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S E C U E S T R O

“No voy a hacerme la heroína”

Ocho horas después de su liberación por parte de las Farc, SEMANA entrevistó en exclusiva a Juliana Villegas, hija del presidente de la Andi.

2 de abril de 2001

Los ojos claros de Juliana Villegas Restrepo, 18 años, se humedecieron en el amanecer del pasado viernes 2 de marzo cuando vio a través de la ventanilla del avión de Camilo Gómez, el terreno ondulado, el verde intenso y las casas de tejas de barro que rodean a Pereira. Fueron las primeras lágrimas en libertad de la joven, plagiada a las 5:15 de la tarde del 28 de noviembre cuando salía de la Universidad Javeriana de Bogotá donde cursa primer semestre en ciencias políticas. La hija de Luis Carlos Villegas, el presidente de la Andi, habló en exclusiva con SEMANA.

SEMANA: Tras su secuestro, ¿guarda usted un resentimiento con las Farc?

Juliana Villegas: No hay resentimientos. Como dijo mi papá en el comunicado hay perdón pero no olvido. Y quiero que siga la negociación porque yo no veo una salida a bala.

SEMANA: ¿Cómo pasaron estos tres meses de su secuestro?

J.V.: No quiero ponerme a hacer un papel de heroína ni de víctima de la guerrilla. Lo que quiero es dejar este triste capítulo atrás. Y la forma es no pasar el resto de mi vida repitiendo esta historia.

SEMANA: Sorprende su actitud si se tiene en cuenta que usted fue liberada hace tan sólo ocho horas.

J.V.:No se le olvide que estuve secuestrada tres meses. Son muchas horas, uno tiene mucho tiempo para pensar.

SEMANA: ¿Qué pensó?

J.V.: Que hoy más que nunca me siento fuerte porque creo en mi país. Creo muchísimo en él, en su futuro.

SEMANA: ¿Usted pertenece a una generación poco afortunada, que creció en medio de la violencia?

J.V.: El problema no sólo es de mi generación. Si miramos atrás nos damos cuenta que todas las generaciones que nos antecedieron han crecido entre la violencia. Ahora hay que mirar las salidas y empezar a cultivar otros sueños.

SEMANA: ¿Cuál es uno de los sueños para su generación?

J.V.: Sabe qué me encantaría: sueño con crecer aquí, libre, tener hijos y nietos y que ellos no tuvieran que sufrir la violencia, que a ellos no los tocara esto. Sueño con llegar a mi casa y encender los noticieros en los que viera cosas distintas a las mamás llorando. Quiero crecer en un ambiente en el que la violencia sea sólo hechos de nuestra historia que pasó. Para eso todos tenemos que ayudar.

SEMANA: A usted y a su padre se les vio en primera fila durante las marchas en contra del secuestro y la desaparición forzada. ¿Esa es una manera de ayudar?

J.V.: Las marchas son un símbolo y los símbolos son importantes. Pero no nos podemos quedar en los símbolos.

SEMANA: ¿Entonces?

J.V.: Ir más allá. Porque lo peor de todo es que la paz que tenemos es simbólica y eso no tiene gracia. Para mí, la paz debe ser real.

SEMANA:¿Sin la violencia cotidiana?

J.V.: Sí, pero el problema no está en que se acaben las balas. Eso, por supuesto, que es importante, pero lo trascendental es que todos lleguemos a acuerdos. No se trata de buscar acuerdos unilaterales, en el que uno se imponga sobre el otro.

SEMANA: ¿Usted cree que en eso está el proceso de paz?

J.V.: Es muy importante porque hay una mesa donde están las dos partes, ahora hay que mirar cómo de cada parte se pueden tomar ideas. Porque la imposición del uno sobre el otro no funciona, es una solución ficticia porque el problema queda ahí y después se rompe, no dura.

SEMANA: ¿Usted podía conversar estos planteamientos con sus captores?

J.V.: Las conversaciones eran pocas.

SEMANA: ¿De qué hablaban?

J.V.: Hablábamos muy poco. Eran conversaciones similares y con intereses diferentes. Mientras a ellos les interesaba mi estado de ánimo a mí me interesaba saber el porqué estaban allí, por qué habían escogido ese camino.

SEMANA: ¿Qué decían?

J.V.: Eran parcos. Contaban algunas cosas que ellos creían positivas de su forma de vida y otras negativas. Aunque eran pocas. Pero prefiero no hablar mucho de eso. Hay que mirar hacia adelante, buscar ejemplos.

SEMANA: Su padre es un luchador convencido por la paz. ¿Ese es uno de los ejemplos de los que usted habla?

J.V.: Sí, ahora más que nunca, porque durante estos tres meses he visto a mi padre como una persona muy fuerte. El se ha involucrado en una lucha, no sólo por mí y mi hermano, por mi familia, sino por los demás.

SEMANA: ¿Va a seguir sus pasos?

J.V.: Espero seguir su ejemplo, no sólo por lo que lo admiro mucho sino por convicción. El sabe que yo lo estaré apoyando en lo que me necesite. Quiero contar algo. En estas pocas horas de libertad, varias personas me han relatado algunos detalles de su postura, de su actitud, y hoy disfruto no sólo la libertad sino el orgullo de tenerlo a él como padre. Su actitud no ha sido individualista. Ahora que estoy libre él podría decir listo, ya solucioné mi problema. Pero no porque el problema no era sólo mío. Hoy en el país hay más de 3.000 secuestrados, el problema sigue. Mi papá seguirá trabajando por ellos, por la paz.

SEMANA: El presidente Pastrana es un gran amigo de su padre, de su familia. ¿Su secuestro fue para presionarlo?

J.V.: Yo quiero mirar el mañana. Mi frase es que dándole y dándole salimos de esto. Lo pasado no me interesa. Quiero hablar de otras cosas. Pero más que hablar mucho, hay que escuchar mucho, escuchar al otro. Es que una de nuestras tragedias es no escuchar el pensamiento del otro, no dejarlo expresarse.

SEMANA: ¿Qué le pide a los negociadores del gobierno y de la guerrilla?

J.V.: Que se ayuden entre todos.

SEMANA: ¿Y usted como joven qué tiene para aportar?

J.V.: Estoy disponible pa’ lo que sea. Pa’ lo que me necesiten allí estaré. Por ahora quiero prepararme más, quiero entender bien los problemas para colaborar.

SEMANA: ¿Se le ha pasado por la cabeza irse de Colombia?

J.V.: No. ¿Pa’dónde?

SEMANA: A cualquier lugar. Muchas de las víctimas de la guerra prefieren irse.

J.V.: Pues yo no. Yo no me voy de Colombia. Ahora más que nunca me voy a quedar.

SEMANA: ¿Usted cree que así piensan todos los jóvenes?

J.V.: Muchos sí. Hay muchos ejemplos.

SEMANA: A propósito de ejemplos, hay mucha gente de su generación para mostrar: Shakira, Juan Pablo Montoya, entre otros.

J.V.: Ellos no son de mi generación, son más grandes que yo.

SEMANA: Bueno, por unos poquitos años. Pero pertenecen a los jóvenes de este país.

J.V.: Yo creo que ser joven es el que se siente joven, no importa la edad.

SEMANA: Pero, durante su cautiverio le alegraron mucho los logros de ellos dos.

J.V.: Del Grammy de Shakira me enteré hasta ahora. La vi en la portada de la revista de ustedes, pero aún no la he podido leer. Lo haré cuando pase toda esta emoción.

SEMANA: ¿No se enteró del triunfo de Shakira porque durante su cautiverio en la selva no la dejaban ni escuchar radio?

J.V.: Sólo a veces.

SEMANA: ¿Entonces qué hacía?

J.V.: Nada. Viendo pasar las horas. Aunque a veces sí hacía abdominales.

SEMANA: ¿Pero la trataron bien?

J.V.: Dentro de lo que significa un secuestro recibí un trato aceptable.

SEMANA: ¿Qué le dice a toda la gente que cree que la salida es apoyar a los grupos ilegales de autodefensa ?

J.V.: Usted lo ha dicho: son ilegales y como ilegales no hay que apoyarlos.

SEMANA: Usted habla con mucha madurez, ¿de dónde sacó esa virtud?

J.V.: De mi familia. Porque yo crecí en una familia que tiene unos valores especiales, somos muy unidos, nos han enseñado a resistir, a ser fuertes y a creer en el país.

SEMANA: Además es inteligente en las respuestas.

J.V.: Por favor ya no me eche más piropos porque voy a terminar por creérmelos.