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Izquierda: Bahía Portete. Derecha: Isla Gorgona | Foto: Archivo particular

MEDIO AMBIENTE

Un mal momento para los Parques Nacionales

Mientras que el Parque Gorgona permanece cerrado, desde 2003 Bahía Portete intenta convertirse en zona protegida y no lo logra.

Antonio Paz Cardona, periodista de Semana
28 de noviembre de 2014

¿A quién se le ocurriría atacar una zona de reserva natural, un paraíso terrenal y un remanso de paz? Esa era la pregunta que rondaba la semana pasada cuando las Farc decidieron atentar contra el puesto de Policía del Parque Nacional Natural Isla Gorgona, a 35 kilómetros de la costa caucana en el Pacífico colombiano. En el atentado falleció el teniente Jhon Álvaro Suárez.


En otra época Gorgona era receptora de los delincuentes más peligrosos de Colombia, pero una vez fue declarado Parque Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, el penal cerró y la isla se convirtió en una de las mejores opciones tanto para turistas como para investigadores y académicos que estudiaban su riqueza en flora y fauna. En sus 61.857 hectáreas de superficie marina y continental se encuentran especies propias de la selva húmeda tropical, formaciones coralinas, colonias de nidación de aves marinas y de aves playeras. Además, sus aguas son frecuentadas por delfines, cachalotes y ballenas jorobadas. Cientos de turistas llegan a la isla cada año para ver a las ballenas que arriban para parir sus crías.

Aunque el teniente Suárez un mes antes había advertido sobre un posible ataque de las Farc, alertando a la concesión turística y a Parques Nacionales, la tranquilidad que siempre reinó en la zona, que nunca había sido víctima de una acción terrorista, pareció restarle importancia al aviso.

Mientras el futuro de Gorgona está en veremos ya que la acción terrorista la tiene en un cierre indefinido, Bahía Portete (Guajira), víctima de una masacre a manos de paramilitares el 18 de abril de 2004, todavía sigue soñando con convertirse en Parque Nacional. Su declaratoria iba a ser el próximo 3 de diciembre, pero como en ocasiones anteriores, fue pospuesta.

En la tragedia de Portete murieron cuatro miembros de la comunidad wayúu: Rubén Epinayú, Margoth Fince Epinayú, Rosa Fince Uriana y una persona de identidad desconocida. Además, Diana Fince Uriana y Reina Fince, continúan desaparecidas. La terrible masacre hizo que durante varios años más de 800 personas se desplazaran hacia Venezuela y otros municipios de La Guajira. La sevicia de los asesinatos aún permanece en la memoria de la comunidad.

A pesar de la belleza natural de los parques, no es extraño que muchos de ellos sean escenario de violencia. Difícil acceso, selva y zonas pocos exploradas hacen que sean apetecidos por grupos armados. Tal es el caso del parque Catatumbo en Norte de Santander, Paramillo en Antioquia y Las Hermosas entre Tolima y Valle del Cauca.

No ven la luz

El ataque terrorista ocurrido en Gorgona hizo que en pocos minutos se evacuaran los turistas y funcionarios de Aviatur, empresa que tenía la concesión turística en la isla. Aunque la concesión terminaba en 2016, la compañía decidió acabarla inmediatamente. “Estamos a disposición de las víctimas y la fundación Aviatur apoyará la reconstrucción de la zona. Mientras tanto ubicamos a nuestros colaboradores en otras sedes. Sin embargo, no volveremos a operar en Gorgona”, le dijo a Semana.com Jean Claude Bessudo, presidente de Aviatur.

El Parque Nacional está cerrado y no se sabe cuándo ofrecerá de nuevo sus servicios turísticos. Para Julia Miranda, directora de Parques Nacionales, lo más importante es que la fuerza pública diseñe una fuerte estrategia de seguridad que permita que los visitantes vuelvan a la isla con tranquilidad y lamenta que la tragedia se diera pocos días después de que Gorgona ingresara a la Lista Verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) por sus altos estándares de manejo y gestión ambiental, privilegio que tienen pocos.

En Gorgona todo es tristeza y Parques Nacionales restringe la visita a esta zona del Pacífico, y a Bahía Portete todavía le falta una firma para convertirse en el área protegida número 59 y una de las principales áreas de conservación marina de Colombia. 

El proceso ha sido largo. Desde 2003 se hablaba de la declaratoria, y después de muchos años se logró algo que hoy en día es muy difícil en Colombia, poner de acuerdo al gobierno, ocho comunidades indígenas y una multinacional minera. Primero se realizó un análisis técnico, económico y social, luego se hizo la preconsulta y consulta con las ocho comunidades wayúu reconocidas en la zona de influencia, se presentó el documento a la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, quienes lo aprobaron hace unos meses, y cuando finalmente el Ministerio de Ambiente firmaría la declaratoria el 3 de diciembre, otra vez se frustró el sueño.

Todo está listo, pero el anhelado plumazo es esquivo. La decisión del gobierno nacional no solo garantizará la protección ambiental, sino la preservación cultural de los indígenas wayúu que viven en Bahía Portete. “Conservaremos los cementerios artesanales que están dentro del mar, se fortalecerá el trabajo de las mujeres artesanas y la pesca, para rescatar nuestra cultura de la globalización que llegó a nuestros territorios. Milenariamente los Wayuu hemos preservado y conservado esta zona, hemos demostrado que el daño ambiental no lo causamos nosotros”, dice Telemina Barros, líder de la comunidad indígena y una de las que presenció la masacre de 2004. 

Por otro lado, los estudios demostraron que la explotación de carbón realizada por Cerrejón no afectará la zona de conservación. Gabriel Bustos, gerente de Gestión Ambiental de la minera, asegura que desde un comienzo apoyaron la idea de declarar zona protegida a Bahía Portete y que serán un aliado de Parques Nacionales, haciendo lo que les corresponda para garantizar planes de conservación ambiental y protección de las comunidades wayúu.

Sin embargo, los indígenas de la Guajira tendrán que seguir esperando para que su territorio sea declarado parque, tendrán que esperar que los atentados terroristas en Gorgona no se repitan, pues han padecido en carne propia la violencia; y tendrán que esperar para sentarse a discutir propuestas con Cerrejón, ya que según ellos, no quieren tener sorpresas con la minera como las que tuvieron hace más de 30 años sus antepasados.