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MISION DE ALTO RIESGO

En Colombia, el escolta que le salvó la vida al presidente Ronald Reagan ayudó a diseñar el operativo de seguridad paralos candidatos presidenciales.

16 de marzo de 1998

Dennis Ramos, un hombre menudo, de pocas palabras y de mirada fría, hace parte desde 1979 del Servicio Secreto de Estados Unidos, organismo que tiene la delicada misión de velar por la seguridad de los presidentes. Su nombre está rodeado de gloria. En 1981, él y 16 compañeros más salvaron la vida al entonces presidente Ronald Reagan. Las imágenes del atentado, que recorrieron el mundo, mostraban a los hombres de seguridad lanzarse como escudos humanos sobre el presidente para protegerlo de las balas que un sicópata disparaba en forma indiscriminada.
El valor y arrojo de Ramos lo llevaron a ocupar importantes cargos dentro del Servicio Secreto. En 1993 fue seleccionado para adelantar la más importante misión de su vida: jefe de seguridad de Bill Clinton. Durante tres años cumplió con esa difícil tarea. Después pasó a formar parte del grupo de instructores que prepara a los oficiales seleccionados para proteger a los presidentes estadounidenses. Esta labor la combina con la de agente activo, pues al menos una vez al mes hace parte del selecto cuerpo de seguridad de Clinton.
Hace tres semanas, Ramos está en Colombia. Fue invitado por el director del DAS, general Luis Enrique Montenegro, para realizar una serie de cursos de actualización con los hombres encargados de velar por la seguridad de altos dignatarios. Su tarea inmediata es responder por la vida de los candidatos a la Presidencia de la República.Durante la primera semana de entrenamieno, Ramos y los agentes del DAS, encerrados en una pequeña oficina, analizaron las imágenes de televisión sobre el asesinato de Luis Carlos Galán. El objetivo era detectar los errores que cometió el grupo de escoltas del candidato liberal esa fatídica noche del 18 de agosto de 1989. También observaron videos de atentados a dignatarios en diferentes partes del mundo, como el que sufrió Reagan 1981.
La siguiente semana efectuaron una serie de prácticas de campo con el objetivo de adaptar algunas medidas de seguridad del manual del Servicio Secreto de Estados Unidos a las del manual colombiano. La última semana, el trabajo de Ramos estuvo encaminado a organizar un plan estratégico para garantizar el éxito del DAS y la Policía en la misión más delicada que, hoy por hoy, tienen en sus manos: mantener sanos y salvos a los candidatos presidenciales hasta cuando finalice la contienda electoral a mediados de junio.

Bajo control
A finales de la semana pasada, Ramos regresó a su trabajo en Washington. Mientras tanto, el DAS y la Policía siguen en una carrera contra el reloj para perfeccionar el plan de protección de candidatos. El trabajo, que comenzó hace más de tres meses, tiene al frente a dos experimentados hombres de la Policía, cuyas hojas de vida son tan brillantes como la de Ramos. Se trata de los coroneles Jesús Antonio Gómez Méndez y Jorge Enrique Linares, curtidos oficiales que han recorrido el mundo especializándose en temas antiterroristas, manejo de crisis y protección de dignatarios. Sobre ellos dos recaerá la responsabilidad de garantizar la seguridad de los 10 precandidatos que hoy recorren el país en busca de la Presidencia de la República.
Gómez y Linares no han dejado nada al azar. A su mando hay 300 hombres, todos ellos de primera línea, entrenados en protección. Su primera tarea de inteligencia fue establecer los diferentes niveles de riesgo de cada uno de los aspirantes. Según esos niveles de riesgo, los aspirantes fueron catalogados en tres rangos: 1. Alto: Horacio Serpa, Alfonso Valdivieso y Andrés Pastrana. 2. Medio: Noemí Sanín y Juan Camilo Restrepo. Y bajo: Carlos Lleras de La Fuente, Antanas Mockus, Jorge García Hurtado y Jaime Arias Ramírez. En el caso del general Harold Bedoya, su seguridad corre por cuenta de oficiales del Ejército.
Igualmente fueron asignados oficiales de enlace para cada una de las campañas políticas. Ellos trabajan en llave con los directores de campaña y diseñan, día a día, el programa de seguridad del candidato de acuerdo con su agenda. Como nada puede estar fuera de control, también se han establecido una serie de anillos de seguridad que van desde la vigilancia de las sedes políticas, hasta el control en las manifestaciones públicas, lo mismo que los hoteles y lugares de hospedaje de los candidatos. Los servicios de habitación, botones y amas de llaves no escaparán a las medidas de seguridad. Como dato curioso, cada uno de los grupos de protección tiene asignado un oficial con el mismo tipo de sangre del candidato. Igualmente, los jefes de seguridad conocen la historia clínica del dignatario bajo su protección, y son los encargados de coordinar con los hospitales y clínicas de las ciudades y municipios donde se realicen concentraciones políticas, los dispositivos médicos necesarios para atender cualquier eventualidad.
En las próximas semanas llegarán al país expertos internacionales en seguridad, con el fin de colaborar con los hombres que en los próximos tres meses tienen la más delicada de las misiones. Los generales Rosso José Serrano y Luis Enrique Montenegro tendrán la supervisión general de toda la operación. Nadie quiere que se repita la trágica historia de Luis Carlos Galán.