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NO ACUMULO PODER

Poco después de su discurso ante la Asamblea Constituyente, donde presentó su proyecto para <BR>la nueva Carta, el presidente venezolano conversó con SEMANA.

6 de septiembre de 1999

Semana: ¿Qué busca con incluir la unificación de América en la Constitución venezolana?
Hugo Chávez: Nuestro planteamiento unitario no es contra nadie ni es excluyente. Es a favor de los pueblos
de esta parte de América como los llamaba Simón Bolívar. Es la reunificación de los países de América
Latina y el Caribe. Es tener un polo de poder para hablar de paz y comercio con las otras regiones del
mundo. Que viva la multipolaridad. Es un pensamiento positivo.
Semana: ¿No es contradictorio que usted desacate las reglas de la comunidad andina al prohibir el paso
de los transportistas colombianos por territorio venezolano?
H.C.: No. No vamos a hablar de las pequeñeces, nimiedades y cosas coyunturales que ocurren entre los
países. En Mercosur, en el TLC, la Unión Europea, hay diferencias hasta en el matrimonio de una pareja.
No se puede aspirar a la igualdad absoluta. Eso es imposible. Este asunto colombiano es un problemita,
una coyuntura que se va a solucionar pronto.
Semana: ¿Ha pensado en las consecuencias negativas para el comercio?
H.C.: Lo que hice fue evitar males mayores pero eso no va a afectar la integración.
Semana: ¿No teme que la acumulación de poder en el presidente sea negativa?
H.C.: No creo que el proceso venezolano sea una acumulación de poderes. Yo me siento feliz y libre de
muchos pesos. Con la instalación de la Asamblea estamos en vías de desconcentración del poder con mi
propuesta de los cinco poderes. Los dos nuevos son el moral y el electoral. Un Consejo de Estado y un
vicepresidente. Esperamos tener una estructura distinta a la clásica donde el caudillo acumulaba el poder.
Semana: ¿Un poder absoluto lo enfermaría?
H.C.: Yo no estoy acumulando poder. Yo no quiero el poder absoluto y tampoco quiero tenerlo. Sería
horroroso pensar así. Yo sí creo que le estamos quitando el poder a los que lo tuvieron concentrado en pocas
manos durante muchos años. Yo soy producto del desmoronamiento de un poder absoluto que existía antes.
Semana: ¿Cómo cree que vendrán los inversores cuando ven que un solo hombre determina lo legítimo y lo
legal al decir a la Asamblea que se declare originaria con poderes absolutos contrario al dictamen de la Corte
Suprema de Justicia?
H.C.: Hay una desviación en esa pregunta, ¿quién puede decir que un hombre como yo puede atribuirse tanto
poder para determinar lo que es legal y lo legítimo? Ningún hombre puede tener tanto poder. Yo soy yo y mis
circunstancias como decía Ortega y Gasset. Vea las circunstancias y no al hombre.
Semana: ¿Pero usted reconoce o no el dictamen de la Corte?
H.C.: No me ponga contra la pared. Quiero hacer una reflexión. El asunto es más complejo que preguntar si
reconoce o no. No es una cuestión de reconocer legalidad y legitimidad. La legitimidad de un sistema
está escrita. Cuando un proceso nace y es apoyado por la voluntad general sabemos que es legítimo de
origen y un proceso en marcha va actuando en función de las necesidades de la mayoría, entonces es
legítimo.
Semana: Pero el carácter originario no aparece en las bases del referéndum constituyente que usted mismo
elaboró y por el cual votaron el 25 de abril.
H.C.: Es como si le dijera vamos a votar por las características de la energía del sol y los días. No hace falta
que en unas bases comiciales se diga que la Asamblea es originaria para que lo sea. Es intrínseco. Es
esencial. Si no fuera originaria no sería constituyente.
Semana: ¿Cómo piensa enfrentar las expectativas populares creadas al proponer que la Constituyente
garantiza la vivienda, la salud y la educación si el Estado no está en capacidad de cumplirlo?
H.C.: No se trata de que la Constituyente dé garantías. Dije que la Asamblea debe generar estructuras
políticas cuyo fin es garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de la población.
Semana: ¿Qué le dice a la gente cuando reclama sus necesidades?
H.C.: Paciencia y más paciencia, constancia y más constancia, trabajo y más trabajo. El año pasado las
encuestas señalaban que las expectativas de mejoría eran de seis meses. Hoy son de dos años. Creo que la
gente está entendiendo. Yo les he dicho: no me pidan milagros. Si pretenden que yo arregle todo de una vez,
búsquense a otro. Yo no tengo poderes mágicos ni quiero tenerlos.
Semana: ¿Si dentro de dos o tres años aumenta el descontento popular por la crisis económica se
compromete a no usar la fuerza pública como en el caracazo?
H.C.: No sea tan pesimista. Eso no ocurrirá jamás en Venezuela. Estoy seguro. Estoy trabajando muy duro
para que no ocurra otro caracazo dando una democracia sólida y justicia social.
Semana: ¿Está militarizando el país con el programa Bolívar 2000?
H.C.: En lugar de verlo como la militarización de la sociedad es un proceso de civilización de las fuerzas
armadas.
Semana: ¿Se han cumplido los pronósticos de su amigo argentino Norberto Ceresole de convertir las fuerzas
armadas en un partido y pulverizar a los partidos?
H.C.: No creo. Las fuerzas armadas son una institución y es faltarles el respeto decir que son un partido.
Semana: ¿Qué opina de Ceresole?
H.C.: Yo lo respeto mucho. Lo conocí en Buenos Aires en 1994, luego estuvo en Caracas en 1995 y lo
expulsaron y luego volvió aquí en enero de este año y causó unos inconvenientes y se marchó. Tiene
posturas con las cuales uno no coincide.
Semana: La lucha contra la corrupción ha sido su caballo de batalla pero no ha hecho ninguna denuncia
concreta.
H.C.: Sí hemos hecho denuncias concretas. Por ejemplo, hay dos generales del alto mando que fueron
comandantes del ejército y de la Guardia Nacional hasta el 2 de febrero que están en prisión por corrupción. El
procurador ha presentado un cerro de papeles a la Contraloría. Queremos hacer una operación de manos
limpias como en Italia con jueces que impongan las leyes.
Semana: ¿Para eso van a disolver la Corte Suprema de Justicia?
H.C.: No creo que haga falta. La Asamblea tomará esa decisión pero en todo caso la Corte creo que ha
cumplido una tarea en estos meses y puede seguir cumpliendo. Tan pronto se apruebe la nueva Constitución
y se establezcan los mecanismos para elegir a los magistrados la Corte cesará en sus funciones. Yo he
puesto mi cargo a disposición y espero que el Congreso y la Corte también lo hagan para que la Asamblea
no se vea obligada a disolver. Ojalá que eso no ocurra.