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En la tarde del lunes fue hallado el patrullero Jairo Díaz, en los cerros al norte de Bogotá. | Foto: SEMANA

TRAGEDIA

Muerte de patrullero pudo ser accidental

El patrullero Jairo Díaz fue hallado muerto este lunes en los cerros nororientales de Bogotá.

4 de febrero de 2013

Un accidente, una de las primeras hipótesis que se presentaron tras la desaparición del patrullero Jairo Díaz, volvió a tomar fuerza este lunes luego de que fue encontrado el cadáver y que se le hizo una primera evaluación al mismo. El resultado preliminar es que no hay signos de violencia.

“Por la inspección que se le hizo al cadáver, la muerte pudo ser accidental”,  dijo a medios el comandante de la Policía Metropolitana general, Luis Eduardo Martínez.

Aunque señaló que es muy prematuro hacer conjeturas, para la Policía son varios los indicios que apuntan a que el patrullero pudo caer y morir. Según el alto oficial, Díaz tenía el arma de dotación y el bolillo.

Otro dato relevante es que no se encontraron signos de tortura o golpes producidos por terceros, sólo raspaduras por el movimiento del cuerpo en el lugar en que estuvo por nueve días.

En la parte alta de Usaquén, específicamente en el barrio Villa Nidia, apareció en la tarde de este lunes el cuerpo sin vida del patrullero, quien se encontraba desaparecido desde el pasado domingo 27 de enero.

El cuerpo del uniformado fue hallado en un caño de la calle 162 con carrera tercera, en el nororiente de Bogotá. Quienes avisaron sobre el hallazgo fue un grupo de vecinos que notó el cuerpo sobre las aguas, por lo que se presume salió a flote luego de las fuertes lluvias que se registraron en el norte de la capital.

Esa teoría surge ya que desde cuando se conoció la desaparición del policía, organismos de búsqueda iniciaron un operativo con varias unidades en la zona y el canal de aguas ya se había revisado palmo a palmo.

Unidades de criminalística adelantan las labores de inspección al cadáver para iniciar las investigaciones que determinen el deceso de Díaz. Una primera versión da cuenta de que el cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición y fue hallado sin pantalón, pero aún vestía la camiseta de la institución y las botas de dotación.

Cuando desapareció, el patrullero llevaba escasos diez días de haber llegado a ese sector. Horas antes, Díaz y su compañera de turno acudieron en moto a apoyar a otra pareja de policías en la búsqueda de un revólver usado la noche anterior en un homicidio.

Los patrulleros, dos hombres y dos mujeres, inspeccionaron el lugar sin suerte. En el momento de retirarse, Díaz les dijo a sus compañeros que lo esperaran mientras hacía una última búsqueda entre una enramada que colinda con un despeñadero de 40 metros.

Según sus compañeros, con el paso de los minutos bajaron a buscarlo y, al no dar con él, informaron a sus superiores.

La propia institución, como parte de un procedimiento rutinario en estos casos, optó por entrevistar y realizar pruebas de polígrafo a las dos menudas policías y al otro uniformado que estuvieron en el lugar para descartar que estuvieran involucrados de alguna manera. Todos las pasaron, con lo cual aumentó el misterio en torno a la suerte de Díaz que se resolvió como no se quería que se resolviera.