“Esta es una región que durante mucho tiempo pidió a gritos presencia del Estado. Nosotros somos casi los únicos que estamos allí prestando un servicio a la comunidad”, le dijo a Semana.com el coronel José Miguel Navarro Solórzano, comandante del grupo Mecanizado Juan del Corral, adscrito a la IV Brigada del Ejército.
Y lo dice con pesar. Porque esa era justamente la función de estos soldados campesinos: cuidar y proteger la infraestructura energética y celarla de los ataques de la guerrilla, ahora convertida en un pequeño reducto, si se compara con la influencia que la organización ejercía a comienzos de la década del 2000. Los desplazados que dejaron cruentos combates durante aquella época aún no han terminado de regresar.
Los tres muchachos estaban muy cerca el uno del otro cuando el rayo impactó en un escarpado. La descarga eléctrica, en medio de la tormenta, pudo haber estremecido la tierra a tan solo dos metros del puesto de centinela, contó el vocero de prensa de la IV Brigada.
El caso es que Alzate, oriundo de Sonsón, Antioquia; Giraldo, de San Luis; y Mosquera, de Medellín; aparecieron sin vida cuando todavía el agua caía a chorros. Y de ahí la dificultad para evacuar los cuerpos en medio la noche. El proceso debió hacerse en helicóptero al día siguiente.
De allí, los cuerpos de los tres jóvenes fueron trasladados a Medicina Legal, de Rionegro, donde les fueron practicados los procedimientos de inspección a cadáver, que determinaron los daños internos en los órganos generados por la corriente.
Es la primera vez que se tiene noticia de fallecidos por un rayo en esta zona del departamento, dice el coronel Navarro. Sin embargo, agrega, Antioquia es una de las regiones del país que más registran tormentas durante las épocas de invierno. Los solados no solo se juegan la vida combatiendo a los grupos ilegales.
Si es por el número de accidentes que causan los rayos, es difícil ser una víctima dentro de la estadística: unas 2 mil personas mueren cada año en todo el mundo, como consecuencia de este tipo de descargas, según la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (Osha), de los Estados Unidos.
“Para nosotros es una noticia muy triste. Y por eso le enviamos toda nuestra solidaridad a las familias de estos solados campesinos, que fallecieron cumpliendo su deber”, concluye Navarro. En un área en la que el conflicto ha dejado tantas secuelas en gran medida superadas, se hace inmanejable controlar a una fuerza aún más poderosa: la naturaleza.