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NI CHICHA NI LIMONA

Desconcierto por comunicado de las FARC sobre el plan de paz.

24 de octubre de 1988

Respuesta oficial, documento interno o mamadera de gallo. Entre esos tres conceptos se debatía, al cierre de esta edición, cualquier análisis alrededor de la carta del Estado Mayor de las FARC, dada a conocer el jueves por la noche por la cadena radial RCN, en la que al parecer esa organización guerrillera rechazaba el plan de paz del gobierno del presidente Virgilio Barco, y proponía a cambio la convocatoria de un nada específico "gran acuerdo nacional", y el establecimiento de una tregua de 60 días para discutirlo.
El mismo día en que se dio a conocer el documento, la reacción en el Palacio de Nariño y el Ministerio de Gobierno, fue de indignación. Primero, porque el gobierno consideraba equivocado -o por lo menos descortés- que la repuesta -si es que era una respuesta- de las FARC al plan de paz, la conociera primero un medio de comunicación que su destinatario. Y segundo, porque si en efecto era una respuesta, resultaba por lo menos irresponsable de parte de las FARC, contestar una propuesta de unas 20 páginas, llena de detalles, especificaciones y pasos concretos a dar -como había sido la del gobierno- con un documento de 20 párrafos que no aludía a ninguno de los aspectos contenidos en el plan y que se refería a éste, más bien en tono irónico, como el fruto del trabajo de "lo mejor del intelecto del gobierno".
Estas y otras inquietudes del gobierno fueron transmitidas al día siguiente por el radio teléfono que opera entre la Consejería de Rehabilitación y el Secretariado de las FARC, a Jacobo Arenas. La respuesta del dirigente guerrillero aclaró algunas cosas, pero no todas. Según el primer punto de un comunicado divulgado el viernes en la tarde por el ministro de Gobierno César Gaviria y por el consejero presidencial Rafael Pardo, Arenas dijo que el documento "es un escrito interno, para discusión con los demás grupos de la Coordinadora Nacional Guerrillera". No obstante, el comunicado de Gaviria subrayaba que Arenas había reconocido que ese "escrito interno" había sido "entregado a la prensa por el propio Secretariado de las FARC". Y eso, aunque el comunicado del gobierno no lo decía, le quitaba, al menos en parte, su carácter de interno.
La conclusión del gobierno, contenida en el segundo punto del comunicado de Gaviria y Pardo, no ocultaba el desagrado que el hecho le había causado a las autoridades en Bogotá: "Considera el gobierno que estos procedimientos no pueden entenderse, de otro modo, que como el proposito de crear confusión ante la opinión publica, respecto de la posición de los grupos alzados en armas sobre la iniciativa de paz". Y como remate, el tercer y último punto le cobraba a las FARC que no podía considerar como "una respuesta que contribuya a la paz, la que consiste en acrecentar los asaltos, las emboscadas y los atentados como ha ocurrido en las últimas semanas", y le dejaba en claro a esa y a las demás organizaciones guerrilleras que el gobierno "no suspenderá sus obligaciones en materia de orden público", o sea que no aceptaría una tregua. "Entre tanto, -concluía el comunicado- espera una respuesta concreta y cierta de todos o de cada uno de los grupos alzados en armas sobre la iniciativa de paz".
El gobierno no era el único que, al final de la semana, seguía esperando esa respuesta concreta. El país entero la esperaba también. Por lo pronto la de las FARC, se podía decir que era a la vez, una respuesta oficial, un documento interno y una mamadera de gallo.