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Niño encadenado en Arjona, Bolívar | Foto: Niño encadenado en Arjona, Bolívar

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La historia del pequeño encadenado

La Policía de Bolívar rescata a un niño de 11 años que su mamá aprisionaba a su cama.

7 de abril de 2014



La mayoría de los colombianos cuando hablan de Cartagena piensan en mar, bellos atardeceres, arquitectura de vivos colores, fiesta. Sin embargo, los agentes de la Policía de Bolívar son testigos de excepción que cerca de las murallas hay historias que recuerdan el pasado de esclavitud que algunos creían superado.

Eso lo constatan a diario en las decenas de llamadas de hechos criminales de La Heroica y sus alrededores. Algunas de ellas terminan en casos sin importancia y otras muestran el deterioro de nuestra sociedad.

Así, por ejemplo, quedó en evidencia el 3 de abril pasado cuando algunos ciudadanos del municipio de Arjona llamaron a la Policía de Bolívar para denunciar la forma como una familia amarraba a un menor a la cama, por varias horas al día, con el propósito de que el menor no saliera a la calle mientras su mamá salía a trabajar en oficios varios en una casa de familia en el mismo municipio. Como en los años de esclavitud.

Los policías investigaron el asunto, y ese jueves confirmaron la versión. Llegaron al barrio San José de Turbaquito en el sector las Nieves, una deprimida zona de ese poblado y encontraron a un menor llamado Daniel de 11 años. Estaba amarrado con una oxidada cadena junto a una cama, en una habitación con poco aire y completamente a oscuras.

El episodio era deprimente. Los policías cumplieron con los protocolos para darle un pronta atención, mientras los abuelos del menor hacían esfuerzos para explicar y justificar que Daniel era “muy travieso” y que por eso sus mamá, Mercedes María Molina, de 45 años, debía actuar así con él.

“Ese muchacho no escucha”, se le oye decir a su abuela mientras los policías realizaban el operativo de rescate. Según su testimonio, ella reiteraba que el menor días atrás se había caído de una palo de guayaba y que por eso, entre otras cosas, debían controlarlo. Tal vez por eso, Daniel estaba con una fractura en su brazo derecho y una herida en el pie, lesiones derivadas de un fuerte golpe.

Los uniformados se llevaron al menor y lo pusieron a disposición de Bienestar Familiar. Ya se inició un proceso judicial en contra de la progenitora. Según datos de las autoridades, esta es una práctica recurrente en esta zona del país, donde las políticas educativas en materia del respeto por los menores no hacen mella en un sector de la sociedad.

Así por lo menos aseguran miembros de la policía de Bolívar quienes cuentan que uniformados de la sección de infancia y adolescencia hacen permanente campañas educativas para insistir en el respeto y el cuidado de los niños, pero los casos de maltrato son frecuentes. “Es un problema social bastante complejo”, dice el uniformado.