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Pacho, ¿santo?

Sectores de la Costa le declararon la guerra al Vicepresidente. Este es el peor momento de una gestión que ha superado las expectativas. ¿Lo superará?

28 de abril de 2007

Cuando Francisco Santos llegó a la Vicepresidencia, en 2002, le caía bien a todo el mundo pero casi nadie se lo tomaba en serio. Ahora, cinco años después, se ha ganado poderosos enemigos, pero han crecido las opiniones que lo ven como un hombre serio.

A Pacho le ha ido bien. En la última encuesta de Invamer-Gallup tiene una imagen favorable de 47 por ciento, contra 23 desfavorable. Se le identifica con causas nobles y logra simpatías gracias a sus actitudes informales y a un carisma que no le había salido a flote en su vida anterior. Haber saltado al alto cargo después de una larga carrera periodística le permitió llegar con expectativas bajas que, al final, se voltearon a su favor. Sus logros se magnifican como si estuvieran vistos con lupa, y sus errores se dejan pasar como si se vieran con binóculos invertidos. Simplemente porque no resultó el 'loquito', malhablado y distraído que algunos temieron a partir de las impulsivas opiniones de sus columnas dominicales de El Tiempo.

La sintonía de Francisco Santos con su jefe, el Presidente de la República, es inmejorable. Se ha jugado sin matices. Hablan varias veces al día. La afinidad es tal, que, más que relaciones institucionales, han desarrollado lazos de amistad. A Santos le atrae, de Uribe, su don de mando y su disposición a romper esquemas. Su propio nombramiento como compañero de fórmula en 2002 fue un palazo histórico. Pacho encuentra eco en el Presidente para sus propuestas audaces. Por su parte, Uribe se encontró con un coequipero leal, que entendió su peculiar manera de ver la política y la asumió con total compromiso y con plena comodidad.

Pacho le aporta al Presidente una mejor sensibilidad frente a sectores fundamentales como la comunidad internacional, las ONG y los medios de comunicación. Y cuando hay diferencias, que es más frecuente de lo que se cree, las maneja en privado y las oculta en público. Por algo la primera decisión que anunció Uribe cuando hizo pública su intención de buscar la reelección fue la de mantener a Santos como candidato a la Vicepresidencia.

Pacho está pasando por un momento difícil. La semana pasada, Jorge Noguera, ex director del DAS, lo acusó de ser el inventor del escándalo de la para-política e insinuó que Uribe estaba "durmiendo con el enemigo". Hace unos meses, otra costeña, la ex canciller María Consuelo Araújo, lo había calificado como 'Poncio Pilatos' para insinuar que había sido el culpable de su temprana salida del Ministerio. En la Costa Caribe están hablando del Vicepresidente como de un enemigo. El clásico exponente de las elites bogotanas que van a la Costa a divertirse en vacaciones y a pedir votos en elecciones, pero que han contribuido a su atraso y a su marginalidad. En las últimas semanas han aparecido grafitos en Barranquilla en los que lo señalan como "traidor", y hasta de "vicesicario moral de la Costa".

No deja de ser curioso que un hombre tan amable y desabrochado se haya ganado enemigos tan ariscos en la Costa. Los argumentos de la Conchi y de Noguera son difíciles de sostener. El de la ex canciller se basa en una supuesta ambición de Santos de quitarle la silla y quedarse con el cargo. Poco probable, porque desde el punto de vista político, es más valiosa la Vicepresidencia que el ministerio de Relaciones Exteriores. Le permite hablar de todo y jugar en el campo internacional, sin asumir responsabilidades ni sufrir los amarres de la burocracia. En cuanto al alegato de Noguera, los orígenes de su proceso son ampliamente conocidos y nada tienen que ver con Francisco Santos. Sino con revelaciones de sus ex colaboradores, investigaciones de prensa y acciones de los organismos de la justicia.

El pulso entre el Vicepresidente y los costeños fue dirimido el jueves pasado por un curioso comunicado de la Casa de Nariño que fue interpretado como un respaldo a Santos. Descalifica las afirmaciones de Noguera como "comentarios injustos" y exalta al vice como "persona leal y transparente de grandes condiciones éticas y morales". Sin embargo, el texto -que si no fue dictado por el Presidente, sin duda tuvo su aprobación precisa- guardó prudencia frente a la Conchi y frente a Noguera. Evitó una confrontación con ellos. Con la ex canciller y con su familia, a Uribe lo unen estrechos lazos de amistad. Hace poco se refirió a ella como "presidenciable". A Noguera también lo estima. Para nadie es un secreto que Uribe tiene intereses en que su ex director del DAS salga bien librado del proceso judicial porque lo contrario sería un golpe contra él. El propio embajador saliente de Estados Unidos, William Woods, afirmó antes de irse que "sería grave que Noguera fuera encontrado culpable". Por todo lo anterior, el comunicado del jueves se tuvo que someter a un cuidadoso proceso de redacción equilibrada.

La posición del Vicepresidente en este caso es muy elocuente sobre su forma de actuar. Genera una división en las altas cumbres del uribismo, pero fortalece su imagen como la figura del alto gobierno más comprometida con parámetros éticos. Lo cual, de paso, refuerza la idea de que Pacho tiene ambiciones políticas para su futuro, después de los ocho años como coequipero del primer mandatario. Es el uribista que ha asumido posiciones más duras contra el paramilitarismo. En esto también se le ven las ganas de ser Presidente.

Las posibilidades futuras de Francisco Santos en la política dependerán de la evaluación sobre su gestión. Hasta el momento ha tenido, a la vez, aciertos reconocidos y errores desconcertantes. Ha ganado puntos como 'canciller paralelo', porque cogió por los cuernos los toros más difíciles de lidiar en el ruedo internacional. Y en el campo interno ha sido la voz del régimen contra la corrupción. Voz sin dientes, porque su despacho no tiene fortaleza institucional para tomar medidas con efectos reales, pero muy rentable desde el punto de vista político. Habla de todo y no responde por nada. Un perfecto trampolín político.

Pacho también ha metido las patas. Y varias veces. El exceso de protagonismo lo lleva a meterse en espacios que no son los suyos y con frecuencia incomoda a los miembros del gabinete y a otros funcionarios. Ese es el origen de algunas salidas folclóricas. Y ha lanzado ideas irrealizables o irrelevantes sin suficiente reflexión previa. Globos al aire irresponsables cuyo único propósito es que hablen de él. Como, por ejemplo, la de raparle al Brasil la sede del campeonato mundial de fútbol de 2012 (que Colombia había apoyado con su voto), o la de disputar la sede del concurso de Miss Universo. Ambas iniciativas se convirtieron en osos monumentales.

Lo cierto es que Francisco Santos se ha crecido en el cargo. En sus tiempos de periodista, dentro de su extensa familia de El Tiempo, frente a sus hermanos y primos mayores, se veía como una mascota indomable. Ahora figura en la lista de presidenciables. Sobre todo en un eventual escenario en el que, sin Uribe, el electorado busque continuidad de los programas del actual gobierno. Pacho aspirará a tomarse esa bandera. Pero la cosa no es nada fácil y falta mucho tiempo. Sobre todo cuando los tres últimos años de Uribe II puede pasar cualquier cosa. Por ahora tendrá que frentear los vientos huracanados que soplan del Caribe hacia el brumoso altiplano.