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Aurelio iragorri valencia, ministro del Interior.

POLÍTICA

Ministros nuevos... barren 'bien'

El remezón ministerial dejó un gabinete más experimentado y regional. Pero necesitará más que caras frescas.

7 de septiembre de 2013

Luego de tres semanas de vigencia el paro agrario ya ha cobrado más de una víctima en cuanto a la política se refiere. Además de enviar buena parte de los índices de favorabilidad del gobierno a bajas históricas, la crisis de las protestas campesinas tumbó así mismo un tercio del gabinete ministerial.

El pasado lunes la primera línea del Ejecutivo, incluidos secretarios y altos consejeros, le presentó al presidente Juan Manuel Santos sus renuncias protocolarias. Tres días después, el jefe del Estado había cambiado a cinco de sus 15 ministros y escogido nueva directora de Planeación Nacional y nueva secretaria de la Presidencia. En palabras del presidente, “un gabinete para la paz y la unidad”.

El remezón ministerial de la semana pasada se dio en medio de la publicación de la más reciente encuesta Gallup. Los cambios son el fiel reflejo de varios de los puntos críticos que enfrenta actualmente el gobierno. A raíz de la temporada de protestas sociales, que ya lleva más de dos meses, el equipo político de Santos había venido perdiendo un gran margen de maniobra.

El surgimiento de descontentos por todo el territorio nacional, la incapacidad para resolverlos y sus impactos en vías y calles agotaron física y políticamente la capacidad negociadora del ministro del Interior Fernando Carrillo. Y, como el malestar se centró en el campo, junto a él cayó también Francisco Estupiñán, jefe de la cartera de Agricultura. 

El relevo en estos dos ministerios es producto directo de las protestas campesinas y ciudadanas. A Carrillo lo reemplaza su segundo de a bordo en el equipo del gobierno para enfrentar los paros, el secretario de la Presidencia, Aurelio Iragorri. Hijo del homónimo senador de La U, el más veterano de los congresistas, el nuevo encargado de la política ha enfrentado en este gobierno, según su propio cálculo, más de 90 conflictos. 

En esta revista fue llamado el “apaga incendios” del Ejecutivo por el manejo acertado que le ha dado a esos problemas. Que el bombero por excelencia de la Casa de Nariño sea nombrado Ministro del Interior confirma la magnitud del incendio. 

De hecho, Iragorri manejó los diálogos con los sectores campesinos en Boyacá y otras regiones. Por su trayectoria y su estilo personal el nuevo jefe de la cartera política puede ser visto como una persona con más cancha que su antecesor para manejar los intereses de los políticos regionales en medio de la campaña de 2014.

Quien sí causó sorpresa en sectores cercanos a los manifestantes del paro agrario fue Rubén Darío Lizarralde, quien por 18 años fue gerente de Indupalma. El nuevo ministro de Agricultura será responsable desde esta semana de la apuesta del gobierno para resolver la protesta campesina: el Gran Pacto Nacional por el Sector Agropecuario. 

La carrera y los logros de Lizarralde dentro del sector palmicultor despertaron de inmediato las primeras críticas a su nombramiento. “Es una provocación”, dijo el senador del Polo, Jorge Robledo, quien lidera la oposición a las políticas agrarias y comerciales del Ejecutivo. Esa crítica, sin embargo, es injustificada pues Lizarralde no llegó al cargo en representación del latifundio en los baldíos, sino como el diseñador de innovadoras fórmulas de asociación entre campesinos y terratenientes. 

Junto con Iragorri, Lizarralde recibe una cartera ‘en llamas’. El paro agrario entra a su cuarta semana sin resolverse y, a pesar de que el gobierno mantiene negociaciones en varias zonas, la semana pasada continuaban los enfrentamientos con la fuerza pública y los disturbios en el sur y oriente del país. 

Al entrante ministro de Agricultura le toca, en cuestión de días, avanzar en las mesas de diálogo, convencer a los actores principales del agro de participar en el pacto y conjurar una protesta que cada día que pasa le resta gobernabilidad a la Casa de Nariño y fortalece a los opositores. Todo lo anterior sin incluir los acuerdos sobre el campo que se definieron en La Habana con las Farc. 

Otro cambio se presentó en el Ministerio de Justicia donde entra Alfonso Gómez Méndez. El político liberal ha sido congresista, juez, procurador y fiscal general de la Nación, y su opinión se ha convertido en una referencia en los círculos jurídicos. Gómez Méndez llega a esta cartera en medio de una grave crisis institucional y de imagen pública. A los problemas tradicionales de la administración de Justicia se suman la permanente crisis penitenciaria y un continuado deterioro de la confianza de los ciudadanos en la rama judicial y en las Altas Cortes. 

Además, el nuevo ministro de Justicia recibió una responsabilidad de enorme calibre por parte del presidente Santos en su gabinete de “la paz y la unidad”: el desarrollo de los eventuales acuerdos con la guerrilla de las Farc y el modelo de Justicia Transicional que ellos traerían. 

Los dos relevos restantes están íntimamente relacionados: las carteras de Minas y de Ambiente. Ambos ministerios, desde orillas distintas, han estado en el centro de la discusión sobre los pocos avances de las famosas “locomotoras” del gobierno. A Minas llega un viejo conocido del sector: el excongresista guajiro Amylkar Acosta. 

Con carrera política y experiencia en energía, el político liberal se convirtió en una de las voces más críticas de la política santista en esta materia. Acosta no solo se ha opuesto a la venta de Isagén, que ahora le tocará defender como ministro, sino también ha calificado al presidente como parte del “cogollito de la oligarquía bogotana”. Una de las primeras tareas del nuevo ministro de Minas será sin duda aclarar qué posturas críticas mantendrá y cuáles adaptará a sus nuevas responsabilidades.

Con el nombramiento de Luz Helena Sarmiento, el gobierno Santos llega a su cuarto ministro de Ambiente en tres años, lo cual demuestra la inestabilidad con la cual se ha manejado este tema. Sarmiento es la primera que llega a ese cargo con trayectoria y conocimiento del sector, pues se desempeñaba como directora de Licencias Ambientales y ha dirigido programas en el BID en esa materia.

La santandereana se enfrenta a la misma paradoja que vive el gobierno en la gestión de esta cartera: los empresarios la critican pues la acusan de haber frenado con las licencias el despegue de las locomotoras y los ecologistas no la consideran verde por haber trabajado en el pasado en El Cerrejón y Ecopetrol. 

El nombramiento más controvertido hasta ahora ha sido el de la nueva directora de Planeación, Tatiana Orozco, pues esa posición siempre ha estado reservada para las más reconocidas figuras de la tecnocracia. La doctora Orozco ha sido siempre competente en los cargos que ha desempeñado, pero el salto entre estos y sus nuevas responsabilidades es tan grande, que entra en medio de algo de escepticismo de la tecnocracia colombiana. 

En términos generales se podría decir que el nuevo gabinete de Santos es bueno, pero no ha entusiasmado mucho. El primer equipo ministerial siempre es el más popular hasta que se desgasta. De ahí que el supuesto dream team con que arrancó el gobierno de la prosperidad democrática acabó siendo percibido como un equipo de tecnócratas bogotanos amigos de Santos y ajenos a la realidad nacional. 

El relevo ahora es considerado un regreso a la vieja guardia tradicional, la cual supuestamente es ajena a la nueva generación de las redes sociales. Las dos interpretaciones son algo simplistas. El nuevo gabinete tiene un equilibrio entre representación regional, experiencia política y conocimiento de los temas. No es el dream team, pero es un relevo oportuno y realista.