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Monseñor Juan Vicente Córdoba. | Foto: Archivo SEMANA

DECLARACIÓN

“La Iglesia no es cavernaria. Ni los homosexuales son locas”

Monseñor Juan Vicente Córdoba sorprende con un nuevo tono para referirse al matrimonio gay, con el que sigue sin estar de acuerdo.

14 de mayo de 2015

Uno de los altos jerarcas de la Iglesia católica colombiana, monseñor Juan Vicente Córdoba, fue el más aplaudido durante el foro sobre matrimonio y adopción gay que se adelantó este jueves en la Universidad de Los Andes, en Bogotá.

Aunque el arzobispo reiteró que la Iglesia jamás reconocería como familia a la unión entre personas del mismo sexo, hizo una férrea defensa de la dignidad de los homosexuales, con lo cual se llevó las ovaciones del auditorio.

La intervención de Córdoba, que parecía ser la más radical de cuantas estaban anunciadas en foro promovido por la fundación Buen Gobierno, resultó en cambio ser la más mesurada.

El tono con el que el prelado abordó el debate pareció moderar el que históricamente ha asumido la Iglesia católica en el país para oponerse a que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio o que puedan adoptar.

“Nadie escogió ser homosexual o heterosexual. Sencillamente se siente, se ama, se experimenta, se atrae. Y ninguna atracción es mala”. Córdoba aseguró que los homosexuales son bienvenidos y respetados en la Iglesia, por la sencilla razón de que su orientación sexual no los hace pecadores.

Una postura diferente a las de otros clérigos y creyentes que han entendido que las relaciones homosexuales son antinaturales y contra la religión.

“El pecado es otra cosa. Es sencillamente no respetar la dignidad de los demás. No amar a Dios y al prójimo como a sí mismo, no darle de comer al hambriento, no darle de beber al sediento, y no colocar en su sitio la dignidad, la justicia, la salud de los demás. Prefiero mil veces que tengamos salud en Colombia, que tengamos dignidad, que no muramos en los hospitales, y mil veces que haya alimentos para todos, a que seamos homosexuales o heterosexuales”, explicó el obispo.

Córdoba además dijo que en la Biblia y en la vida de Jesucristo no hubo un solo rechazo a los homosexuales, como para que se asuma como una doctrina religiosa.

“No sabemos si alguno de los discípulos de Jesucristo era ‘marinconcito’, no sabemos. Tampoco si María Magdalena era lesbiana. Parece que no porque bastantes pasaron por sus piernas, pero no sabemos. Jesús nunca les dijo no caminen así, o no se vistan de una forma. Tampoco les dijo machitos los quiero”, expuso.

Sobre la discusión que se viene adelantando en el país sobre la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan contraer matrimonio o adoptar hijos, Córdoba pide que la decisión no quede en unos cuantos magistrados, que decidan por encima de los ciudadanos, y defendió los escenarios del referendo, el plebiscito, o el de las reformas constitucionales en el Congreso. Defendió el Legislativo como el escenario natural de la discusión.

Y además pidió que a la hora del debate no se convierta en una confrontación entre los que tienen fe y los que no la tienen, y que tampoco se convierta en una plataforma política para ganar votos o para ganar dinero. “Esto no es de ganar batallas por genitalidad, por penes o vaginas. Hoy las batallas deben ser son por la dignidad de los más pobres, por los que no son escuchados”.

Córdoba, incluso, contempló el escenario de que en Colombia, el Congreso aprueba el matrimonio y la adopción gay. “Hermanos homosexuales, cuando se casen, tengan hogares bonitos, con base en la fidelidad, y formen a sus hijos con amor, preocupados de los pobres, de los más necesitados, para que haya justicia en Colombia”.

Lo que sí pidió a manera de súplica es que el debate no polarice los ánimos y que se enmarque dentro del mutuo respeto. “A los que no estamos de acuerdo con la adopción de niños, o a que llamen familia a cualquier unión, no nos digan recalcitrantes, dinosaurios, cavernícolas, retardatarios, porque también tenemos derecho a presentar nuestras ideas y nuestras emociones con respeto”.

“Como es la vida, va a llegar un momento en que la Iglesia sea la minoría que será aplastada por las mayorías. Respétennos, no nos tachen, no nos pongan adjetivos, y que nadie les diga enfermos o desubicados, ni locos ni locas a las homosexuales. Todo adjetivo sobra. Tenemos un sustantivo y es que somos hermanos y hermanas”, puntualizó.