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Tras una millonaria inversión de 120.000 millones de pesos, el parque Tercer Milenio se ha convertido en un oasis para los habitantes del centro, pero una frustración para los comerciantes de San Victorino, pues por la falta de desarrollo de las útimas tres manzanas, ahora parqueaderos, estas se han convertido en un 'cartuchito'

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¿Para el fin del milenio?

El proyecto de renovación urbana más importante de Colombia, el parque Tercer Milenio de Bogotá, no avanza y por el contrario parece tener síntomas de deterioro.

23 de septiembre de 2006

Una casa a medio caer y sin ningún valor arquitectónico es lo único que hoy queda de la que fue la zona más deteriorada, peligrosa e infrahumana de Colombia: la calle del Cartucho. En donde antes los habitantes de la calle consumían drogas día y noche, y la muerte era el pan diario, hoy hay jardines, parques infantiles y senderos.

Hace un año el alcalde Luis Eduardo Garzón inauguró el parque Tercer Milenio, que se ha convertido en un oasis en medio de otros barrios que deberán ser renovados. El problema es que hoy, un año después, también es claro que el proyecto de renovación urbanístico más grande del país, que afectó más de 17 hectáreas, no avanza. Por el contrario muestra signos de deterioro. Incluso las tres manzanas que aún permanecen sin construir amenazan con regresar al pasado.

Desde que en 1998 la administración de Enrique Peñalosa tomó la decisión de acabar con la zona del Cartucho, la ciudad se embarcó en una obra en la que fueron intervenidas 16 hectáreas, demolidos más de 600 predios y calles, y reubicadas o ayudadas más de 10.000 personas que vivían en esta zona del centro de la ciudad.

Pero el proyecto de renovación no terminaba con el parque. En el costado norte fueron reservadas tres grandes manzanas para construir un complejo comercial, parqueaderos, edificios y oficinas que permitieran integrar el Tercer Milenio a San Victorino e iniciar así la segunda etapa, que es la renovación de San Victorino, "el puerto seco" y comercial más importante de Bogotá.

Para impulsar estos proyectos en 2003 fue creada la Empresa de Renovación Urbana (ERU), que debía gestionar con los particulares la construcción de las manzanas, que podrían generar en ventas más de 400.000 millones de pesos. Una parte importante será para la ciudad, que así podrá recuperar los 120.000 millones de pesos que invirtió en el Tercer Milenio.

Si bien Garzón afrontó con relativo éxito la crisis generada por el desplazamiento y la ocupación de varias zonas de la ciudad por cientos de habitantes de la calle del Cartucho, es claro que los grandes proyectos de renovación no han aparecido y que al recorrer el parque se evidencian síntomas de deterioro.

Los baños públicos y las cafeterías permanecen cerradas, en el costado

suroccidental del parque aún quedan residuos de las edificaciones y calles que allí había, y los amplios parqueaderos subterráneos, que serían una solución para la congestión de San Victorino, siguen de espaldas a esta zona y vacíos.

El problema, según el concejal peñalosista Jairo Rodríguez, es de voluntad política, que ha brillado por su ausencia para terminar el proyecto. "Al parecer varias personas de la administración Garzón no les gustó y prefirieron frenarlo. La mejor muestra es que a último momento se decidió dejar una casa en pie, que no tiene ningún valor patrimonial y que ahora tendrá que ser restaurada, como símbolo de rechazo a esta transformación urbana", dijo Ramírez.

La casa está en ruinas, y la permanencia de los lotes vacíos hace que esta parte del proyecto esté más cercana al Cartucho que al Tercer Milenio, todo porque la ERU lleva tres años sin decidir qué obra es la que se va a hacer.

"Esta debió ser una decisión rápida, en la que la ciudad ponía los terrenos y los privados, teniendo en cuenta a los comerciantes de San Victorino, desarrollaban el proyecto y lo vendían. Pero la ERU sigue contratando estudios, que ya se hicieron, para tomar una decisión secreta", dijo el concejal Rodríguez.

Patricia Rentería, directora de la ERU, responde que, al contrario, han trabajado muy rápido, pues no se trata de construir unos edificios, sino de buscar un esquema de renovación integral. Y dijo que allí será levantado un centro comercial de cielos abiertos, parqueaderos y probablemente un edificio de servicios logísticos de hasta 25 pisos. La licitación, en la que se espera participen las grandes constructoras del país, se abrirá a fin de año y los diseños se conocerán en marzo de 2007.

Precisamente por tratarse de un negocio multimillonario, sembrado en el corazón comercial de Bogotá, se han generado diferencias entre Renovación y los comerciantes de San Victorino.

Jorge Alberto Villalobos, presidente de Fundasan, que reúne a más de 7.000 comerciantes y sus agremiaciones de San Victorino, dijo a SEMANA que durante más de dos años la administración no ha resuelto peticiones como la de crear un centro logístico para el centro y planes parciales de renovación del centro.

"En vez de mesa de concertación hay mesa de desconcertación, en la que la directora de Renovación Urbana no tiene claro lo que va ha hacer. Si bien ella es una experta en urbanismo, no ha podido entender lo que nosotros necesitamos y queremos: crear el puerto seco más grande de Latinoamérica, que comenzará con estas tres manzanas y terminará con una transformación de muchas cuadras a la redonda", dice.

Incluso los comerciantes han propuesto desde hace meses financiar la terminación de las alamedas o la nueva entrada a los parqueaderos por San Victorino, pero la administración no les ha dado una respuesta a sus peticiones.

Rentería rechaza estas críticas y dice que la propuesta que pronto será dada a conocer está siendo concertada con los comerciantes y habitantes de San Victorino. Incluso concuerda con lo que ellos quieren, pues buscará transformar 13 manzanas, que en su gran mayoría deberán ser realizadas por los mismos comerciantes.

Es evidente que un proyecto de esta magnitud, que en área construida podría superar a Unicentro, genera todo tipo de intereses, pero también es claro que a la administración y a Renovación Urbana les ha faltado celeridad para sacarlo adelante. Incluso la reubicación de los 270 vendedores informales que con carpas hoy ocupan una de las alamedas del parque puede terminar en conflicto, pues ya llevan más de 10 meses y hay signos de permanencia, como la construcción de pequeños muros. Así fue como empezó en los años 70 la toma del parque de San Victorino.

Es tiempo de que la ciudad ponga fin a las últimas huellas del Cartucho y que escuche de manera seria a los comerciantes, pues son quienes saben lo que allí se necesita, lo que no significa que les tengan que dar los lotes para su construcción o hacerlos accionistas mayores del negocio

Garzón debe, como lo ha hecho con otros temas fundamentales tipo TransMilenio, darle continuidad a los planes de sus antecesores. Es decir, terminar de una vez por todas el proyecto del Tercer Mileno. La recuperación de San Victorino es prioritaria para la ciudad, en especial del centro, y el Alcalde lo debe saber pues es el vecindario en el que él y el Presidente de la República prácticamente viven.