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| Foto: Archivo particular

MOVILIDAD

Motos: problemas y soluciones

Tan solo en 2016 los accidentes en motocicleta cobraron la vida de 3.759 personas en Colombia. A pesar de que este medio de transporte es el más peligroso del país, el país no tiene políticas para prevenir más víctimas.

3 de noviembre de 2017

Hace unos días Joenis Bocanegra y Armando Ocampo estaban en un concierto de Poncho Zuleta en Sabanalarga, Atlántico. Después de parrandear el show vallenato ambos salieron en una moto hacia, Campo de la Cruz, un municipio cercano. Armando había bebido alcohol y perdió el control de la motocicleta. El accidente le quitó la vida a Joenis y a él lo dejó gravemente herido. Como este, más de 3.000 accidentes con motos suceden al año en el país. 

Según Fasecolda en 2016 hubo 691.779 víctimas de accidentes de tránsito y en el 88 por ciento de los casos estuvo involucrada al menos una motocicleta. El año pasado, de las 7.280 personas que murieron en accidentes vehiculares, 3.759 fallecieron en siniestros con motos y el número de lesionados por esta causa superó los 20.000. Es por esto que en Colombia por cada 100 pesos en gastos médicos del SOAT, 87, 7 pesos corresponden a accidentes en motocicletas. 

Representan tragedias familiares, pérdidas de vidas de personas que por lo general están entre los 20 y 35 años, y discapacidades permanentes que tienen que ver con las extremidades del cuerpo y traumas en la cabeza. Según el Ministerio de Salud el 70 por ciento de las lesiones en los motociclistas son severas, y al menos 30 son traumas craneoencefálicos. Por eso, el ministro de Salud Alejandro Gaviria, consideran que este fenímeno ya es un asunto de salud y pública, y como tal, debe ser abordado desde las secretarías. .

El flagelo se le atribuye a la imprudencia de los conductores —de motos como de otros vehículos—, al frecuente zigzagueo, a la alta velocidad con que manejan, al irrespeto por las normas de tránsito y al exagerado aumento de estos vehículos. La Secretaría de Movilidad de Bogotá reporta que tan solo en la capital el número de motos registradas pasó de 116.391 a 470.131 en una década. Y en el país el número de éstas creció 254 por ciento mientras que el de otros vehículos un 81 por ciento.

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Hay varias razones por la que los colombianos prefieren las motos a otros medios para transportarse. Los sistema de transporte público no resuelven las necesidades de los ciudadanos. El tráfico y la incomodidad del servicio hacen que busquen otras alternativas. Pero la razón más importante es el dinero que se ahorran al usar estos vehículos.

En el mercado se pueden conseguir motos nuevas por cuatro millones de pesos y usadas desde dos millones, lo cual las hace bastante accesibles. Los concesionarios entregan las motos con diferentes programas de financiación y en muchos casos ni siquiera es necesario tener una primera cuota para acceder a estos vehículos, basta con la cédula. Además, el valor del permiso de conducción - que se consigue con un examen de poco rigor- puede tener un precio máximo de 516.00 pesos mientras que el de los carros particulares puede tener un costo de 713.110. Por otro lado, el gasto en gasolina es menor. Usuarios de motos consultados por este medio aseguran que a la semana se pueden gastar entre 10.000 y 20.000 pesos en combustible.

Los motociclistas tampoco tienen que pagar ningún tipo de peaje. Si bien no ocupan el mismo espacio y no impactan las carreteras como los automóviles, sí tienen acceso a un servicio por el que otros sí están pagando. Otro de los privilegios de estos vehículos es que las motocicletas no están reguladas por el pico y placa, de modo que pueden transitar libremente todos los días. Muchas tampoco necesitan parqueaderos porque son más fáciles de guardar. Esto también representa un ahorro para los usuarios de estos vehículos.

Pero uno de los temas clave en lo que se ahorran los motociclistas es la póliza de seguro obligatorio. De acuerdo a información del SOAT,  tienen una tarifa subsidiada por las otras clases de vehículos. Las motos pagan 2,9 menos de lo que corresponde a su riesgo. Mientras tanto, los vehículos familiares pagan 3,6 veces más y las camionetas y camperos 4 veces más de lo que corresponde a su riesgo.

Como si esto fuera poco, las motos de menos de 125 centímetros cúbicos de cilindraje tampoco pagan impuestos sobre vehículo. Otros, en cambio, pagan anualmente al menos el 1,5 por ciento del avalúo del vehículo. De modo que, haciendo sumas y restas, los beneficios que las motos le traen al boslillo resultan bastante llamativos para usuarios, por eso la industria también es una de las grandes beneficiadas. A mayor demanda, mayor oferta.

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Las soluciones que se han planeado no radican quitarle estos beneficios a los motociclistas, sino en hacer que los conductores cuenten con preparación y seguridad para manejar estos vehículos. La Asociación de Motociclistas en Colombia (Asomocol) ha defendido que el 98 por ciento de los motociclistas inscritos a esta organización usan sus motos para trabajar. Y que el 88 por ciento pertenece a estratos bajos, lo cual para ellos justifica que gocen de estos privilegios.

Juliana Rico, directora de la Cámara de la Industria Automotriz, dice que se está trabajando en conjunto con la industria y con el Ministerio de Transporte en el Plan de Integración de Motocicleta para reducir la accidentalidad en 2020. También se está tramitando en el Congreso un proyecto de ley para modificar un Código de Tránsito que hasta el momento es obsoleto. En general se pretende modificar los requisitos para obtener las licencias de conducción. “Para nosotros es el problema más delicado porque el rigor del examen no es el que debería ser. Eso sin duda reduciría la accidentalidad, ya que el problema no son las motos, sino la forma en cómo son usadas”, afirma Rico.   

Otro de los problemas que señala la directora es que las escuelas de conducción son las mismas que autorizan las licencias. Para solucionar esto, se espera que el examen sea mucho más riguroso y que tenga un componente práctico además del teórico. Y que esta prueba se realice por una entidad independiente de las escuelas.

Sin embargo, desde Asomocol hay varias críticas al proyecto por el hecho de que gran parte de las normas propuestas giran alrededor de los organismos de apoyo que prestan servicios de soporte para todos los trámites y requisitos de ley en materia de tránsito y transporte: exámenes médicos, de aptitud y de conocimiento, licencias para conducir, diagnóstico técnico mecánico de vehículos, cursos para infractores de las normas de tránsito, entre otros. “El problema es que todos fueron creados todos con naturaleza privada y, haciendo cuentas simples, es fácil detectar lo llamativo de estos negocios”. Por eso desde la asociación sugieren que estos trámites se hagan desde las secretarías de movilidad. “Es cuestión de prepararlas, de todas maneras, las podría controlar y vigilar el mismo sistema que hoy lo hace con los afortunados privados.”

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Así mismo, se espera que se controle el número de motos que ingresan a las ciudades, cosa que no tiene muy contenta a la industria de ensambladores, pero el proyecto es una gran oportunidad para reglamentar la conducción de estos vehículos y la industria.

Paralelamente en una mesa de trabajo en la que está la industria de ensambladores, el Ministerio de Transporte, la Agencia de Seguridad Nacional Vial, la Andi, y la Corporación Andina de Fomento (CAF) buscan concretar un plan actualizado para la seguridad. Además de regular los cascos, también pretenden incorporar una norma que haga obligatorio el uso de luces mínimas y especiales en las motocicletas. Con ello se espera reducir la accidentalidad en motos al menos en un 30 por ciento.

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También se viene trabajando para que todas las ensambladoras pongan en práctica sus programas de responsabilidad social, que cumplan con la regla de que todas las motos deben tener filtros de emisión de gases de acuerdo con las normas establecidas por el Ministerio de Ambiente. Además, por obligación los concesionarios y las ensambladoras tendrían que hacer recomendaciones de seguridad vial y protección del ambiente (como informar acerca de la importancia del mantenimiento y motivarlos a hacer la revisión tecnomecánica) antes de vender una moto.

Hasta el momento los proyectos para regular a las motos están a medio camino y aún no hay políticas definidas que permitan reducir la accidentalidad. Cada día el país necesita que estos planes no se queden en el papel sino que se pongan en marcha en las calles y carreteras. Sería el fin de este peligro sobre ruedas.