Home

Nación

Artículo

OTRO CUENTO

El plan terrorista develado en la Nacional no logró alterar una calma que ya es normal

10 de noviembre de 1986

Si algo se ha transformado en la últimos tiempos en este país, ha sido la Universidad Nacional Sin embargo, son muy pocos la ciudadanos que se han percatado de ese cambio. Prueba de ello son los titulares de la prensa que acostumbrada a las pedreas, a las tomas, a lo disparos, a los muertos y a los recurrentes cierres, sólo se ocupa de ella cuando esto ocurre.

Y la semana pasada, la Nacional volvió a mojar prensa por el plan terrorista que develó el "superrector' Marco Palacio. La normalidad académica de dos años, la actividad cultural y su destacada presencia en e concierto científico nacional e internacional, a duras penas han merecido la atención de quienes piensan que ese calma no es más que calma chibcha porque, sostienen, detrás de la normalidad algo grande se está cocinando.

QUE EL MUNDO SE ENTERE
Lo que se cocinaba más que grande trataba de ser espectacular: era la toma de las embajadas de México y Francia, de Caracol y de los edificios que albergaron las residencias Gorgona y Uriel Gutiérrez, en Bogotá, por parte de unos setenta estudiantes y activistas políticos de diferentes organizaciones de izquierda. El plan llegó el sábado 4 de octubre a oídos de las directivas. La hora cero sería el jueves 9 de octubre, en la noche, y el objetivo era denunciar ante el mundo entero que los estudiantes de la Universidad Nacional no tienen residencias. Las informaciones se filtraron a través de activistas de izquierda amigos del nuevo estilo y no como podría pensarse, por intermedio de "tiras infiltrados". De inmediato se tomó la decisión de hacer que el Ejército ocupara estas edificaciones que ya están aisladas del campus universitario por calles y que en muy poco tiempo albergarán a entidades como Colcultura, Colciencias y otras. La fecha escogida no era gratuita. Se trataba de revivir las jornadas del 8 y 9 de octubre, consideradas clásicas de la izquierda y además el legendario "Che" Guevara cumplió el 8, diecinueve años de muerto. Por otro lado, se buscaba solidarizarse con los estudiantes de la Universidad del Valle, que hace quince días se tomaron las residencias de ese establecimiento en Cali, las cuales están cerradas desde hace cuatro años. Ante su fracaso, probablemente en este momento, al interior del grupo organizador, se esté dando un debate y según observadores intentarán interrumpir la calma. Pero con lo que no cuentan es con la claridad del rector, que considera que se trata de un grupo minoritario que no ha entendido, como sí lo han entendido las organizaciones guerrilleras en tregua y fuera de ella, que es más importante contar con un espacio universitario abierto que con uno cerrado y que la piedra y la bala no pueden tener como escenario a la universidad.
"Muchos me tachan de reaccionario y fascista--dice Marco Palacio- pero yo preferí la presencia del Ejército en los edificios desocupados a que una vez tomados por un grupo aislado y minúsculo de estudiantes, se pudiera dar una confrontación con encarcelados, heridosy hasta muertos".
No hay que olvidar que cuando se dio el cierre de residencias lo que se encontró en ellas era vergonzoso no sólo para el estudiantado sino para el país: traficantes de drogas, armas y un espacio sin Dios y sin ley, en donde imperaba el caos y la anarquía.

Si bien las residencias albergaban a dos mil muchachos --no se puede hablar de estudiantes porque la mayoría no lo era--, el nuevo sistema de bienestar estudiantil cobija hoy a cinco mil y en el año largo de su vigencia se han dado auxilios por un valor de 430 millones de pesos, con promedio de auxilio por estudiante de ocho mil pesos. Se ha fortalecido el servicio médico y se ha llegado a gastar en un solo estudiante, por este concepto, un millón de pesos. Se ha abierto una sala de proyección de cine y se han destinado partidas considerables al fortalecimiento de los cine-clubes y otras actividades culturales y deportivas.

La actividad política, aunque ha sido relevada por la cultural, sin embargo, no se ha excluido. Eventos como el encuentro de dirigentes de organizaciones populares, que contó con un millar de delegados de todo el país tuvo como sede la Nacional y el cabildo "Por el Derecho a la Vida", que sesionó el lunes de la semana pasada, asi como foros por la defensa de los derechos humanos, han tenido cabida en el Alma Mater. Marco Palacio piensa de todos modos que sí hay mucha pasividad y-desgano de los es tudiantes por participar en los consejos estudiantiles. "Seguramente --dice--estoy muy anciano frente a esta nueva generación". Y es que la generación que ocupa pupitres en la Nacional, está hoy entre los quince y veinte años y un 45% de estos jóvenes ha conocido su universidad sin cafeteria y sin residencias.

Pero pese a los intentos de algunos grupos por desestabilizar la universidad pública, la normalidad académica de los últimos dos años en las seccionales de la Nacional (Palmira, Manizales, Medellín y Bogotá), de la de Antioquia y de la Industrial de Santander, es un hecho categórico que demuestra que ahora, por convicción de los estudiantes o por reestructuras bien concebidas, el cuento es otro cuento. Y la violencia, la pedrea, los gases, los encapuchados, están por fuera del currículo académico. --