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| Foto: Archivo Particular

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Acuerdo con el ELN, ¿en el 2018 sí?

Con la esperanza de estirar el cese al fuego bilateral que vence el 9 de enero, concluye el último ciclo de diálogo en Quito. El Gobierno y la guerrilla hacen corte de cuentas.

1 de diciembre de 2017

"Satisfactorio" fue la palabra que usó el jefe del equipo negociador, Juan Camilo Restrepo, para definir el cierre del cuarto ciclo de negociaciones con el ELN en Quito. Aunque a lo largo del año la Mesa avanzó en varios puntos claves de la agenda, los resultados son transitorios.  

El 9 de enero tendrá lugar el próximo encuentro. El mismo día que concluye el primer cese al fuego bilateral que al que se comprometen los hombres comandados por Gabino en 52 años de enfrentamientos.

Entre hoy y el momento en que se inicie el quinto ciclo de negociaciones "va a funcionar una mesa transitoria para administrar y seguirle todos los pormenores del cese al fuego". Con ello se busca que "haya una instancia de tipo política y jurídica haciéndole seguimiento, sin ningún vacío de autoridad, a este proceso" de cese de hostilidades, remarcó.

Falta compromiso. Aunque el Gobierno y el ELN se comprometieron desde el 1 de octubre a una tregua bilateral temporal, su cumplimiento no ha sido a cabalidad. De un lado, el jefe negociador ha denunciado que en el pacífico el Frente Occidenteal de continúa reclutando menores de edad, sembrando minas antipersonales y provocando desplazamientos. A este paranorama se suma el enfrentamiento que se presentó en Nariño y en el que estaría comprometido el Frente Comuneros del Sur. Aunque, por ahora, todo es materia de investigación, varias organizaciones de derechos humanos hicieron un llamado para que cese el fuego contra la población civil. A su juicio, han disminuido la intensidad del conflicto con las fuerzas del Estado pero sigue en jaque la sociedad civil.

Contrareloj. La ventana de negociación con el ELN es corta. El gobierno cuenta con menos de un año para avanzar lo suficiente como para que el presidente la termine o la deje en un punto irreversible. Aunque esa guerrilla ha dicho que no se dejará presionar por el tiempo, el capital político es escazo y la contienda electoral promete ser mordaz con el tema de la paz. Lo que no garantiza que el próximo mandatario le de continuidad al proceso.

Cambio de molde. Aunque el gobierno de Juan Manuel Santos logró sacar adelante la negociación con las Farc, en la implementación del acuerdo las cuentas no han salido a pedir de boca. La reincorporación avanza a paso de tortuga y se terminaron los beneficios del fast track sin que se tramitaran todas las leyes y reformas que se plantearon en el acuerdo.  Bajo ese contexto para la mesa de Quito será difícil abstraerse de ese precedente. Es imposible discutir un nuevo modelo de justicia, de desarrollo rural o de participación política.

Paso lento. La toma de decisiones dentro del ELN es lenta porque exige consenso y esa guerrilla es más horizontal que las Farc, y está más diluida en organizaciones de base. Los elenos suelen consultarlo todo y eso en una mesa de negociaciones juega en contra.

Agenda genérica. El primer punto de la discusión en Quito es la participación de la sociedad civil, el cual tiene un enorme riesgo. Dado que el ELN considera esa la esencia del proceso, puede llevar a que, al consultarlo a toda la sociedad, las demandas y temas de agenda desborden la capacidad de la mesa. Por ahora, se llevaron a cabo los primeros encuentros de la sociedad civil que perfilan como serán la discusión de los puntos.