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NUBES QUE EL VIENTO APARTO

Después del debate de los "dineros calientes" se abren el número uno y el número dos del Nuevo Liberalismo

17 de octubre de 1983

La duda existía, pero un puesto vacío en el banquete de apoyo a Rodrigo Lara pareció despejarla: Luis Carlos Galán abandonaba a su suerte al ministro de Justicia.
La ausencia de Galán en el banquete no era más que la culminación de un proceso gradual de distanciamiento entre el numero uno y el número dos del Nuevo Liberalismo. Dos días antes, en un ambiguo comunicado, Galán, alegando que "el Nuevo Liberalismo carece de suficientes elementos de juicio" para calificar la conducta del Ministro, dejaba en manos del Tribunal de Garantías del movimiento, la decisión final sobre el caso Lara.
El fin de semana anterior, en discursos pronunciados en Zipaquirá y Nemocón, el jefe del Nuevo Liberalismo ya había insinuado que "quien recibiera conscientemente dineros del narcotráfico, para financiar actividades políticas, no podrá seguir en el Nuevo Liberalismo por importante que sea su posición en el movimiento" y, en una alusión considerada en general de mal gusto, aclaraba indirectamente que hacía solamente tres años que conocía a Lara. En todas las intervenciones había un denominador común: en medio de un apoyo protocolario el ministro estaba siendo arrojado a las fieras.
Sin embargo, Lara no parecía dispuesto a entregarse con resignación cristiana: "Yo soy ministro nombrado por el Presidente de la República, quien además dijo que no haría una administración de directorios. Yo tengo la vocería de la nación y éste es un gobierno nacional. A mí me toca actuar dentro de los parámetros fijados por el jefe del Estado y así lo estoy haciendo", declaró en una entrevista concedida a una agencia de prensa. Interrogado sobre lo que había llevado a Galán Sarmiento a someterlo a una investigación por el Tribunal de Garantías, contestó que aquél estaba "impresionado" por los editoriales de algunos periódicos que solicitaban su dimisión.
No fueron solamente los pronunciamientos de Galán los que estaban haciendo tambalear la posición del Ministro. La semana anterior, con la excepción de una columna de María Teresa Herrán quien lo defendió, distintos voceros de la prensa y de la política pidieron su renuncia. El Tiempo, que inicialmente lo había apoyado con vehemencia, lo hizo en dos ocasiones durante la misma semana. A este llamado se sumó el viernes pasado "El Mundo" de Medellín, días después de que Jaime Castro y José Manuel Arias Carrizosa, representantes del partido liberal en la Comisión Moralizadora a alto nivel, se pronunciaran en el mismo sentido: "Sus decisiones han de estar revestidas de la confianza pública que habría de faltar si sobre su manera de obrar pudiera existir la menor sospecha".
Pero tal vez los argumentos que más impacto produjeron fueron los del columnista Enrique Caballero en "El Espectador" del 11 de septiembre. Alegando que el Nuevo Liberalismo era antes que una fuerza política un movimiento ético, Caballero consideró que la débil defensa del Ministro lo dejó "descalificado" y sin autoridad moral" para ejercer su cargo. El columnista de El Espectador, por primera vez en todo el debate, rechazaba el argumento que hasta el momento había sostenido a Lara en su cargo: que no se le podía otorgar a la mafia la facultad de tumbar un Ministro. Anotaba que "el deber de los jefes y de los magistrados es analizar cada denuncia fundada, venga de donde viniere. El ser acusado por un delincuente abominable no puede convertirse, a la tapada, en indulgencia plenaria para su víctima". Esta teoría que comenzaba a abrirse paso no era, sin embargo, aceptada aún por la única persona de cuya determinación dependía el futuro de Lara: el presidente de la República.
SEMANA se ha enterado de que tanto él como los Ministros consideran que aun cuando Lara "se enredó" en el episodio del cheque y su defensa, es un hombre honesto y que sería injusto e inconveniente servirle en bandeja de plata su cabeza a la mafia. Por otra parte, esta revista pudo confirmar que al inicio de este problema, el ministro de Justicia había enviado cartas de renuncia de su cargo al Presidente y de su puesto en el Comité Directivo del Nuevo Liberalismo a Galán.
Queda aún por determinarse los efectos que este episodio tendrá sobre los prestigios de Galán y de Lara. Galán se enfrentaba a la disyuntiva de ser acusado de deslealtad o de complicidad por compañerismo. Según todos los indicios, consideró menos grave la primera. La gran incógnita ahora es hasta qué punto se verá afectado el prestigio del movimiento y cómo repercutirá esto en las elecciones de mitaca. El altísimo índice de popularidad, según fue registrado por la última encuesta de CONSUMER, permite pronosticar que el impacto negativo será limitado.
Lara, por su parte, se enfrenta a una situación paradójica. Mientras que su prestigio a nivel nacional está por los suelos, en su departamento, el Huila, un sentimiento de solidaridad regional, movido por la creencia de que es víctima de una conspiración, lo ha fortalecido.--