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P O R T A D A

Pacto secreto

Un ex agente de la DEA confiesa negociaciones ilegales con 114 narcos colombianos, contradiciendo la versión oficial del gobierno de Estados Unidos Investigación de SEMANA y The Miami Herald.

10 de julio de 2000

La libertad de Baruch Vega termina donde empieza su tobillo derecho. En ese punto de la pierna, camuflado debajo de sus medias oscuras, el fotógrafo colombiano lleva un grillete electrónico que le reporta su localización a los radares de la policía y enciende una alarma si se atreve a pasar un límite de 100 millas a la redonda de su lujoso penthouse de Miami Beach.

Alguien le hace una broma diciéndole que en el mismo dispositivo, fácilmente puede haber un micrófono secreto del FBI y él dice “!Ojalá!”, como si le hablara a sus piernas para que alguien lo escuche.

Vega quiere hablar.

Este hombre aventurero de 54 años, a quien el gobierno de Estados Unidos reconoce como colaborador de la CIA, el FBI, la DEA, Aduanas y el Servicio de Rentas Internas, cree que llegó la hora de defenderse de una acusación criminal que pesa en su contra. En una corte federal de Miami el gobierno de Estados Unidos lo acusó el mes pasado de obstrucción a la justicia y lavado de dinero en sus funciones de enlace con narcotraficantes colombianos que estaban dispuestos a entregarse a la justicia norteamericana. Según la acusación criminal, presentada por el FBI (todavía no se han formulado cargos), Vega esquilmó a varios narcotraficantes millones de dólares con la promesa de solucionar su situación judicial en Estados Unidos.

“Eso no es cierto, dijo. Yo reportaba todo, hasta el último centavo que me pagaban”.

El principal argumento de Vega es que sus supervisores en la DEA, agentes que dirigían el Grupo 40 de la entidad en Miami, no sólo sabían que él recibía dinero de los narcotraficantes por buscar una solución a sus problemas legales en Estados Unidos, sino que alrededor de 100 de ellos resultaron beneficiados con acuerdos de cooperación. Ahora los dos agentes con los que Vega trabajó estrechamente, y a quienes defiende a capa y espada como funcionarios honrados —David Tinsley y Larry Castillo— se encuentran suspendidos en medio de una investigación administrativa que ha adquirido tal importancia para el gobierno federal que el Departamento de Justicia ha reforzado su equipo con dos fiscales especiales enviados a Miami.

Aunque la DEA en Washington prefirió no hacer comentarios sobre las declaraciones del colombiano, el testimono de Vega arroja luces sobre un mecanismo de persuasión de los narcotraficantes que hasta ahora el gobierno norteamericano niega rotundamente haber patrocinado.

Sentado en un amplio sofá de su penthouse de Miami Beach, Vega contó su vida de aventurero internacional a los periodistas de SEMANA y El Nuevo Herald de Miami. Habló de su origen humilde, de cómo se convirtió en el fotógrafo de las mejores modelos del mundo, de sus tres matrimonios con actrices famosas, de su infiltración en grupos comunistas en los años 60 y de los contactos con cabecillas de los carteles de Medellín y de Cali y con jefes paramilitares.

“Yo no soy un espía”, dijo. Yo soy un metido profesional”.