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El 21 de abril murieron en una emboscada 10 detectives del DAS y siete militares. La acción se le atribuyó al EPL, una organización que muchos creían desaparecida

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No hay enemigo pequeño

El EPL no es la única guerrilla pequeña que existe: hay por lo menos 18 más de todo tipo. Aunque no son una amenaza para la seguridad nacional, pueden hacer mucho daño.

6 de mayo de 2006

Como el ave fénix que resucitó de las cenizas. Así parece ser el Ejército Popular de Liberación (EPL), una guerrilla que muchos creían desaparecida y que durante las últimas semanas apareció para dejar una estela de sangre en el país. El EPL volvió a sonar con el atentado donde perdieron la vida 10 detectives del DAS y siete militares, en Hacarí, Norte de Santander, en una acción para capturar al jefe de ese grupo en la zona, Víctor Ramón Navarro, conocido como 'Megateo'. No había transcurrido ni una semana cuando a cientos de kilómetros de allí, en Quinchía, Caldas, otro comando del mismo grupo secuestró en una carretera a Juan Carlos Lizcano, hijo de Óscar Tulio Lizcano, congresista que se encuentra en cautiverio desde hace cinco años.

El asesinato de la hermana del ex presidente César Gaviria evocó la presencia del Jorge Eliécer Gaitán (Jega), agrupación que hace justo 10 años secuestró a Juan Carlos Gaviria. Aunque insignificante en tamaño, en ese entonces el Jega demostró una gran capacidad para poner entre la espada y la pared al gobierno. Y no obstante que sus líderes principales salieron para Cuba en ese momento, algunos informes de inteligencia aseguran que varios de ellos se encuentran en Venezuela.

Estas no son las únicas guerrillas pequeñas que actúan en el país. Algunos analistas han contabilizado hasta 18 agrupaciones cuyo accionar es regional, y aunque no operan de manera sistemática, suelen retomar fuerzas para hacer acciones de alguna contundencia, ayudados por las Farc y el ELN. Parece fácil derrotarlas, pero son resistentes como una pulga que salta de lado a lado.

El grupo más numeroso de estas pequeñas guerrillas es el EPL. Actualmente tiene unos 200 hombres que actúan sobre todo en dos frentes: el Libardo Mora, en Norte de Santander, y el Óscar William Calvo, en Risaralda y el Eje Cafetero. Aunque sus enfrentamientos con la Fuerza Pública son esporádicos, suelen hacer emboscadas y usar campos minados. Se financian sobre todo del secuestro, la extorsión y el narcotráfico. En muchos lugares actúan aliados con las Farc, pues suelen tener mucho arraigo en las zonas donde operan y le garantizan a esta guerrilla expansión en sitios donde no tiene mucha presencia. El año pasado fue capturado el jefe principal de este grupo, por lo que actualmente está en manos de mandos medios. Su dirigente histórico, Francisco Caraballo, se negó a entregar las armas en 1991 y radicalizó aun más los cerca de cinco frentes que lo acompañaron. Uno de estos se entregó pocos años después a las AUC de Carlos Castaño. Otros fueron diezmados por la Fuerza Pública hasta quedar convertidos en los dos frentes antes mencionados. Caraballo, por su parte, purga una larga condena en la cárcel de Itagüí, en una celda aislada donde comparte cautiverio con 'Don Berna' quien, paradójicamente, en sus años juveniles también hizo parte del EPL.

Otro grupo con relativa capacidad de operación es el Ejército Revolucionario Guevarista (ERG). Se trata de una disidencia del ELN que se escindió de esa organización a principios de los años 90, por considerar muy blandas las posiciones de los elenos. Esta guerrilla está liderada por una familia. Los Sánchez Caro nacieron en Carmen del Atrato, en los límites de Antioquia y Chocó, y allí realizan secuestros, extorsiones y, muy esporádicamente, acciones de combate. El máximo jefe de este grupúsculo es Olimpo de Jesús Sánchez, alias 'Cristóbal', de 41 años, quien siempre va acompañado de su esposa 'Sandra'. Cada uno de sus cuatro hermanos (Franco, Juan Pablo, Romaña y Gertrudis) es jefe de una columna y, como si fuera poco, la mamá de todos ellos, Josefa Caro, es una veterana guerrillera, que actúa con el alias de 'La Abuela'.

Por folclórico que parezca, este grupo tiene enorme capacidad para causar daño. Sus 60 integrantes se mueven en una amplia zona que llega hasta el Valle del Cauca. Suelen unirse con las Farc para muchas acciones y tienen nexos con el narcotráfico. Su mentalidad es tan radical, que consideran al ELN y a Fidel Castro como traidores de la 'revolución'. Aunque han sido duramente golpeados por la Fuerza Pública con varias capturas importantes, 'Cristóbal' sigue campante en la región cafetera. Por eso no hay consejo de seguridad donde el presidente Álvaro Uribe no le reclame a la Fuerza Pública por no haber sido capaz de capturarlo. La última acción cometida por esta 'familia' ocurrió hace apenas dos meses, cuando en la vía Quibdó-Pereira quemaron dos vehículos.

En la Costa Atlántica produce picazón sólo pronunciar el nombre del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Esta es otra disidencia del ELN. Aunque también están muy golpeados, su máximo líder, Rafael Enrique Simanca, conocido como 'Gilberto' o 'El Viejo', sigue vivito y coleando. Su presencia es de unos 70 hombres en la Costa, sobre todo en Carmen de Bolívar y Ovejas, Sucre, y sus actividades principales son la extorsión y el secuestro. 'Gonzalo', un hermano de 'El Viejo', comanda otro grupo en Venadillo, Tolima, que cuenta con unos 20 hombres. Su supervivencia se explica porque 'Gonzalo' actúa como una especie de Robin Hood: reparte mercados y plata entre la gente de la región después de sus actos de bandidaje. Eso le garantiza protección y la continuidad de sus acciones.

Un verdadero sancocho

Estos tres grupos son los más significativos dentro del menú de pequeñas guerrillas. Sin embargo, el politólogo León Levi Valderrama registró en una investigación reciente otros 15 grupos en los que hay de todo. Pequeñas guerrillas étnicas como el grupo Benkos Biohó, que actúa en Chocó al amparo del ELN y cuyos miembros son todos afrocolombianos. En ese mismo departamento se había registrado la presencia de otras dos guerrillas étnicas: Raíces por Colombia, que fue una disidencia del M-19, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Indigenistas del Pacífico, que es la única guerrilla del mundo que nació para defender una ley: la Ley 70 que otorga títulos de tierra a las comunidades negras. Este grupo se conformó en 1994 en Bojayá, Chocó, y se cree que finalmente se unió a las Farc, guerrilla que años después bañaría en sangre este humilde poblado, cuando disparó un cilindro contra la iglesia, que mató a 119 personas. Pero quizá los más exóticos de estos grupos son los llamados independistas. Hace varios años se registró en el sur del país la existencia de la: Organización para la Liberación del Putumayo (OLP), y en la Costa Atlántica el Ejército Republicano Independista del Caribe (Erica), que busca la separación de los departamentos de la Costa del resto del país.

Combatir a las guerrillas pequeñas es más difícil de lo que se cree. Por un lado, suelen actuar en las zonas de donde sus líderes son nativos, tienen vínculos familiares con las gentes de la región y eso les garantiza protección. En lugar de tener un campamento y una vida guerrillera plena, son grupos que se reúnen para cometer delitos y luego se dispersan. Eso los hace difíciles de atrapar. Aunque la tendencia de estos grupos es a convertirse en simples bandas de delincuencia, sus alianzas con guerrillas más poderosas como las Farc y el ELN hace que se puedan fortalecer. Como no tienen una clara base política, suelen ser más despiadadas, y sin ningún escrúpulo humanitario. Frecuentemente cobran rescate por sus víctimas y luego las asesinan.

Sus vínculos con el narcotráfico son crecientes. Estas guerrillas no actúan todo el tiempo, pero suelen concentrar sus energías en acciones de envergadura regular para causar impacto nacional, o regional. Y sin duda pueden lograrlo como en Hacarí, Norte de Santander, cuando sorpresivamente le dieron al DAS el golpe más duro de sus últimos años. Exactamente como la pulga que pica en todo el cuerpo sin ser atrapada, mientras desgasta y desespera a quien la lleva encima.