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El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, urgió a los Gobiernos de Colombia y de Venezuela que busquen la "definitiva reunificación" de las familias deportadas. | Foto: AFP

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Almagro pidió casa para los colombianos deportados de Venezuela

La crisis entre Colombia y Venezuela pasó a la vía diplomática con la presencia de los cancilleres de Brasil y Argentina en Caracas y la del secretario general de la OEA.

5 de septiembre de 2015

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, visitó este sábado Cúcuta, donde recorrió dos albergues junto con el ministro del Interior colombiano, Juan Fernando Cristo, y la canciller María Ángela Holguín.

Durante media hora Almagro escuchó de primera mano los testimonios de los colombianos deportados, los cuales narraron abusos y humillaciones de la guardia venezolana en su salida del país.

Almagro cruzó también por el puente internacional entre ambas naciones que, después de casi dos semanas cerrado, fue abierto el viernes al habilitarse un "corredor humanitario" para el paso de decenas de niños que viven en Venezuela pero estudian en Colombia.

Tras el recorrido la canciller colombiana detalló que más de 3.000 personas siguen viviendo en los albergues de la frontera y que a 1.178 colombianos se les pagó el boleto de avión con el fin de que volvieran a sus lugares de origen. Holguín insistió en que la reunificación familiar sigue siendo prioritaria para el Gobierno y que ha recibido 100 solicitudes para obtener la nacionalidad colombiana provenientes de venezolanos cuyas familias quedaron divididas ante la sorpresiva deportación.

La funcionaria reconoció también que las organizaciones criminales han llevado el "caos" a la frontera, por lo que es necesario trabajar con el gobierno venezolano del presidente Nicolás Maduro.

El mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, "está dispuesto al diálogo pero con condiciones, como son la creación de un corredor humanitario, facilitar la reunificación familiar, el respeto a los derechos humanos y la posibilidad de que los deportados recuperen sus enseres", afirmó la canciller.

Por su parte, Almagro pidió a su "amigo" Maduro un mensaje de tranquilidad para que ambos países empiecen a trabajar cuanto antes y evitar el sufrimiento de la gente. El secretario general solicitó urgentemente una vivienda para los cientos de deportados e insistió en el diálogo como única forma de resolver una crisis humanitaria que describió como "penosa".

Mientras Holguín y Almagro recorrían los albergues, el canciller argentino, Héctor Timerman, y su homólogo brasileño, Mauro Vieira, se entrevistaban en Caracas con el vicepresidente venezolano, Jorge Arreaza.

"Hemos explicado el drama humanitario que se vive en la frontera por culpa de un conflicto interno ajeno a Venezuela", dijo Arreaza. "Casi 6 millones de colombianos están en Venezuela y han disfrutado de sistema de salud gratuito", explicó el vicepresidente tras la reunión.

Arreaza defendió la necesidad de un encuentro "a solas" entre Santos y Maduro para poner fin a la crisis. "Ojalá el presidente Santos acepte una reunión personal", señaló.

Tras su paso por Caracas, ambos cancilleres viajaron a Jamaica para hablar personalmente con Maduro, quien copreside la asamblea de Petrocaribe que arranca el sábado en la isla caribeña.

Horas antes, Maduro acusó al gobierno colombiano de haber "abandonado" la frontera y de haberla dejado en manos del paramilitarismo. Insistió en que no permitirá que continúe el ataque a la moneda venezolana ni que se ponga en riesgo la soberanía alimentaria del país.

"No se puede permitir que en las calles de Colombia se vendan productos venezolanos", dijo en entrevista con Telesur.

El día anterior, Timerman y Vieira se reunieron en Bogotá con Holguín para conocer de primera mano detalles sobre el conflicto fronterizo. Tras la reunión manifestaron su "disposición para promover un diálogo" entre las dos naciones.

Según Naciones Unidas, en los últimos días casi 1.500 personas fueron deportadas desde Venezuela a Colombia y casi 17.000 abandonaron voluntariamente el país por miedo a represalias, lo que ha creado una crisis humanitaria en la frontera.