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"NO ME GUSTA HACERME EL PERSEGUIDO"

La semana pasada, Francisco Morris Ordóñez fue condenado por prevaricato por omisión a un año de cárcel. SEMANA entrevista sobre su caso al ex superintendente bancario.

10 de agosto de 1987


SEMANA: ¿Por qué fue usted condenado recientemente a un año de prisión?
FRANCISCO MORRIS: Me parece primero que todo oportuno aclarar que no estoy en la cárcel. El prevaricato por omisión sobre el cual falló el juez está sometido a condena condicional.
S.: ¿Qué es prevaricato por omisión?
F.M.: Es una figura nueva, nunca antes aplicada contra ningún ciudadano colombiano, por la cual se me acusa de no haber actuado a tiempo en mis funciones como superintendente bancario.
S.: ¿Quiere decir que lo único de que lo acusan es de una demora administrativa?
F.M.: Exactamente. Por tomar cinco meses el envío de una información solicitada por el doctor Hernán Echavarría -entonces presidente de la Comisión Nacional de Valores- sobre el Banco de Colombia, he sido condenado a un año de prisión.
S.: ¿Y por qué demoró usted cinco meses en el envío de esa documentación?
F.M.: En su pregunta está usted incurriendo en el mismo error del juez. No es que yo demorara la información, es que se demoró cinco meses, que es diferente.
S.: ¿Y le parece normal cinco meses?
F.M.: No es que me tenga que parecer normal a mí. Los trámites de la administración pública en Colombia no son tan ágiles como les gustaría a los interesados. Estoy absolutamente seguro de que al 90 por ciento de los colombianos les parece lenta la forma como el Estado resuelve sus problemas y a nadie se le había ocurrido que tengan que acabar en la cárcel los directores de las entidades en las cuales se demora un trámite. De acuerdo con ese criterio, a los funcionarios que no actuaron a tiempo en la tragedia del Nevado del Ruiz los podrían acusar de genocidio por omisión.
S.: ¿Cuál es la duración promedio de un trámite en la Superintendencia?
F.M.: Le demostré al juez que un informe de visita, como el del caso en cuestión, toma ocho meses en promedio. Inclusive también demostré que, después de mi retiro, en algunos casos los trámites habían durado años.
S.: ¿Y no fija la ley un plazo para calificar jurídicamente el concepto de "demora "?
F.M.: Eso es lo más absurdo de todo. La ley no fija ningún plazo para este tipo de trámites. Por lo tanto, el concepto es arbitrario jurídicamente. ¿Por qué se considera demora cinco meses y no seis o cuatro? Donde sí hubo demoras en términos jurídicos fue en el proceso que, en sus ocho años de duración, en ninguna oportunidad cumplió los plazos establecidos por la ley, esos sí expresos y perentorios.
S.: Pero tiene que haber algo más que el cuento de la demora en su condena de prevaricato por omisión...
F.M.: Efectivamente. El juez, para sustentar el fallo, llegó a la conclusión de que la demora tenía su origen en una antipatía mía hacia el doctor Hernán Echavarría y una simpatía hacia el doctor Jaime Michelsen. Esos son los fundamentos jurídicos del fallo.
S.: Pero mucha gente cree que usted es efectivamente enemigo dé Echavarría y amigo de Michelsen.
F.M.: Es que eso no depende de lo que diga la gente. Ni siquiera voy a entrar en detalles sobre esas afirmaciones en las cuales hay grandes inexactitudes y prejuicios. El hecho importante es que en Colombia rige el estado de derecho y que los conceptos de simpatía o antipatía deben ser probados. El hecho de que el doctor Echavarría tenga animadversión hacia mí no quiere decir que yo la tenga hacia él, y el hecho de gue el Banco de la República le hubiera autorizado un préstamo a Michelsen por 900 millones de pesos, no quiere decir, como lo infiere el juez, que yo tenga simpatía hacia Michelsen.
S.: ¿Qué es lo del préstamo?
F.M.: Eso es aún más absurdo. Resulta que el Banco de la República a diario le presta dinero a todos los bancos comerciales en cumplimiento de sus funciones. Esos préstamos, una vez otorgados, le son notificados a la Superintendencia Bancaria para que ésta verifique el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el banco solicitante. El juez agarró en forma aislada el caso de un préstamo al Banco de Colombia para convertirme prácticamente en cómplice, sin tener en cuenta que el Banco es autónomo en estas decisiones y que la Superintendencia ni siquiera tiene poder de veto.
S.: ¿Entonces para usted todo es una simple persecución?
F.M.: No me gusta hacerme el perseguido, me parece demasiado simplista. Pero lo que sí puedo decir es que se conjugaron tres factores: una crisis financiera nacional de grandes dimensiones, una animadversión evidente hacia la administración Turbay Ayala de la cual fuí parte y, digámoslo de frente, una animadversión personal hacia mí por parte de algunas personas. Creo que en el fallo contra mí tuvieron más peso esas consideraciones, que la propia realidad procesal.