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NOCHE NEGRA

Con el carro- bomba de Cartagena aumenta la sicosis y queda claro que no hay lugar del país libre del terrorismo.

18 de junio de 1990

La escena se ha vuelto común en Colombia. Muertos, decenas de heridos, edificaciones destruidas, carros averiados y una ola de terror que flota en el ambiente, son los elementos que a lo largo de la semana pasada marcaron la vida del país. Las bombas siguieron estallando y, de nuevo, fueron los inocentes los que cayeron.

El último totazo sonó el pasado jueves 17 a las 6:30 de la tarde cuando un carro cargado con cerca de 50 kilos de dinamita explotó en el turístico barrio de Bocagrande en Cartagena. En un sitio lleno de comercio, frente a las instalaciones de Telecom y a pocos metros de la Base Naval, dos hombres estacionaron el automóvil que poco antes hablan robado en esa misma ciudad, y huyeron sin ningun tropiezo. Aunque mas de cincuenta personas resultaron heridas y los daños materiales pueden ascender a 500 millones de pesos, esta vez, milagrosamente, no hubo muertos. Al cierre de esta edición, las autoridades tenian los retratos hablados de los dos terroristas que, segun llamadas hechas a medios de comunicación de Medellin, hacían parte de un misterioso grupo autodenominado "martires de Gómez Plata", y que actuaba a nombre del Cartel de Medellín.
Aunque en Cartagena se redoblaron las medidas de seguridad, el daño ya estaba hecho. Para una ciudad que vive casi exclusivamente del turismo la bomba del jueves fue un fuerte golpe para esa industria. Tras largos meses de ausencia de las playas cartageneras, los turistas canadienses -que en los tiempos recientes le han significado cuantiosos ingresos a la ciudad por fin habían decidido regresar. Incluso, varias compañías turísticas habían recibido dinero por adelantado de parte de los canadienses, pero con la condicion de que si algo ocurría antes de su llegada -programada para dentro de algunas semanas se rompía el pacto y se devolvía la plata. Así, el atentado de la semana pasada alejo nuevamente a los ya esquivos turistas extranjeros.

Pero Cartagena no ha sido la unica ciudad en la mira de los terroristas. El pasado sabado 12 de mayo le tocó el turno a Bogotá y Cali con un saldo trágico de 29 muertos y centenares de heridos, aparte de las perdidas económicas. Por otro lado, Pereira también tuvo su dosis de dinamita transeuntes inocentes resultaron afectados por una explosión a comienzos de la semana pasada.

Con un panorama tan desolador, a medida que pasan los días, el terror se apodera cada vez más de la ciudadanía, que no ve adelantos significativos por parte de las autoridades en la guerra contra el narcoterrorismo. El jueves, poco antes de que explotara la bomba de Bocagrande, las autoridades tuvieron su primer triunfo de los días recientes, al encontrar un camión cargado con 300 kilos de dinamita en un parqueadero del barrio Trinidad Galan de Bogota. Pero en realidad, el triunfo no es tan grande como parece, y para el ciudadano comun y corriente son muchas las dudas que quedan.
Por un lado, hay la sensación de que si las autoridades cogieron uno, deben ser muchos los carros-bomba que "andan" por las calles listos a explotar en cualquier momento. Por el otro, es tambien dificil explicar cómo entran al país y se mueven por todo lado toneladas de explosivos.
El mejor reflejo de la sicosis de bomba que hay, se dio el pasado viernes cuando un vehículo parqueado a pocos metros del edificio del DAS desató un gran panico en el sector, pues todo el mundo penso que estaba cargado con dinamita. Miles de personas fueron evacuadas y algunas resultaron contusas en la gigantesca estampida.

Y mientras todo esto ocurre, lejos de complementarse y coordinarse, las autoridades parecen distanciarse más y más. Ese fue el sabor que dejó el cruce de cartas entre el director del DAS, general Miguel Alfredo Maza Marquez y el alcalde de Medellín, Juan Gómez Martínez. El asunto estalló cuando Maza públicamente pidió más colaboración de las autoridades paisas en la lucha contra el narcotrafico. Gomez Martínez interpretó las palabras del General como un reproche al pueblo antioqueño, se vino lanza en ristre contra Maza y puso en tela de juicio la eficiencia del DAS. Al finalizar la semana, la discusión parecía saldada con una carta en la que Maza aclaró que en ningun momento atacaba a los paisas y que se reiteraba en el pedido de ayuda de la ciudadanía. Pero en todos estos ires y venires, el olor a dinamita no había desaparecido y la sicosis de bomba entre la ciudadanía se había generalizado.-