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POLÉMICA

Sigue puja entre Minsalud y la mayor farmacéutica del mundo

Alejandro Gaviria manifestó que si Novartis no reconsidera su postura y baja el precio del medicamento, lo más probable es que el fármaco sea declarado de interés público.

18 de mayo de 2016

El Gobierno da unas semanas de plazo al gigante farmacéutico Novartis para que rebaje el precio de un popular medicamento contra el cáncer o verá cómo se rompe su monopolio en la producción del producto y se abre la competencia a rivales genéricos.

Las declaraciones del ministro de Salud, Alejandro Gaviria, en una entrevista el martes son las más contundentes hasta la fecha en una creciente disputa pública con la mayor farmacéutica del mundo, que podría sentar un precedente para que países con ingresos medios puedan contener el aumento de los precios de medicamentos complejos.

Memorandos elaborados por la embajada de Colombia en Washington, filtrados la semana pasada a un grupo sin ánimo de lucro, describen una intensa presión a Bogotá, firme aliado de Estados Unidos, desde la industria farmacéutica y sus aliados en el Congreso estadounidense.

En uno de los documentos, la embajada advierte que romper la patente de Novartis para el medicamento contra la leucemia Gleevec podría afectar el apoyo de Estados Unidos a la propuesta de Colombia de unirse al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica e incluso poner en riesgo los 450 millones de dólares que el país recibe de Washington para un acuerdo de paz con las FARC.

Los reportes siguieron a reuniones entre diplomáticos colombianos y funcionarios de la Oficina del Representante de Comercio de EE. UU. y con un republicano en el Comité de Finanzas del Senado, cuyo presidente, el senador por Utah Orrin Hatch, tiene estrechos vínculos con la industria financiera.

Gaviria, economista de formación, dijo que la presión demuestra los contundentes pasos que está dispuesta a dar la industria farmacéutica para proteger sus intereses comerciales.

"Temen mucho que el ejemplo de Colombia se vaya a difundir por la región", dijo.

Los programas sanitarios gubernamentales de muchos países enfrentan problemas por el elevado costo de los nuevos medicamentos y el aumento anual del 10 %, o incluso más, en medicinas que llevan tiempo en el mercado. Los Estados presionan cada vez más exigiendo grandes descuentos o que se establezca un límite para los más caros.

Gaviria niega que esté intentando sentar un precedente en la lucha global por unos precios más bajos.

"Para nosotros es una cuestión de supervivencia", dijo destacando que el sistema sanitario colombiano garantiza que los pacientes pueden acceder a todos los fármacos aprobados y que el presupuesto del departamento se resiente tras años de subidas de precios. En el 2009, el Gobierno declaró alerta de salud pública después de que la inversión en medicamentos sofisticados se multiplicó por 10 en sólo unos años.

"Como Estado, uno no puede comprar todo al precio que el otro diga que lo va a vender. Esto es lo que pasaba muchas veces", expresó Gaviria.

Novartis ha rechazado la propuesta del ministro para rebajar el precio de Gleevec a 140 pesos por miligramo. Esto es menos de la mitad de su precio regulado actual, pero sigue estando muy por encima del de las versiones genéricas que fueron prohibidas en el 2012 cuando, tras una década de litigios, un tribunal colombiano dio a Novartis la patente exclusiva de una de las dos variantes del medicamento.

En una carta del pasado 20 de abril, la filial local de Novartis dijo que no considera conveniente iniciar negociaciones sobre los precios y que la decisión de anular las patentes se debería tomar sólo en circunstancias excepcionales y no emplearse como arma de negociación.

Gaviria dijo que está dando tiempo a Novartis para que reconsidere su postura. Pero si la empresa suiza no lo hace, apunta, planea declarar el acceso al fármaco para la leucemia un asunto de interés público a su regreso de un viaje a Ginebra la próxima semana, donde asistirá a una reunión de la Organización Mundial de la Salud.

Gleevec es el producto más vendido de Novartis desde el 2012: recaudó sólo el año pasado un total de 4.700 millones de dólares en todo el mundo, o cerca del 10 % de los ingresos de la firma. Pero no ocupará esta posición privilegiada mucho más tiempo. Desde el pasado primero de febrero, Gleevec enfrenta la competencia de genéricos en Estados Unidos, un mercado que representa la mitad de sus ventas. Como consecuencia, las ventas de Gleevec en el primer trimestre del 2016 bajaron en 40 % en el país y en 20 % en todo el mundo.

En Colombia, la expira en julio del 2018.

El portavoz de Novartis, Eric Althoff, rechazó responder a preguntas sobre el objetivo del gigante farmacéutico en sus conversaciones con Bogotá. Tampoco dijo si Novartis reclutó a funcionarios estadounidenses para presionar al Gobierno en contra de romper su patente para el medicamento.

La empresa está "buscando de forma active una resolución a la discusión en torno a nuestra patente de Glivec en Colombia que beneficie a los pacientes, la innovación y el sistema de atención sanitaria", explicó Althoff en un correo electrónico.

Novartis dice que el medicamento está sujeto a los controles de precios de Colombia desde el 2011 y que existen dos versiones genéricas. Pero el Ministerio de Salud apunta que la competencia de genéricos que había antes fue prácticamente anulada por la agresividad de la farmacéutica en el mercado y por el temor de los competidores a procesos judiciales por infringir la patente.

En lo que no hay discusión es en cuánto se ahorra Colombia con la emisión de las llamadas licencias obligatorias. El costo de un tratamiento con Glivec asciende a unos 15.000 dólares anuales, casi dos veces el ingreso medio de un trabajador colombiano. Según un estudio del ministerio, sin la competencia de los genéricos, el Gobierno tendría que haber tenido que pagar 15 millones de dólares extra cada año por el suministro de Glivec.

Más de 100 abogados y expertos en salud de todo el mundo firmaron esta semana una carta en apoyo al gobierno de Colombia.

"La presión sobre Colombia es falaz pero real", expresó Andrew Goldman, abogado del grupo Knowledge Ecology International, con sede en Washington, que fue el primero en obtener los memorandos de la embajada. "Siempre asumimos que este tipo de intervenciones son las que ocurren tras bambalinas, pero rara vez tenemos la ocasión de verlo de cerca".