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El paraíso argentino amenazado por capos colombianos

Narcos y sus familias transformaron uno de los sitios más caros y exclusivos de Buenos Aires, en su escondite favorito.

17 de junio de 2017

El lugar se llama Nordelta. Está ubicado en la región de Tigre, cerca de Buenos Aires, Argentina, y limita con Uruguay. Es considerado como uno de los sitios más lujosos, exclusivos y costosos de América Latina. No es raro ver actores, futbolistas y millonarios de todo el mundo en las mansiones y megaapartamentos del sitio. Sin embargo, desde hace algunos años esa zona también se volvió un punto de referencia para diferentes agencias antinarcóticos que han bautizado ese paradisiaco sitio como Little Colombia.

La razón es simple. Decenas de narcos colombianos y sus familias llegaron a vivir allá. La mayoría de los residentes han tenido que soportar impotentes, entre el miedo y la indignación, a estos indeseables vecinos y han visto con asombro muchos operativos que las autoridades argentinas y estadounidenses han realizado para capturar a los mafiosos que llegaron para arruinarles la vida en ese paraíso.

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Nordelta es considerada como una ciudad pueblo. Se trata de un megaproyecto inmobiliario que comenzó en 1999. Hoy el sitio se divide en 23 elegantes barrios en donde viven un poco más de 40.000 personas. Tiene cinco colegios, su propio hospital con médicos especialistas, un gigantesco centro comercial, hay cinco salas de cine, varios bancos, bombas de gasolina, cancha de golf, hoteles cinco estrellas, una veintena de restaurantes internacionales y varias marinas en donde se ven los costosos yates. Los apartamentos más económicos comienzan en los 600.000 dólares y hay casas que llegan a varios millones. El lugar está conformado por una serie de islotes, a muchos de los cuales solo se puede arribar por canales. Es un intrincado laberinto por medio del cual se puede llegar en poco tiempo a la República del Uruguay, cruzando el río de la Plata, o también a Brasil y Paraguay, remontando los ríos Paraná o Uruguay.

Todas estas ventajas, que con el paso de los años lo convirtieron en un apetecido lugar de vivienda y descanso de millonarios, lamentablemente también terminaron siendo capitalizadas y llamaron la atención de los narcos colombianos.

Las vías terrestres de acceso al lugar son muy limitadas y están controladas. Cada uno de los barrios, así como todo el pequeño poblado, cuenta con robustos servicios de seguridad y una impresionante red de cámaras. El vasto conjunto de canales proporciona una inmensa variedad de rutas de ingreso y salida. Esto fue visto como una ventaja por los mafiosos. Gracias a la seguridad no era necesario para ellos tener un esquema visible de escoltas. Podían moverse en sus propios vehículos. Uno de los mayores puntos a favor era el hecho de contar con múltiples rutas de escape en caso de operaciones en su contra o un eventual ataque de rivales en busca de vendettas (ver mapa). No menos llamativo también resultó el hecho de que como se trata de un lugar en donde vive gente con mucho dinero, los narcos no tenían que mantener un bajo perfil. Podían comprar y usar lujosos vehículos o embarcaciones que no llamaban la atención porque no eran inusuales en ese entorno. Una de las pocas dificultades consistía en que los directivos de Nordelta realizaban un filtro que permitía conocer quién compraba las viviendas. Los narcos fácilmente evitaron ese impase. Por dinero o por medio de la intimidación nunca se hacía el traspaso, y la mayoría de las casas o apartamentos sencillamente seguían figurando a nombre de los dueños originales. Fue así como a comienzos de la década empezó la invasión mafiosa.

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El primer campanazo que dejó en evidencia que en el exclusivo lugar había narcos colombianos ocurrió el 27 de abril de 2011. Gracias a una operación entre la Policía colombiana, la DEA y el Ministerio de Seguridad de la nación de Argentina fue capturado Ignacio Álvarez Meyendorff en el aeropuerto de Ezeiza, cuando llegaba en un vuelo desde Tahití. Este hombre era nada más y nada menos que el jefe en la sombra de narcos en los Llanos y el norte del Valle. Estaba señalado de enviar cargamentos de coca por más de 1.500 millones de dólares. Había llegado al país austral desde 2005 y se instaló en una de las casas de Nordelta bajo la fachada de ser un comerciante. Desde allí ordenó a sus lugartenientes centenares de envíos de droga hacia Estados Unidos. Su arresto fue una noticia internacional por su importancia. Fue la primera vez que los habitantes del exclusivo Nordelta vieron que ese vecino amable era un temido narco.

Unos pocos meses después, los residentes se enteraron por los medios quién era otro de los vecinos con el que habían tenido algunos problemas por las ruidosas fiestas y el constante desfile de mujeres. El 17 de abril de 2012 se desató una balacera en el parqueadero de un centro comercial de Buenos Aires. Allí murió Héctor Saldarriaga, alias Mojarro. Era el temido jefe de sicarios de Daniel ‘el Loco’ Barrera, el capo de los Llanos Orientales. Saldarriaga fue investigado por más de 50 asesinatos en Colombia y fue víctimas de tres atentados en el Meta. Escapó y buscó refugio en el exclusivo condominio gaucho. Tan solo seis meses más tarde una vez más los habitantes de Nordelta identificaron en los noticieros la imagen de otro de sus vecinos. En octubre de 2012 fue arrestado Henry de Jesús López, alias Mi Sangre. Se trataba de un narco pura sangre que para ese época trabajaba con la banda criminal de los Urabeños, tras haber pasado por carteles como el Norte del Valle y los Llanos. Llevaba dos años viviendo con su esposa y sus hijos en una lujosa casa en uno de los barrios de Nordelta.

Para las autoridades locales estas detenciones dejaron en evidencia que el exclusivo lugar era el escondite de narcos. Con datos de autoridades colombianas y americanas, las argentinas pusieron todos los reflectores en ese lugar e incluso realizaron operaciones impensables y que alarmaron a toda la comunidad. Hace dos años allanaron 26 inmuebles en diferentes sitios de Nordelta. Como resultado de esto fueron capturados 19 narcos colombianos, de los cuales 11 aún están en prisiones de ese país.

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Hace pocos meses nuevamente ingresaron y detuvieron a otros cuatro mafiosos que vivían en el sitio. Muchos de estos narcos arrestados son relativamente desconocidos en Colombia. Algunos son pilotos que transportan droga desde Bolivia hacia Argentina o Brasil. Otros son enlaces de grupos como el Clan del Golfo, organizaciones de Caquetá o Tumaco. Algunos más son los encargados de lavar dinero comprando propiedades en el Cono Sur. La Justicia argentina tiene varios procesos abiertos y ha detenido a algunos ciudadanos de ese país por estar relacionados con la venta y ayuda que prestaron a mafiosos para adquirir esas propiedades.

Como suele ocurrir, todo esto ha desencadenado que terminen pagando justos por pecadores. Han sido ya varios los casos de empresarios colombianos que trabajan con multinacionales quienes han sido rechazados por los directivos del lugar para vivir allí. Otros han tenido que retirar a sus hijos de algunos de los cinco colegios debido a peticiones de los rectores o al constante matoneo por el hecho de ser colombianos. Aunque la presión de las autoridades ha hecho que muchos capos opten por buscar otros lugares para vivir, hasta cierto punto es comprensible esa postura, pues gracias a un puñado de mafiosos los habitantes de Nordelta terminaron siendo víctimas indirectas de vecinos indeseables que amenazaron la vida en ese paradisiaco lugar.