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| Foto: SEMANA

INVESTIGACIÓN

‘Monstruo de Monserrate’ fue consciente de sus crímenes: Medicina Legal

El director del Instituto Carlos Valdés determinó que Fredy Valencia padece trastorno de personalidad antisocial. Se enfrentará a una pena de más de 40 años de cárcel.

20 de enero de 2016

Fredy Valencia, el indigente que asesinó y enterró más de una docena de mujeres en el cerro de Monserrate, actuó de manera consciente cuando cometió los crímenes. Así lo determinó el estudio psiquiátrico realizado por Medicina Legal.

El director de Medicina Legal, Carlos Valdés, explicó que “el estudio psquiátrico demostró que Fredy Armando Valencia tenía capacidad de comprensión de sus actos con una personalidad antisocial”.

Valdés reveló que dentro de las 11 víctimas de Fredy Valencia se encuentran dos menores de edad, de quienes no se pudo determinar sí se presentó un caso de abuso sexual debido al estado de descomposición de los cuerpos.

Aunque Valencia se encuentra recluido en la cárcel la Picota acusado del homicidio de una mujer, sus confesiones y el resultado del examen llevarán al ente acusador a imputarle nuevamente cargos por las otras víctimas.

“A él únicamente se le ha judicializado por un homicidio. En los próximos días la Fiscalía General de la Nación solicitará la audiencia de imputación de cargos y medida de aseguramiento por los delitos de homicidio agravado y acceso carnal violento”, señaló la directora de Fiscalías seccionales de Bogotá, Carmen Torres.

El monstruo de Monserrate

Lo primero que llama la atención de este hombre que habla pausado es que pocas veces mira a los ojos. Siempre desvía la mirada al piso o al techo en busca de palabras para tratar de justificar los crímenes. Más que la atrocidad y la sevicia con la que cometió los asesinatos, su mayor, y única, preocupación es que lo llamen monstruo. “Yo no soy un monstruo, no me gusta que me digan así. Tampoco soy un asesino en serie”, dijo Valencia a SEMANA.

Como suele ser usual en los homicidas múltiples, es un hombre sagaz que trata de justificar en supuestos traumas de infancia sus acciones. “Yo vivía con mi papá, mi mamá y mis hermanos. A mí me molestaban mucho en el colegio y todo el tiempo decían: ‘No se metan con Valencia, no jueguen con Valencia’. Eso pasaba principalmente con las niñas.

“Ellas me molestaban mucho. Un día, cuando yo tenía 8 años, unas niñas me bajaron la pantaloneta y quedé mostrando mi miembro. Yo me volví muy agresivo. Mi papá era muy perro y se fue con otra mujer. Y la psicóloga del colegio me decía que me metiera a clases de karate para canalizar mi agresividad”, dijo.

Dijo que terminó el bachillerato pero jamás entró a estudiar a una universidad como se ha dicho. “Yo tuve una mujer por la que dejé a tres mujeres más y los vecinos me decían que ella me traicionaba y me ponía los cachos. Por eso empecé a consumir vicio”, afirma.

Según su relato, al terminar el colegio trabajó un breve tiempo vendiendo autopartes. “Después empecé a delinquir y a robar. Yo me la pasaba solo y comencé a reciclar y empecé a hacer mi cambuche en la montaña. Mi familia a veces me regalaba algo de plata para comer”.

Hace siete años, en un intento de robo quedó gravemente herido y pasó seis meses en un hospital. Tenía 26 años de edad. Cuando se recuperó volvió a las calles y pasaba los días en la antigua Calle del Cartucho.

“Ahí empecé a ver a muchas muchachas que escarbaban la basura buscando comida. Yo me les acercaba y les decía que les podía dar comida y ropa y que a cambio sólo me tenían que dar cinco minutos de placer”, afirmó. “Yo pude haber subido más de 100 mujeres a mi cambuche, algunas se quedaban varios días o semanas y luego yo las sacaba. La mayoría eran muy desordenadas”,

Aunque dice estar arrepentido, sus palabras no suenan sinceras ni muestra el menor remordimiento. Dice que asesinó a la primera de ellas hace cuatro años porque quiso robarle una chaqueta. “Ella intentó chuzarme. Entonces yo empecé a ahorcarla. Yo no quería matarla. Pero después de esa vino otra y otra y otra. Yo siempre las ahorcaba pero no siempre para matarlas. A veces las ahorcaba y luego las trataba de reanimar porque no es cierto lo que se dice. Yo no tenía sexo con muertas. Por eso trataba de reanimarlas”.

Su voz y la mirada no cambian mientras hace este escabroso relato. “Yo jamás descuarticé a nadie como dicen. Yo por las noches abría los huecos, las envolvía y las tapaba con tierra y los escombros”, recuerda sin inmutarse.

Aunque trata de justificarse, en medio de su cinismo dice que no es un asesino en serie. Sabe perfectamente que estaba cometiendo homicidios atroces, tanto así que reconoce que jamás pensó en entregarse a las autoridades “porque yo sé que había cometido un delito”.

Como si toda esta macabra historia no fuera lo suficientemente aterradora, Valencia afirma que no se acuerda de los nombres de sus víctimas.