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Doña Eloísa Garzón (Q.E.P.D.), madre de Lucho Garzón. | Foto: SEMANA

OBITUARIO

Murió doña Eloísa, la ejemplar mamá de Lucho Garzón

A los 89 años falleció la mujer de origen campesino que fue empleada doméstica y, a punta de esmero, crió al que se convertiría en alcalde de Bogotá. Esta es su historia.

12 de noviembre de 2017

Eloísa Garzón, la madre del exalcalde de Bogotá Lucho Garzón, hoy presentador de televisión, murió tras 89 años de una vida ejemplar. Eloísa nació y se crió en Guatavita, Cundinamarca, en la casa de sus abuelos maternos. Su padre murió cuando ella era muy pequeña y su madre decidió dejarla temporalmente para buscar suerte en Bogotá. Pasó su infancia en el campo, donde se levantaba de madrugada a sacar a los terneros a pastar antes de ir a la escuela. Desde entonces no hizo otra cosa que trabajar en su vida.

No terminó los estudios y a los 18 años, con la rebeldía propia de la juventud, abandonó a sus abuelos y se reencontró con su madre en la capital en el barrio Puente Aranda. Durante un tiempo se encargó de cuidar a sus hermanos, hijos de un segundo matrimonio, y además la ayudaba en su negocio de lavar, planchar y almidonar ropa para diferentes familias. "Fue duro, mi mamá era muy exigente y me decía que mis abuelos me tenían acostumbrada a ser la niña bonita", le dijo a SEMANA en una entrevista realizada en 2003.

Tal vez por ello decidió irse de la casa y empezó a trabajar como empleada doméstica. "En algunas casas duraba poco porque no aguantaba que me gritaran. Pero siempre tuve la suerte de encontrar un nuevo trabajo". Por esa época conoció a un negociante llamado Luis Eduardo, con quien tuvo una relación a la que llamaba "mi fracaso". Ella explicaba esto al decir: "Nunca me ha gustado ni el matrimonio ni el compromiso". No obstante a sus 21 años, gracias a ese romance, nació quien desde entonces es su fiel compañero, su hijo Luis Eduardo, a quien siempre llamaba así porque no le gustaba decirle Lucho. Del padre sólo tiene el nombre y no el apellido pues nunca se conocieron. "Lo vio una vez, ya grande, pero no sé si hablaron. El ya murió". Pese a todo doña Eloísa afirmaba que su hijo sí ha mantenido una relación con sus medio hermanos.

Como el embarazo fue difícil decidió buscar ayuda en la casa de su madre. Allí la atendió una partera durante tres días, que fue lo que Lucho tardó en nacer. Con un niño la situación laboral se le complicó. "Sufrí con el pelaíto. A veces yo pasaba hambre pero nunca dejé de amamantarlo". Como no siempre trabajaba de interna sino por días, vivió de inquilinato en inquilinato, en el barrio 20 de julio, en el 7 de Agosto y en Las Ferias. "A veces yo atravesaba barriales a pie hasta Chapinero o donde estuviera el trabajo para no gastarme la plata en buses. Al niño le daba lo que hubiera para desayunar y lo mandaba para el colegio". Eloísa no olvidaba las palabras que su hijo le decía de pequeño: "Algún día mamá, cuando yo sea grande.". Pero, como ella misma lo decía, aprendió a llevar la vida con resignación.

De aquellos tiempos recordaba con especial cariño a la familia formada por un alemán y una colombiana que la ayudaron a sacar a Lucho adelante. "Sus hijos ayudaban al mío a estudiar y lo sacaban a pasear. Nos cambió la vida. Incluso la señora llamó el día de las elecciones para felicitarlo". Años más tarde trabajó en una cigarrería, mientras Lucho era caddie del Country, y en el Gun Club, donde al tiempo que arreglaba oficinas y lavaba tapetes conoció a personajes de la talla de Guillermo León Valencia y Laureano Gómez. Su juicio acerca de ellos era simple: "Esa gente toma mucho trago". 

Fue entonces cuando a Eloísa le llegó su gran oportunidad. Uno de los socios del club le ofreció trabajar como celadora y aseadora de un edificio. "Lo bueno de esto es que ahí di con un señor que le consiguió trabajo de mensajero a mi hijo en Ecopetrol. Era sólo por tres meses pero yo recé para que se quedara y así fue". A partir de ese momento las cosas empezaron a cambiar y el futuro que Lucho le había prometido a su mamá comenzó a ser el presente. "El día en que Luis Eduardo se graduó de bachiller ha sido el más feliz. Me di cuenta de que saqué a mi hijo adelante, de que había hecho algo en la vida sin pedirle nada a nadie", decía en 2003.

Durante la campaña en la que resultó elegido como alcalde, en 2003, fue compañera inseparable de Lucho y con él recorrió a pie los barrios marginales de la ciudad, entre el barrial y las casas de ladrillo y techos de zinc. En 2014 volvió a recorrer la ciudad, esa vez para impulsar la aspiración de su nieto, Eduardo Garzón, a la Cámara de Representantes. Con gratitud, doña Eloísa descubrió que los bogotanos no la habían olvidado. En las calles le demostraban un cariño al que ella sabía responder. Y seguramente tras su muerte, por su ejemplo de lucha, seguirá en el recuerdo de los colombianos por muchos años más.