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| Foto: Archivo Particular

ENTREVISTA

“Bogotá está desperdiciando el inmenso potencial que tiene gracias al agua”

El reconocido paisajista-urbanista, Michel Hössler, director de la Agencia TER en París, asegura que se debe aprovechar el POT para repensar la ciudad y recuperar sus fuentes hídricas.

3 de noviembre de 2016

El reconocido paisajista-urbanista, Michel Hössler, director de la Agencia TER en París, asegura que se debe aprovechar el POT para repensar la ciudad y recuperar sus fuentes hídricas
 
Bogotá comienza a discutir el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial –POT-, que será la hoja de ruta del modelo de ciudad que se implementará durante los próximos 12 años. El plazo para construir este documento termina el segundo semestre del próximo año, y es clave porque en él se definirá si Bogotá será una ciudad densa o no, y cómo será su relación de crecimiento con respecto a los municipios vecinos, a las cuencas hídricas y las reservas ecológicas.
 
Hössler se encuentra de visita en Bogotá para participar en el foro “El POT de Bogotá: hacia una visión ambiciosa y compartida de Ciudad”, organizado por la Fundación ProBogotá, y en la que diversos sectores expondrán sus opiniones sobre el proceso de construcción del Plan de ordenamiento, y cómo éste puede servir para potenciar nuestros mayores activos de ciudad de manera consistente y sostenida en el tiempo.
 
Para Hössler, quien recorrió Bogotá por dos días, lo más sorprendente es el dinamismo, y cómo la calle se convierte en un elemento detonante del comercio y del la vida misma de la ciudad.
 
Semana.com.: Usted recorrió Bogotá durante dos días ¿Qué le sorprendió?
 
M. H.: Lo que más me ha impresionado es el dinamismo de la ciudad. Hemos pasado un buen rato recorriendo la ciudad en carro, lo cual me permitió ver muchísimas cosas y, sin duda, lo que más me llamó la atención es esta relación de los pequeños comercios con la calle, que se suceden unos a otros y que aportan a la ciudad un gran dinamismo y una gran intensidad.
 
Semana.com.: ¿Qué no le gusto?
 
M. H.: Lo que no me gustó definitivamente es toda la contaminación del agua. Esto me afecta muchísimo.
 
Semana.com.: ¿Por qué lo afecta?
 
M. H.: El agua es la vida y no respetar el agua es no respetar tampoco el suelo, o lo que vamos a regar con el agua para comer. Y sin duda esto es un desperdicio muy grande de recurso.
 
Semana.com.: ¿Qué cree que es susceptible de reorganizar o de plantear de una manera diferente?
 
M. H.: Vi muchas cosas, algunas positivas y otras menos positivas.  Aquellas que considero menos positivas lo hago en comparación con situaciones más o menos similares en otras partes del mundo, lo que me hace pensar que quizás aquí habríamos podido hacerlo mejor…
 
Semana.com.: Por ejemplo…
 
M. H.: Me marcó muchísimo el contraste que hay entre el centro de la ciudad con su dinamismo, su intensidad urbana y la periferia donde empiezan aparecer condominios cerrados (de ricos y pobres). Ahí, por un lado están las viviendas, y por el otro están los centros comerciales, en la mitad una calle para carros y nada más. Esto me parece que, dada la calidad del paisaje que existe en Bogotá, es una pérdida de oportunidad importante.
 
Si bien puedo entender que este tipo de proyectos de vivienda puede convenir a ciertos tipos de familias con niños, hay que tener en cuenta que ellos van a crecer mañana y van a necesitar consumir equipamientos deportivos, de cultura y otra serie de elementos de entretenimiento que este tipo de condominios no les ofrece y la ciudad deberá resolverlo.
 
Semana.com.: Usted hablaba del paisaje ¿cómo juega este aspecto en la planeación urbana y por qué se siente un poco olvidado en Bogotá? ¿Qué se hubiera podido hacer diferente?
 
M. H.: Hay que entender que el paisaje no es lo que queda cuando uno quita la vivienda y las calles. El paisaje existía antes que eso. No es un espacio remanente, es lo que precede y antecede el desarrollo. El paisaje es lo que relaciona en últimas al individuo con la tierra o el suelo que esta ocupando. No podemos olvidar que estamos ocupando la tierra o el suelo en calidad de simples arrendatarios, porque hemos recibido o heredado un espacio y vamos a transmitirlo a las generaciones siguientes. Todo esto es un sistema muy frágil que hay que cuidar con muchísima minucia. Sin duda, lo que más me ha marcado frente a este tema es la ausencia de puesta en valor de estas quebradas y riachuelos que conectan el cerro con el río.
 
Semana.com.: Volviendo al tema de los riachuelos y del río y de la conexión con la montaña, hay proyectos que pasan por canalizarlos y por intervenirlos. ¿Qué piensa de esto?  
 
M. H.: Paradójicamente lo que se hace en el mundo hoy en día en relación con estos sistemas y estos ríos canalizados es abrirlos de nuevo y encontrar nuevamente una relación del agua con la naturaleza porque, en últimas, donde hay agua hay vida.
 
Esto no es solamente un movimiento filosófico. Hay muchísimos argumentos técnicos para buscar mejores alternativas de gestión del agua, ya que trae muchísimas ventajas a todo nivel para la ciudad y es una buena forma de aprovechar la increíble biodiversidad que podría generar la presencia del agua en el espacio urbano.
 
Semana.com.: ¿La recuperación del agua es muy difícil o es algo que se puede hacer fácilmente?
 
M. H.: No es una cuestión que sea fácil o difícil o que se pueda o no se pueda. Es que hay que descontaminar el agua, es una obligación hacerlo y ojala sea más temprano que tarde. Este es un proceso que hay que comenzar a hacerlo progresivamente pero, sin duda, lo más pronto posible.
 
Semana.com.: ¿Por qué es importante hablar de la planeación a largo plazo en las ciudades?

M. H.: Porque las ciudades han llegado a un tamaño tal que sino se anticipa el escenario de crecimiento, vamos a llegar a una situación de catástrofes irreversibles.
 
Semana.com: ¿Cómo se previene el crecimiento informal de las ciudades?
 
M. H.: Es muy difícil pero sin duda se requiere de mucha voluntad política y anticipación. Porque lo peor es tener que correr detrás de un desarrollo que se está dando si no se ha anticipado con anterioridad, lo que es necesario para que la ciudad pueda crecer correctamente. Justamente el nuevo POT es la oportunidad que tenemos de pensar qué es lo que tenemos hoy en día y hacia donde queremos ir.
 
Semana.com: ¿Qué mensaje, desde su experiencia, le mandaría a Bogotá y a la Administración en Bogotá en estos temas de planeación de la ciudad?
 
M. H.: No creo estar en una posición para dar consejos, pero lo que puede decir en todo caso es que sin duda hay que proseguir los esfuerzos que se han hecho en el desarrollo de la ciudad y que lo más importante es considerar que el POT es una consecuencia administrativa y normativa de una visión y una verdadera política urbana que hay que pensar, que hay que construir y que hay que compartir. Sin esa visión, el documento no tiene sentido. Esa visión de ciudad es lo más importante que hay que construir y hay que hacerlo de manera compartida.