Home

Nación

Artículo

judicial

Muerte amarilla

El asesinato de una decena de taxistas en el norte del Valle del Cauca es un nuevo y escalofriante episodio de la guerra entre los capos de la droga en esa región del país.

13 de junio de 2004

Osvelio Vinasco sabía que lo iban a matar. "Me van a quebrar a bala, como lo hicieron con mi hijo hace cinco meses, aunque no le debo nada a nadie", dijo hace dos semanas con la voz quebrada durante un consejo de seguridad en el que estaban representantes del gobierno municipal y de los organismos de control del municipio de Roldanillo. Su trágico anuncio se cumplió el pasado viernes 4 de junio a las 9:30 de la mañana, cuando dos sicarios en moto lo acribillaron a tiros frente a la entrada de la cooperativa de taxis El Gorrón que hasta ese día gerenció.

Este nuevo crimen colmó la paciencia del gremio de taxistas, quienes en un comunicado denunciaron a la banda de 'Los Machos', organización de sicarios que trabaja para el capo del narcotráfico Diego Montoya, como los autores materiales del homicidio. "Ellos están tomando represalias porque la cooperativa no se plegó a sus exigencias", señala el escrito. Entre las exigencias hechas por los sicarios de Montoya estaría la prohibición de transportar a cualquier persona en horas de la noche y hacia zonas rurales para evitar que puedan movilizarse con libertad los miembros de la banda 'Los Rastrojos', brazo armado del narcotraficante Wilber Varela, contra quienes libran una sangrienta guerra por el control territorial.

Según el comunicado, 'Los Machos' serían los autores de los otros nueve homicidios cometidos contra taxistas de la empresa. Algunos testimonios recogidos entre los compañeros de Vinasco señalan que dos hombres conocidos como Omar García alias 'Capachivo' y Henry Agudelo alias 'Conejo' lo habían presionado para que les permitiera infiltrar hombres de su organización en la cooperativa para hacer inteligencia y tener mayor control en la zona. Vinasco se negó al argumentar que los taxistas nada tenían que ver con la guerra entre los capos de la mafia. Sin embargo, fuentes oficiales aseguran que algunos motoristas han entrado en la dinámica perversa de esta guerra al prestarse para transportar personal de ambos grupos y por eso se han convertido en objetivos militares de la mafia.

Para Omar Tirado, alcalde de Roldanillo, los homicidios de taxistas son el reflejo de la crítica situación en que se encuentran los habitantes de su municipio. "La comunidad ha cerrado filas frente a los hechos de violencia, pero es difícil mantenerse al margen, la gente está entre dos fuegos y debe pensar en sobrevivir", señaló. Tan sólo en los cinco primeros meses de este año, en ese municipio han sido asesinadas 34 personas, 14 más que en el mismo período de 2003, cifra escandalosa para un municipio de 40.000 habitantes, de los cuales 22.000 viven en el campo. El temor se ha extendido a otras regiones aledañas. SEMANA conoció que varios concejales de Versalles, La Unión, Zarzal, El Dovio y La Victoria debieron abandonar la zona ante las amenazas de los dos grupos que sirven al narcotráfico.

La situación ha puesto en el ojo del huracán el trabajo de las autoridades. Sin embargo, el coronel Jairo Salcedo, comandante de la Policía del Valle del Cauca, les ha salido al paso a los cuestionamientos, y ante las críticas el oficial también muestra resultados. En dos meses se han capturado 18 miembros del grupo 'Los Rastrojos', se les han incautado armamento y municiones. También se han desmantelado varios laboratorios de droga en la zona aledaña al cañón del Garrapatas.

Lo cierto del caso es que a pesar de estas acciones los recientes asesinatos de taxistas son un nuevo capítulo que deja en evidencia que la guerra en el norte del Valle del Cauca se l e salió por completo de control al Estado.