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El alcalde Gustavo Petro prefirió ejercer la autoridad, expidiendo el Decreto 564 de 2012, a la persuasión, para poner a la ciudad a reciclar.

BOGOTÁ

Nuevo modelo de aseo y la era del reciclaje

El alcalde Gustavo Petro impuso por decreto un nuevo modelo de servicio de aseo. Quedan afuera del negocio los privados y entran los recicladores. Su éxito es todavía incierto.

15 de diciembre de 2012

"Comienza una nueva era, como decían los mayas, la del reciclaje". Con esta frase, el alcalde Gustavo Petro resumió el modelo de recolección de basuras que comenzará a regir a partir del próximo 18 de diciembre en Bogotá. Hizo la declaración el martes de la semana pasada, cuando dio a conocer el Decreto 564 de 2012, que define las nuevas reglas de juego del negocio de los desechos.

En primer lugar, el alcalde defendió el deber del Distrito de garantizar ese servicio. Para el efecto, la norma está respaldada en un largo etcétera de artículos de la Constitución, de resoluciones de la ONU, leyes y sentencias. ¿Cuál fue la razón para tanta vehemencia jurídica? Hasta ahora el alcalde ha librado una batalla política con operadores que, amparados en pronunciamientos de entidades como la Procuraduría y la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA), reclaman su derecho a seguir prestando el servicio bajo el modelo de libre competencia.

Para Petro lo que han dicho esas entidades son meras opiniones. En su criterio, la única manera de cumplir con la orden de la Corte Constitucional de vincular a los recicladores en el negocio es creando una empresa del Distrito.

El Decreto le da facultades a la Unidad Administrativa de Servicios Públicos (Uaesp) ­-que hace parte del Distrito­- de coordinar, controlar y supervisar la operación del servicio de aseo. Y los contratos los hará provisionalmente la filial de la Empresa de Acueducto. Petro parte de una premisa ideológica: es mucho más eficiente el Estado que los privados a la hora de garantizar la prestación de los servicios públicos. Lo que no se explica es por qué la vigilancia estará a cargo de una entidad del Distrito, que bajo el nuevo esquema queda convertido en juez y parte.

La nueva hoja de ruta para el servicio de aseo impone a los bogotanos el deber de reciclar. Aunque el tono es de obligatoriedad, no define sanciones para quienes no cumplan. Los más de 14.000 recicladores que hay en la ciudad, recibirán un porcentaje de la tarifa que se cobra por aseo. Además estarán habilitadas 1.500 bodegas para llevar el material. Aunque se ha especulado sobre una posible rebaja del 15 o el 20 por ciento, los cálculos de las tarifas todavía son desconocidos. Lo cierto es que la tarifa no puede exceder a la que actualmente pagan los bogotanos, pues está fijada por la CRA.

No obstante los eventuales beneficios de reciclar, en la ciudad no ha habido la suficiente pedagogía para que la medida de sus frutos en corto plazo. Apenas comienzan las campañas publicitarias y a estas alturas la ciudadanía no sabe dónde conseguirá las bolsas blancas y negras en donde deberá depositar los desechos.

Para impedir que los operadores sigan prestando el servicio, pese a que se terminan los contratos, el Decreto prohíbe explícitamente la entrada de vehículos con residuos al relleno de Doña Juana, sin autorización de la Uaesp. Desconocer la medida sería una "tropelía. No vamos a dejar que el Decreto se lo pasen por la faja", dijo Petro al tiempo en el que anunciaba una reunión con la Policía para acordar cómo haría cumplir la norma.

Como era de esperarse, los operadores anunciaron demandas. En su criterio, las medidas del Distrito impiden que los usuarios del aseo escojan la empresa que quieran. También advirtieron que en caso de que el nuevo sistema use volquetas para recoger los residuos, como ya ha dicho Petro que ocurrirá provisionalmente, estaría violando normas ambientales. Y dijeron que sacarían los carros, si las autoridades se los permitían.

La guerra por las basuras tuvo un nuevo capítulo. Petro destapó tímidamente sus cartas, pues aún se desconoce mucha información sobre quiénes alquilarán sus vehículos, si ya están en la ciudad y cuáles serán los criterios de calidad con los que se prestará el servicio. Lo cierto es que arranca una nueva era, ojalá no ocurra una catástrofe como la que anunciaron los mayas.