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"No soy un trofeo de guerra"

Carlos Castaño habló sobre su solicitud de extradición con la periodista Cecilia Orozco en un libro de entrevistas que circulará en los próximos días.

13 de octubre de 2002

Cecilia Orozco: ¿Que sucedio en las autodefensas después de que Estados Unidos pidió su extradición?

Carlos Castaño: Días difíciles se viven ahora en las autodefensas. Después del anuncio de Estados Unidos convocamos a una reunión a la que asistieron cerca de 70 comandantes. Estuvieron presentes todas las fuerzas, excepto 'Martín Llanos', del Casanare, quien insiste en actuar en forma independiente, y 'Guillermo', de Puerto Gaitán, al que consideramos como toldo aparte desde que sucedió el caso Boulton.

C.O: ¿Qué decisiones se tomaron en la reunión?

C.C.: Ante el silencio del gobierno, acordamos manifestarle a través de monseñor Giraldo la disposición de acatar el ofrecimiento que nos hizo en días pasados de iniciar un proceso de diálogos. Esta decisión fue aceptada por todos, incluso por los comandantes del bloque central Bolívar, 'Montañés', 'Ernesto Báez' y 'Julián'. Queremos hacerles saber al gobierno y al país que si ya no consideran útil nuestra presencia, entonces no seremos un obstáculo para un posible proceso de negociación con las Farc.

C.O: ¿Cree que por esa vía solucionará su situación ante Estados Unidos?

C.C.: Nuestra intención no es la de solucionar nuestro problema de la extradición. Será ante Estados Unidos que demostraremos nuestra inocencia.

C.O: ¿Se entregará de todas maneras a la justicia norteamericana? ¿Qué le ha dicho su abogado?

C.C.: Por ahora no veo otra opción para mí. He hablado con mi abogado en Estados Unidos y me ha dicho que pronto sabremos la realidad de mi situación, momento en el cual empezaríamos los trámites para mi sometimiento. Insisto en que no puedo seguir liderando a mis hombres con el estigma público de extraditable. Mientras tanto me he dedicado a la tarea de dejar unidas y comprometidas a las autodefensas, aunque aún se clama por mi permanencia al frente de ellas. Tal vez pueda lograr que inicien un proceso de diálogos con el gobierno. O por lo menos, que queden comprometidas a no descomponerse y a continuar el proceso de recuperación y de abandono total del narcotráfico. Ahora que todos saben lo que les puede pasar, han prometido iniciar un cambio. El futuro político de las AUC es incierto, pero hay gente con condiciones especiales para continuar liderándolas.

C.O: No será fácil demostrar que usted no ha tenido conexiones con el narcotráfico. Ya empezaron a salir ex aliados suyos a acusarlo.

C.C.: Déjeme contarle algo personal: mucho más doloroso que el pedido de extradición fue una equivocada edición, en el periódico El Tiempo, de una declaración que dio el comandante del bloque 'Metro', Rodrigo Franco, quien es uno de los que más quiero en las AUC. El tiene conocimiento de mi lucha contra el narcotráfico. Viniendo de quien viene, esa declaración me ha golpeado el alma. Estamos a punto de romper una amistad de 20 años.

C.O: ¿En qué se basa para decir que se trata de una edición equivocada?

C.C.: Recibí una carta de Rodrigo en la que dice que no fue su intención ofenderme y que espera que algún día acepte sus disculpas. Me aseguró que no fue eso lo que quiso decir en la entrevista. Que la respuesta fue editada.

C.O: ¿Y qué dice de los otros testigos? Un piloto murió y otro aseguró en un periódico que fue secuestrado por usted.

C.C.: Le contesto con un mensaje que le envié a mi abogado, el doctor Pérez: nunca conocí al denunciante que dice que estuvo 'detenido' en mi 'región'. Tampoco conocí a un piloto que asesinaron en Bogotá hace unos meses y que supuestamente era testigo en mi contra. Lo juro ante la justicia y ante Dios. No conozco a un tal Sierra, también pedido en extradición, dizque como cómplice mío. No sé quién es. Yo soy enemigo del narcotráfico y no es justo lo que hacen conmigo. Sin embargo, no voy a esconderme de Estados Unidos. Aquí estoy.

C.O: Pero usted ha sostenido que las AUC se financian con dinero que les cobran a quienes siembran coca.

C.C.: Nuestras declaraciones en el sentido de que las AUC les han cobrado 'impuestos' a los cocaleros no deben ser interpretadas como evidencia de tráfico o exportación de drogas a Estados Unidos. Los impuestos sobre los cultivos son necesarios para mantener la lucha contra las Farc, pero no evidencian lucro personal. No en mi caso. Puedo jurarlo.

C.O: ¿Cree que la justicia norteamericana tendrá en cuenta sus criterios?

C.C.: Si el Departamento de Justicia no comprende esta necesidad política, estará haciendo de mí una víctima de las circunstancias, y lo que me preocupa enormemente es que parece haber comenzado una campaña de difamación que tiene un fuerte ingrediente de ataque político, cuyas razones no entiendo. En Colombia y en Estados Unidos deben saber que estoy dispuesto a enfrentar los cargos dentro de la ley, pero también deben saber que no quiero ser víctima de una campaña política. Es equivocado que se me califique ahora de terrorista y se me pretenda juzgar individualmente por ese delito, en el que estaríamos involucrados todos los actores del conflicto colombiano. No puedo terminar siendo un trofeo de guerra.

C.O: Lo que está diciendo pareciera plantear dudas acerca de su entrega. ¿Estoy equivocada?

C.C.: La verdad es que estoy sumido en un dilema. Encuentro razones tanto para entregarme como para quedarme al frente de las AUC, que ahora me insisten y prometen cambiar para que permanezca aquí. Por un lado, me siento sin autoridad para hacerlo; por el otro, la solicitud de extradición de Mancuso y mía provocó una unión casi total. Y si además de la unión se produce un cambio real, lo mejor sería iniciar un proceso de negociación.

C.O: ¿Qué sucedería si el gobierno no se interesa en una negociación ahora?

C.C.: Si no me he ido para Estados Unidos, me pongo el uniforme, impongo condiciones e iremos contra la guerrilla. Hay que tener en consideración que las Farc deben estar hablando con ellos y que los 'gringos' pueden querer suprimir a su enemigo.

C.O: ¿Cómo interpreta las palabras del presidente Bush sobre usted?

C.C.: Obviamente, el presidente Bush no sabe quién es Carlos Castaño. Para él soy un colombiano y por eso le parezco terrorista. Todos lo somos ahora. De ahí nacen mis dudas: si me van a juzgar por terrorismo, me muero allá. Habría que esperar a que se llegara a una etapa en la que lo político permita ver lo jurídico, y a la inversa. En una negociación final con las Farc debería haber una salida para todos.

C.O: Ante semejante mar de confusión, ¿qué determinaciones inmediatas tomarán usted y las autodefensas?

C.C.: Le diré lo fundamental, lo que he llamado "la nueva carta de navegación" de las AUC: le manifestaremos al gobierno nuestro compromiso global de cambio de las autodefensas, y nuestra disposición de iniciar conversaciones con la Iglesia y el Alto Comisionado de Paz que conduzcan a una desmovilización nacional de las AUC en la medida en que las Fuerzas Armadas reemplacen nuestra función en las diferentes regiones del país donde ejercemos presencia política, militar y social. Serán la opinión pública y la actitud de los grupos guerrilleros las que determinarán el momento y la conveniencia de nuestra desmovilización final. Ahora bien: una cosa es la solución de nuestros problemas, y otra las sindicaciones de Estados Unidos. En el primer caso enfrentaremos lo que sea, ante todos los colombianos; en el segundo, tenemos derecho a demostrar nuestra inocencia.

C.O: No se puede ignorar que quienes hablan de que su organización es paraestatal, lo hacen con base en nexos de las autodefensas con los militares. Por ejemplo, hay varios ex militares que terminaron en sus filas.

C.C.: Sí. Varios ex militares han pasado a nuestras filas, pero en ellas hay 100 veces más ex guerrilleros, y no por ello se nos tilda de paraguerrilleros.

C.O: Usted ha tratado de deslindarse del narcotráfico, pero ¿qué pasa con los crímenes de lesa humanidad, como las masacres?

C.C.: Decidimos acabar con algunas prácticas crueles de guerra. Hace más de un año no se han efectuado operaciones contra objetivos múltiples, porque ahora estamos capacitados para ir a buscar al enemigo en sus fortines. Y hemos ordenado a los comandantes tener especial cuidado para evitar las desapariciones y para no someter al enemigo a vejámenes.

C.O: Sus primeros anuncios de deslindarse de otros grupos de autodefensa que operan fuera de Córdoba y Urabá parecían indicar una división definitiva dentro de las AUC, pero después usted lideró una reunión con los jefes de los otros bloques. ¿Qué sucedió en realidad?

C.C.: Primero, no fue una división, sino una disolución de la que era una federación de fuerzas autónomas. El caso Boulton rebosó la copa del problema que ha sido para nosotros la penetración del narcotráfico, el mismo que secuestró al venezolano. Todos los comandantes que asistieron a la reunión se han comprometido a abandonar esos vínculos. Quien insistió en la iniciativa de reunificación fue Mancuso, y aunque algunos permanecen por fuera, como ya le dije, intento liderar la convocatoria y la restauración.

C.O: Las divisiones suelen generar una ola de venganzas. ¿Es este el caso? ¿Teme por una traición que lo lleve a la muerte?

C.C.: Como le decía, no hay 'división' en el sentido en que suele entenderse, sino disolución de algunos elementos que siempre han sido independientes.