Home

Nación

Artículo

MITACA VIOLENTA

Un saldo de 13 muertos dejó la semana política y el temor generalizado de un posible resurgimiento de atavicos sectarismos de partido

2 de abril de 1984

Algo raro está pasando en estas elecciones de mitaca. Un evento tradicionalmente rutinario y lánguido, que se desenvuelve sin pena ni gloria a espaldas del interés del grueso público, de repente, este año, pareció tomar un rumbo diferente.
Por un lado positivo, en la medida en que todo indica que aumentará sensiblemente el caudal de votos. Pero, por otro lado, preocupante, la pasión que ha despertado la campaña ha hecho que, en algunos casos, ésta se haya quedado marcada por hechos violentos, y por enfrentamientos entre partidos y sectores de partidos dejando saldo de muertos. Aunque se trata de hechos aislados, algunos de los cuales parecen derivarse más de pugnas sociales que interpartidistas, han aterrado a la opinión pública por que reviven en la memoria la sombra de la violencia de los años 50.
Los hechos
Los primeros muertos fueron tres candidatos al Concejo de Fredonia, Antioquia, por las listas del Frente Democrático. Pedro Atehortúa, Rafael García y Héctor Bedoya, dirigentes regionales del Partido Comunista, se preparaban para encabezar una movilización el 19 de febrero, día de paro cívico en esa localidad. Un comando del MAS los ametralló a los tres.
En el municipio Las Rosas, departamento del Cauca, se llevó a cabo una manifestación liberal a favor de las listas de Aurelio Iragorri. Un borracho empezó a gritar vivas al Partido Conservador, lo cual provocó que algunos de los manifestantes empezaran a golpearlo. Un grupo de liberales de una fracción enfrentada, los seguidores de Mosquera Chaux, que estaban observando la manifestación, aprovecharon la confusión y se metieron en la pelea. Hubo tiros y dos personas --uno mosquerista y el otro de Iragorri-- salieron mal heridas.
En Risaralda, municipio de Mistrató, fue asesinado el concejal Gustavo Guevara, quien había vuelto a postularse por las listas de la unidad conservadora. Aún no se ha esclarecido quién planeó la emboscada que le tendieron, ni quiénes fueron los asesinos.
En Girardot, un pequeño grupo liberal, llamado Liberalismo Independiente, abrió su sede en el centro de la ciudad. Hace pocos días ésta fue asaltada, y los ladrones sólo se robaron las papeletas de votación.
En Puerto Boyacá, Magdalena Medio, un ex alcalde de la localidad, Martín Torres Sierra, actuaba como jefe del Nuevo Liberalismo y coordinaba la campaña electoral de este sector. El 1° de marzo fue asesinado mientras almorzaba en un restaurante.
En Dolores, Tolima, el senador Juan Tolelis, segundo renglón para la lista al Concejo por las listas santofimistas, se vio enredado en un confuso incidente. Sin que se haya podido esclarecer por qué, Tolelis disparó e hirió a un copartidario suyo, José Antonio Patiño. En el mismo departamento, en el municipio de Chaparral, la diputada santofimista María Marta Ramos fue víctima de una emboscada y logró salir ilesa de los disparos.
El viernes 2 de marzo, en Medellín, estallaron a la madrugada dos poderosas bombas en las sedes del oficialismo liberal y del conservatismo, que dejaron prácticamente destruídos los respectivos edificios. Según conjeturas del alcalde, Juan Felipe Gaviria, podría tratarse de atentados del grupo guerrillero EPL.
Pugna entre conservadores
Dentro de los múltiples casos de violencia electoral que se han registrado en estos días, el más espectacular y extraño es, sin lugar a dudas, el de Abrego, Santander del Norte.
Según relató la prensa, dos grupos conservadores, los seguidores de un dirigente llamado Carlos Julio Torrado y los de otro, Carlos Bacca --ambos ospino-pastranistas-- se enfrentaron a tiros. Seis personas resultaron muertas en el incidente. Representantes de los dos bandos dieron declaraciones a la radio y explicaron sus respectivas versiones. Pero lo que no quedó claro para nadie era qué podía haber llevado a dos fracciones de un mismo partido a semejante acción tan violenta.
El reportero de SEMANA viajó a Abrego a investigar. Se enteró que se trata de una comunidad campesina aislada del resto del mundo, donde la violencia política viene haciendo estragos desde hace décadas. En la campaña presidencial pasada, por ejemplo, cuando se anunció el triunfo conservador, hordas de fanáticos degollaron gallos y pintaron con sangre las puertas de las casas de los liberales.
Según la reconstrucción de los hechos que hizo SEMANA, el domingo 26 de febrero el señor Carlos Julio Torrado, acompañado por sus hijos Jairo, de 36 años, Manuel de 28 y Eduardo de 23, y de otros familiares y compañeros de política, salieron de un acto electoral que habían presidido en el corregimiento de La María.
Carlos Julio Torrado, ex alcalde de Abrego, varias veces concejal y, a decir de muchos, principal cacique de la región, encabezaba en esta oportunidad la lista al Concejo del sector pavonista (de don Lucio Pavón, ospinopastranista).
Los cuatro hombres se montaron en su jeep e iniciaron el viaje de regreso a su casa, y en un punto denominado El Arbolito fueron emboscados por seis personas que los estaban esperando, estratégicamente ubicados a los dos lados de la carretera. En medio del tiroteo, murieron los hermanos Jairo y Manuel, y el tercero de ellos, Eduardo, recibió trece balazos pero quedó con vida. El señor Torrado, herido en una pierna, logró emprender la huída en el jeep y llegó hasta Abrego. Allí la noticia se extendió rápidamente, y sus seguidores políticos se juntaron en una beligerante manifestación que partió hacia la casa de su contendor electoral, Carlos Bacca. Agredieron la residencia a piedra y bala y luego se dispersaron.
El hijo que quedó herido, Eduardo, murió pocas horas después, y durante su entierro otro hombre fue asesinado. Esta vez se trató de Alfonso Celis Ordóñez, también ospino-pastranista, padre de la presidenta de la Asamblea, Isabel Celis.
Este nuevo asesinato parecia más bien producto de una confusión. Posiblemente la víctima que se buscaba era nuevamente Carlos Julio Torrado, y el parecido físico entre los dos hombres era notorio. En este atentado fue herida una mujer embarazada.
Públicamente, y a través de las grandes cadenas radiales, Torrado responsabilizó directamente a Bacca de las muertes, diciendo que se trataba de un crimen político.
El señor Bacca también es ex alcalde, tiene su feudo político en la región y al igual que Torrado, encabeza su propia lista al Concejo.
Ya había un antecedente de enfrentamiento entre los dos dirigentes políticos: el 31 de diciembre pasado, hubo una balacera entre miembros de las familias Bacca y Torrado. Los habitantes de Abrego cuentan que cada vez que alguno de ellos había en la plaza pública, saca a relucir la pistola y dice que si el pleito hay que resolverlo a bala, habrá bala.
Las acusaciones contra Bacca no han sido comprobadas, y aún no se sabe quién es el asesino.
Todo el evento denota un resurgimiento de atávicos sectarismos de partido, y, como decían aterrorizados los vecinos de Abrego, "por momentos parecía que habían vuelto los días de la Violencia".--