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"La represión de la droga solo sirve para generar engendros destructivos como el que creó Escobar". | Foto: Archivo

NARCOTRÁFICO

Pablo Escobar por Mario Vargas Llosa

El escritor criticó la forma en que se enfrenta al narcotráfico, apoyado en la figura del extinto capo.

25 de agosto de 2013

La columna publicada en la edición dominical del diario El País de España de autoría del escritor peruano Mario Vargas Llosa, reconocido entre otras cosas por su mordaz crítica a las estructuras de poder. Se vale del reciente éxito de la serie colombiana ‘Escobar, el patrón del mal’, de la cual destaca la calidad en la dirección y producción, para retomar el debate acerca de la legalización de las drogas.

De la serie de entrada exalta, entre otras cosas, la actuación de Andrés Parra en un seriado que considera como “la descripción más o menos fidedigna de una pesadilla que padeció Colombia durante unos años”, y añade “la serie deja la impresión escalofriante de que, si el poder y la fortuna no le hubieran empujado a excesos patológicos, podría haber llegado a ser presidente de Colombia”.

Pero más allá de reseñar el suceso televisivo que ha sido 'El patrón del mal', Llosa aprovecha para dar su versión propia de la figura de Pablo Escobar, al que no duda en tildar como un hombre con una “ambición tan grande como su falta de escrúpulos”.

Un hombre, que según el autor peruano, se veía a sí mismo como “’un hombre de izquierda’ convencido de estar luchando por la justicia y los derechos humanos pero que contrariamente a sus acciones era católico practicante”.

Vargas Llosa, acertadamente, prueba que Escobar en su momento fue el amo de Colombia y que este convirtió el diario vivir en una paradoja “plata o plomo”. Un personaje que increíblemente logró desestabilizar a todo un país, “si un novelista pusiera en una novela algunos de los episodios que Pablo Escobar protagonizó, su historia fracasaría estruendosamente por inverosímil”. 

Episodios como la entrega del Capo al gobierno, su reclusión en la 'Catedral' y su posterior huida, para el peruano parecen salidos de la realidad, al igual que su caída y posterior muerte, “su final no pudo ser más patético: acompañado de un solo guardaespaldas  escondido en una casita muy modesta y delirando con el proyecto de ir a refugiarse en alguna guerrilla de las montañas”.

Sin embargo, la reflexión más importante que hace Vargas Llosa es que la muerte de Pablo Escobar no acabó con la industria del narcotráfico. Un negocio que se ha “descentralizado y que ahora está presente en países como México, Venezuela, Brasil, además señala que los antes considerados "productores de pasta básica, como Perú, Bolivia y Ecuador ahora compiten en el refinado y la comercialización”.

Para el escritor, el narcotráfico, que en algún momento tuvo a Escobar como su principal figura, es la fuente principal de la corrupción en América Latina, un flagelo que amenaza el proceso de democratización y modernización política y económica que vive esta parte del continente. 

Finalmente, el autor peruano critica a la forma en que se afronta el problema del tráfico de drogas, para este la prohibición solo ha servido para exaltar a personajes siniestros, como el mismo Escobar,  y remata su texto de forma contundente asegurando entre otras cosas que “la delincuencia asociada al narcotráfico solo desaparecerá cuando se legalice su consumo y las enormes sumas que ahora se invierten en combatirla se gasten en campañas de rehabilitación y prevención”.

Unas palabras que sin duda pondrán nuevamente en boga el debate sobre la legalización del tráfico de drogas. En un momento en el que un país de la región como Uruguay empieza a dar pasos hacia adelante en el tema con la legalización de la marihuana.