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Diego Felipe Becerra. | Foto: Foto suministrada.

JUSTICIA

"Nos interesa que se destape el montaje": padre de joven grafitero

Gustavo Trejos recuerda la noche en que Diego Felipe salió de su casa y nunca volvió. Pide que se haga justicia y que se limpie el nombre del joven de 16 años, a quien la Policía acusó de haber intentado robar a los pasajeros de un bus.

14 de noviembre de 2011

Diego Felipe Becerra (1994-2011). Así dice una placa de la tumba en el cementerio Jardines del Recuerdo, en donde hace tres meses fue enterrado el joven que murió luego de recibir un disparo por parte de Wílmer Alarcón, un patrullero de la Policía.

La noticia, que al principio y según la versión de las autoridades, era la de un muchacho de nombre Diego Felipe que había intentado robar un bus y luego le había apuntado con un arma a un policía, lo que había obligado a este a dispararle y matarlo, fue cambiando con el paso de los días. Diego nunca manipuló un arma. Diego tenía en sus manos manchas de pintura lo que comprobaría que sí estaba pintando un grafiti (y no robando). El arma que se encontró en el lugar de los hechos y que supuestamente era de Diego estaba dañada (según un informe de Medicina Legal).
 
A medida de que se van conociendo nuevos hechos dentro de la investigación, los Trejos tratan de asumir la realidad y esperan que se descubra la verdad. “Mi hijo no era un ladrón”, dice una y otra vez Gustavo. Y lo seguirá haciendo las veces que sea necesario, así como seguirá encima de la investigación. Tal y como lo ha hecho hasta ahora.
 
Gustavo, que no es el padre biológico de Diego pero estuvo con él desde que este tenía un año de vida, no oculta la preocupación que le generó el hecho de que la investigación por la muerte de su hijo pasara a la justicia penal militar. “Nos tomó por sorpresa. La investigación iba andando en la justicia ordinaria”, dice. Y su insistencia en que regrese allí ha sido apoyado por diferentes instancias.
 
La oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a través de una carta enviada a la fiscal Viviane Morales, señaló que según el seguimiento que se le había hecho al caso encontraba que la muerte del menor se dio por el uso excesivo de la fuerza por parte del patrullero. Y pidió además que fuera la justicia ordinaria la encargada de investigar, juzgar y sancionar en este caso.
 
Sin embargo, el caso sigue en los tribunales militares. Mientras otro de los procesos que se han abierto en torno a los hechos ocurridos el 19 de agosto en el norte de Bogotá se encuentra, en palabras de Gustavo Trejos, “estancado”.
 
Trejos se refiere a la investigación por la presunta manipulación de la escena del crimen. Aunque el fiscal de la unidad de vida que adelantaba la investigación por la muerte compulsó copias para que se abriera una nueva investigación, aún no han asignado funcionario responsable para el caso, en el que habrían involucrados varios policías.
 
El padre de Diego Felipe recuerda una reunión con el director nacional de Fiscalías, Néstor Eugenio Novoa, en la que Gustavo, su esposa Liliana y la abogada Miriam Pachón le manifestaron su preocupación por el caso de un joven, amigo de Diego Felipe, que fue retenido en un CAI durante tres horas e indagado por uniformados sobre el tema de la muerte del joven grafitero.
 
“Esta es la fecha y hasta ahora no sabemos que ha pasado con eso”, señala Trejos, quien insiste en decir que aunque le interesa que el patrullero que disparó contra su hijo reciba una condena justa, asegura que lo que más le importa es que se limpie el nombre de Diego Felipe y que se conozca el nombre de las personas que permitieron que se encubrieran las verdaderas razones de la muerte del joven.
 
A la familia de Diego no le interesa una indemnización tampoco. Por eso, desde el día en que ocurrieron los hechos, cuando apareció una decena de abogados ofreciendo sus servicios a cambio de garantizarles éxito en el proceso y por ende plata, se negaron a esa posibilidad. Finalmente, decidieron quedarse con Miriam Pachón, una abogada experta en temas criminalísticos, con quien esperan ganar la batalla que les permita llevar el caso de regreso a la justicia ordinaria.
 
Mientras tanto, la familia de Diego sigue sin dormir más de cinco horas seguidas. Es imposible. Y no es para menos. Cada detalle que se conoce los llena de confusión. Uno de los más recientes tiene que ver con la declaración de un agente de seguridad de la clínica a la que fue llevado el joven, quien aseguró que fue un particular el que auxilió a Diego y no el patrullero.
 
“Ahí le pregunté a un patrullero que estaba quién era el encargado del paciente, pero este me contestó que no sabía, luego le pregunté a otro pero me dio la misma respuesta”, señaló ante la Fiscalía el agente que recibió a Diego en el centro médico. “Aunque murió, no dejo de agradecerle a la persona que intentó ayudar a mi hijo”, dice Gustavo.
 
Entre tanto, gracias a declaraciones de ese hombre cuya identidad es desconocida, la Fiscalía conoció otros detalles que vuelven a poner en duda la credibilidad de la versión inicial de los hechos. La persona que auxilió a Diego relató al ente acusador que en el momento del levantamiento “no vio ningún objeto extraño en el piso. Estaba en posición fetal, no recuerdo haber visto armas de fuego de ninguna parte, ni en el piso ni junto al muchacho o cerca de él”. Horas después apareció una pistola que, según las autoridades, era de Diego.
 
Gustavo no sabe cuánto tiempo estará en esta lucha por buscar la verdad de su hijo. Dice que será hasta cuando sea necesario, aún cuando- afirma- “sé que tengo una lápida en la espalda si sigo insistiendo con el caso”.