mayores de 15 años y adultos que normalmente no pueden ingresar a las universidades, ya sea porque carecen de los recursos para pagar las matrículas o porque no terminaron bachillerato. Los cursos que ofrecerán responderán a las demandas del mercado laboral y a las necesidades de la gente en la localidad donde funcionen.

Un Politécnico Comunitario en Usaquén, por ejemplo, sería el resultado de una alianza entre la Clínica Santa Fe, los almacenes de Hacienda Santa Bárbara, los restaurantes, los otros negocios que funcionan allí, la alcaldía local y los representantes de la junta de acción comunal, entre otros. Juntos analizarían las necesidades de capacitación en ese sector. Si llegan a la conclusión de que se necesitan más auxiliares de enfermería, metalmecánicos, ayudantes de cocina y programas de convivencia ciudadana, por ejemplo, el Politécnico ofrecería cursos en esas áreas. Esto garantizará que haya una sintonía entre los técnicos o tecnólogos que se gradúen y lo que necesitan las empresas.

Si, por otro lado, una compañía quiere que le capaciten 50 vendedores y financia el curso, el Politécnico le ofrecerá ese servicio. “Serán cursos cortos, flexibles y adaptados a las necesidades de los participantes y los empleadores”, afirma Isabel Londoño, directora del Departamento Administrativo de Acción Comunal Distrital, quien es uno de los cerebros de este proyecto.

La Alcaldía ya apropió 20.000 millones de pesos para poner en marcha cuatro Politécnicos en los próximos tres años. Cada uno recibirá 5.000 millones de pesos, que deberán ser complementados con aportes de la alcaldía local, de los empresarios y de otras instituciones que deseen participar en el proyecto.

Londoño aspira a tener funcionando el primer Politécnico, que beneficiaría a 2.000 estudiantes, a mediados del próximo año. Los otros abrirían sus aulas en 2003. Al principio les darán prioridad a las localidades que demuestren el mayor interés. Usaquén, por ejemplo, ya comprometió 1.200 millones de pesos para poner en marcha el proyecto y la Fundación Restrepo Barco ha manifestado su deseo de vincularse con unas instalaciones que tiene en Engativá.

Allí la Universidad Minuto de Dios también ha ofrecido participar. Porque la idea es que los Politécnicos sean operados por estas instituciones de educación superior bajo un esquema de concesión similar al que ha adelantado con éxito la Secretaría de Educación con colegios distritales.

Con este proyecto, que podría ser piloto para su difusión por el país, Bogotá podría tener en el futuro menos doctores frustrados y más ciudadanos realizados y productivos.