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Ni chicha ni limoná

Las últimas declaraciones de los verdes dejan al descubierto un partido dividido que todavía no ha encontrado su norte.

4 de febrero de 2012

En medio del huracán político que se formó por el intento del secretario de Gobierno, Antonio Navarro, de armar una coalición en Bogotá, lo que más sorprendió fue la respuesta del Partido Verde. Después de días de reclamos, reuniones y riñas internas, la posición final de la colectividad fue "ni oposición ni incondicionalidad", lo que parece más un galimatías que una postura concreta frente al gabinete distrital.

Ese comunicado evidencia el estado actual de los verdes. Si bien son un partido que tiene como parte de su esencia rechazar cualquier tufillo de clientelismo, también es cierto que no ha podido encontrar una identidad clara y que sobrevive mediante posiciones confusas y señales mixtas. Defendieron la bandera del 'no todo vale' en las elecciones presidenciales de 2010 y seis meses después perdieron a Antanas Mockus -su símbolo más visible- por aceptar el apoyo de Álvaro Uribe a la candidatura de Enrique Peñalosa. El 20 de julio ingresaron a la Unidad Nacional, pero en noviembre, tras la derrota de Peñalosa, decidieron separarse de la coalición para reflexionar y volver unos meses después. Uno de sus pocos triunfos en las elecciones locales, la Gobernación de Antioquia, fue gracias a Sergio Fajardo, pero él es una república independiente que tiene poca comunicación con las directivas en el Partido. Y ahora, aunque Peñalosa ha hecho oposición directa a Gustavo Petro a través de Twitter, el partido del girasol decidió que no haría oposición al alcalde. ¿Al fin qué?

Según los verdes, no hay que olvidar que el partido tiene apenas dos años y que hasta los más antiguos tienen problemas de fondo y forma. Sin embargo, para muchos, la manera en que nació el Partido es precisamente lo que lo tiene en aprietos. Hace dos años, mientras se definía el futuro del referendo reeleccionista, la ola verde tomó vuelo. Los 'tres tenores', Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón, cautivaban a la opinión pública montando juntos en bicicleta, no ahorraban elogios el uno para el otro e ilusionaron a los jóvenes y adultos decepcionados con la política tradicional. El punto máximo de la ola se dio en marzo, cuando Mockus fue elegido como candidato presidencial mediante una consulta popular limpia y animada.

Sin embargo, si algo ha quedado claro en estos dos años, es que mucho va de una campaña emotiva a la edificación de un partido. Frente a la situación actual, Enrique Peñalosa opina que "ni éramos tan perfectos ni somos tan malos". Es imposible que un partido muestre un frente unido si hay divisiones por dentro. Y actualmente dentro de los verdes coexisten varias corrientes que chocan entre sí. Por un lado, según varios integrantes del partido, los dos congresistas 'mockusistas', Ángela María Robledo y John Sudarsky, son un palo en la rueda. Por otro lado, en los cargos directivos hay personas que vienen de la izquierda y que incluso han pasado por la guerrilla, lo cual les genera cercanía, amistad y simpatía con un gobierno como el de Gustavo Petro. Y hay otra corriente en la que se encuentran Peñalosa, Alfonso Prada, Gilma Jiménez, Jorge Londoño y Lucho Garzón quienes quieren ser parte activa de la Unidad Nacional. "Hay gente que quiere estar con Santos y con Petro al mismo tiempo, eso demuestra la incoherencia", dice el representante Alfonso Prada, visiblemente cansado por el tira y afloje.

Después de la tormenta política en la capital, el gran reto del Partido Verde es pasar de ser un partido construido a partir de personalidades y 'a dedo', a consolidarse como una estructura fuerte. "Los partidos no son un club de amigos" sentencia Peñalosa. Mucho de ello dependerá, paradójicamente, del éxito de Fajardo en su gobierno, pues es él quien puede demostrar que se puede gobernar con los principios verdes. Su futuro también dependerá de la lista que logren armar para el Congreso en 2014. Si no logran retener a figuras de la talla de Prada y Jiménez, el umbral podría estar en duda y el Partido en ascuas. Otro reto será sanear las finanzas del Partido, pues se rumora que todavía existen deudas multimillonarias causadas por la campaña presidencial de Antanas Mockus. Sin embargo, la primera prioridad es lograr posiciones nítidas y pronunciamientos claros. Solo así podrán reconquistar a la opinión pública y recrear algo parecido a la ola verde.