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La fortuna perdida del Clan del Golfo

La más reciente operación de decomisos del Clan del Golfo terminó con más de 130 millones de dólares en bienes. La cifra total de lo incautado alcanza casi 700 millones.

19 de agosto de 2017

La cifra, 400.000 millones de pesos, cerca de 130 millones de dólares, no deja de impactar. Representa el valor comercial de los bienes que las autoridades le quitaron a la banda criminal del Clan del Golfo en la más reciente operación que terminó la semana pasada. Ni siquiera en la época de la lucha contra los grandes carteles de Medellín y Cali una sola incautación de propiedades alcanzó esa magnitud.

Sin embargo, eso no es lo más impresionante, pues con esa acción la organización ha perdido en los últimos dos años la astronómica cifra de 690 millones de dólares representados en bienes, sociedades, negocios y dinero en efectivo. Es una clara evidencia del poderío económico que alcanzó a tener el grupo narcotraficante comandado por Dairo Úsuga, alias Otoniel.

En video: La ganadería del Clan del Golfo

El tamaño del tema también se mide no solo por los dos años que duró la investigación, sino por la cantidad de recursos empleados por el Estado. Trabajaron en él 14 fiscales especializados de la Dirección de Extinción de Dominio, 41 funcionarios de la Sociedad de Activos Especiales -SAE-, 340 policías de la Operación Agamenón, 40 investigadores de la Dijín y 110 soldados de fuerzas especiales.

A Otoniel y su banda les quitaron 3.260 bienes que estaban en diferentes lugares del país como Medellín, Apartadó, Santa Fe de Antioquia, Chigorodó y Santa Rosa de Osos (Antioquia), Acandí (Chocó), Ciénaga de Oro (Córdoba) y Villavicencio (Meta). Entre ellos están 29 fincas, 30 apartamentos y parqueaderos, 3.200 cabezas de ganado de razas finas, 19 empresas y 2.700 hectáreas de tierra, entre otras. El valor catastral de esas propiedades figuraba en 202.000 millones de pesos, pero su valor comercial supera los 400.000 millones.

La directora de la Unidad Especializada contra el Crimen Organizado de la Fiscalía, Claudia Carrasquilla, señaló que la banda criminal lavaba el dinero que recibían de narcotraficantes de Honduras, Costa Rica, Guatemala, a través de diez empresas que tenían como fachada la venta de bebidas y tabaco. El director de la Unidad de Información y Análisis Financiero, Juan Francisco Espinosa, contó que en las investigaciones también detectaron que ocultaban parte del dinero ilegal en centros de acopio, como algunos Sanandresitos en Bogotá y el complejo comercial El Hueco, la Central Mayorista e inmuebles del sector de El Poblado, en Medellín. Por medio de caletas en buses, camiones o correos humanos enviaban los fajos de dinero hacia Urabá para entregarlos a los jefes de la banda. Los cálculos de las autoridades señalan que mediante ese tipo de modalidades diariamente podían mover entre 1.000 y 2.000 millones de pesos.

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Muchos de los bienes de la reciente operación estaban a nombre o eran manejados por los testaferros de uno de los hombres claves del Golfo. Se trata de Ramiro Caro, alias Nolasco, quien se entregó a la DEA en agosto de 2015 y después de aceptar cargos recibió una condena a 25 años de cárcel. Durante más de una década manejó e invirtió las fortunas ilegales de capos de grupos como las AUC y posteriormente el Clan del Golfo.

También quedó al descubierto con la operación otro narco convicto llamado Alcides Ríos Mazo, quien había sido capturado y condenado a 15 años de prisión en 1997 por la Justicia de Panamá por ingresar cocaína a Estados Unidos. Repatriado a Colombia en 2004 para terminar de pagar sus sentencias, pocos meses después un juez ordenó su libertad por supuestos problemas de salud.

Tan solo cuatro años más tarde este hombre creó en Chigorodó la Agropecuaria Bonga La Grande, con un capital inicial de 1.000 millones de pesos. En menos de una década, gracias a una multimillonaria inversión en tecnología, alcanzó gran reconocimiento en el medio ganadero por la cría y venta de especies como brahmán, guzerá, wagyu -considerada la mejor carne del mundo-. La reciente investigación descubrió que esa famosa ganadería pertenecía al Clan del Golfo.

Esa banda no solo logró ‘legalizar’ ese negocio. En Urabá montaron una próspera cooperativa con decenas de taxis y varios buses de lujo. “La investigación duró cerca de dos años y participaron la Fiscalía General, la Uiaf, las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, siguiendo las instrucciones de su director, mi general Jorge Nieto. Sin duda ha sido la operación más grande terminada con una dura afectación y desarticulación de la estructura financiera del Clan del Golfo. Ya en el pasado, en el marco de la Operación Agamenón, se efectuaron acciones contundentes similares”, afirmó el director de la Dijín, general Jorge Vargas.

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En efecto, hace exactamente dos años, en julio de 2015, las autoridades le incautaron 80 propiedades al capo Otoniel en diferentes municipios de Antioquia. Los inmuebles, desde grandes fincas hasta depósitos, pasando por una docena de apartamentos, tenían un avalúo comercial que superaba los 80.000 millones de pesos, cerca de 40 millones de dólares de ese momento.

Antes de las más de 3.200 incautaciones de bienes de la semana anterior, en los últimos 48 meses el balance iba en un total de 517 propiedades con una valor de 339.000 millones de pesos, cerca de 110 millones de dólares. A esto se suman los 28.000 millones de pesos en efectivo que les han encontrado a Otoniel y sus secuaces escondidos en caletas, fincas y apartamentos, o sea aproximadamente 10 millones de dólares. Un centenar de carros y más de 1.200 motos valorados en 6.000 millones de pesos, 2 millones de dólares, también están en poder de las autoridades.

Solo en propiedades y vehículos han perdido 250 millones de dólares. No obstante, el mayor rubro que afecta las arcas de ese grupo consiste en la droga que les han decomisado las autoridades. Al fin y al cabo, para una organización narcotraficante esta constituye el activo más importante. Hasta la semana pasada el Clan del Golfo había perdido 98 toneladas de cocaína lista para exportar. El valor de esos cerca de 100.000 kilos tan solo en el mercado centroamericano alcanza 441 millones de dólares.

Esta lucha frontal contra la fortuna de los mafiosos tiene una importancia estratégica que va mucho más allá de quitarles los bienes adquiridos con dinero de la droga. Este tipo de golpes ha generado al interior del grupo una serie de vendettas y ajustes de cuentas, ya que crece la desconfianza entre los capos debido a la incertidumbre de no saber quién está delatando la ubicación de las propiedades y las redes de testaferros.

Adicionalmente, muchas de las empresas incautadas no eran simples lavaderos de dinero sucio. La agropecuaria o los negocios de transporte lograron convertirse en compañías prósperas que generaban millones de pesos en ingresos. Debido a las incautaciones de cocaína, el Clan viene presentando problemas de liquidez, por lo que en muchos de sus frentes llevan varios meses sin pagar las nóminas. Estaban tratando de lidiar parte de esos problemas con el dinero que producían sus ‘empresas legales’. Esa fuente terminó la semana pasada con el nuevo golpe a la fortuna de Otoniel.