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DEBATE

Negociaciones Gobierno-Farc: llegó la hora

Pese al optimismo que ha despertado el proceso de paz con las Farc, no son pocas las incertidumbres que rodean la negociación que arranca esta semana en La Habana.

10 de noviembre de 2012

El jueves 15 de noviembre empieza de verdad la negociación entre las Farc y el gobierno en La Habana, Cuba. Y aun antes de iniciarse gravita sobre ella una pregunta de fondo: ¿van las Farc a centrarse en la discusión de la agenda común, acordada en seis meses de conversaciones previas, o llegan a la ronda decisiva, como dijo Iván Márquez en Oslo, a insistir en que "la paz no significa el silencio de los fusiles sino que abarca transformaciones estructurales y el cambio de las formas políticas, económicas y militares".

Ese es el gran interrogante que introdujo el segundo hombre del Secretariado y nueva cabeza del equipo negociador de las Farc y que ha sido ratificado y ampliado en pronunciamientos posteriores. Para unos, se trata del discurso tradicional de las Farc, con el que buscan abrirse en público un espacio político luego de una década de ostracismo. Otros temen que, más allá de la retórica, haya la intención de ampliar, en la ronda de negociación, los temas de la agenda común para la terminación del conflicto que se pactó en la fase exploratoria, entre febrero y agosto pasados.

Por lo pronto, aun antes de abordar el primer punto previsto en la negociación, desarrollo agrario, hay cuatro evidentes diferencias.

La primera salta a la vista: las Farc, locuaces; el gobierno, hermético. Este ha guardado completo silencio salvo la rueda de prensa de Humberto de la Calle en Oslo, en la que respondió a Márquez que varios de los temas por él mencionados "no pertenecen a la agenda ni serán discutidos por el gobierno" y una declaración del presidente Santos, al día siguiente, en la que dijo que la restitución de tierras les está quitando las banderas a las Farc. Los negociadores de estas, en cambio, han dado entrevistas, producido comunicados y publicado cuatro "reflexiones sobre la agenda de La Habana", además de subir a YouTube un video de la llegada de la holandesa Tanja (o Alexandra Nariño) a La Habana, con canción y abrazo con Márquez incluidos.

Esto puede ser cuestión de estilo (y de necesidad): la discreción aplica a lo que se hable en la mesa, pero las partes son libres de hablar a la galería (o de no hacerlo). Sin embargo, en una de sus 'reflexiones' las Farc declararon "terminado el momento de la confidencialidad y reserva propia de la exploración". ¿Significa esto que a la hora de negociar los micrófonos toman la palabra?

Este tema está ligado a otro en el que vienen insistiendo las Farc. Para ellas, la nueva fase es la de "los intercambios francos de cara al país", y exigieron al gobierno aclarar los mecanismos de participación de la sociedad civil, algo que se supone es parte de las discusiones preparatorias de la mesa, que empezaron el pasado 5 de noviembre, y que debe definirse de común acuerdo. ¿Llegó la hora de 'meterle pueblo' al proceso?

El desacuerdo más inquietante y de mayor impacto potencial en la suerte del proceso es que las partes llegan a la mesa con lecturas y énfasis disímiles en torno al documento común. Las Farc están 'pegadas' al preámbulo de la agenda en el que hay temas generales, como el desarrollo social con equidad y bienestar, la participación de la sociedad y la ampliación de la democracia; para el gobierno lo clave son los puntos. "En la breve introducción está nada más y nada menos que el espíritu y el sentido que ha de dársele al conjunto del documento", dijeron las primeras. La discusión ha de limitarse a los "cinco puntos concretos que deben conducir a la finalización del conflicto", insiste el gobierno.

¿Ponen estos desacuerdos en riesgo el proceso? No necesariamente. Sería insólito que, después de medio siglo de guerra, las partes no manifestaran grandes diferencias al sentarse a hablar. Y, más allá de interpretaciones divergentes, la agenda es un punto de partida, laboriosamente trabajado en común en los meses de conversaciones secretas en Cuba. Sin embargo, estos desacuerdos a las primeras de cambio refuerzan la pregunta de fondo que rodea lo que empieza el jueves en La Habana: ¿cuál es la real disposición de las Farc: llegan a terminar el conflicto o a exigir en la mesa lo que no lograron por las armas? Es la hora de aclararlo.